Quizás cada uno de nosotros coleccionó algo en su juventud. Por ejemplo, los coleccionables del chicle “Love is” o recortes de revistas con fotos de tu músico favorito. Pero si para algunos el deseo de coleccionar ciertas cosas se quedó en una tierna edad, para otros se convirtió en una afición que calienta el alma. Los usuarios de la red mostraron sus fascinantes colecciones, y nos dejaron sin aliento.
“Colecciono pastilleros antiguos y contenedores en miniatura. Este es el aspecto actual de mi colección”
“Siempre me han gustado los tamagotchis. Ya no queda sitio para más piezas en mi colección que llevo desde 1997”
“Colecciono figuras de dinosaurios y animales históricos”
“Tengo debilidad por los anillos inusuales”
“Encontré mi colección. Casi 35 años almacenada”
“Turbo” eran los coleccionables más populares: todo el mundo intercambiaba repeticiones en el recreo o cambiaba dos coleccionables por uno, y si era un coleccionable raro, se valoraba en cinco o más. También había colecciones paralelas, pero, por desgracia, no se popularizaron, y con el tiempo bajó la demanda de todo, y luego cayeron en el olvido. Pero aún conservo el recuerdo de mi infancia.
“Una colección de Barbies vintage. Mi orgullo es la Francie japonesa, ¡la que más quiero!”
“Recientemente he aumentado mi pequeña colección a un buen número: ¡33 piezas!”
“Colecciono cosas que encuentro en las playas”
“Mis muñecas Bratz que colecciono desde 2015”
“La colección de aretes de nuestra profesora de arte. La mayoría hechos por alumnos”
“Tengo una colección de sobres de azúcar de diferentes aerolíneas”
“Me gustaría compartir una foto de mi colección de casas de recuerdos en miniatura”
“Empecé en 2006, cuando compré una casita de barro en un mercadillo de Alemania. Luego fui trayendo casas de distintas partes del mundo donde viajaba o me las traían amigos y familiares. Coleccionar casitas es interesante porque hay pocas. No son platos o imanes, que están por todas partes. Hay que buscarlas, ¡incluso cazarlas! No sé por qué exactamente las casitas. Son bonitas y me gustan”.
“Así son 800 tarjetas SIM. Sí, las colecciono”
“Mi colección de juguetes de huevos Kinder Sorpresa”
“Mi colección de DVDs ahora completamente obsoletos”
“Cuando alguien que conozco se va de viaje, siempre le pido que traiga un lápiz para mi colección”
“Encontré la colección de perfumes vintage de mi abuela”
Bono: algunas historias de cómo el coleccionismo se convirtió en algo inesperado
- Colecciono ositos de peluche desde que era pequeña. Algunos me los traían familiares del extranjero, otros los encargaba yo misma. Tenía 58. Fui a casa de una amiga a pasar el fin de semana y, cuando volví, encontré un solo osito. El primero que me regaló mi padre por mi quinto cumpleaños. Resulta que mi madre le había regalado todos mis ositos a la nieta del vecino. Sin motivo. Porque ella es una “buena chica” y yo “ya soy mayor”. Dejó uno como recuerdo de mi padre, que murió hace diez años. Y exige que se lo agradezca. © Caramel / VK
- Tengo una amiga que siempre se tiraba a los “chicos ricos”. No salía con ellos más de unos meses como mucho, recibía los beneficios y rompía. Yo le decía que, tarde o temprano, esas “relaciones” le jugarían una mala pasada y caería en alguna trampa, pero mi amiga no me creía. Empezó a salir con otro chico rico. Le dijo que tenía toda una colección de coches en casa, y ella creyó ciegamente. Salieron durante mucho tiempo, él la utilizó, pero no había coches a la vista. Mi amiga quería dejarlo, pero una noche este chico le enseñó su “colección de coches”. En una estantería. En un armario. Coches de juguete. © Caramel / VK
- Me encantan los unicornios. No, en serio, tenía una colección enorme de unicornios. Adoraba esa colección, literalmente. Hace unos años llegué a casa del colegio, entré en mi habitación y me horroricé al ver que mi enorme colección había desaparecido. Me puse histérica y le pregunté a mi madre dónde estaban todos mis unicornios. Me dijo que ya había pasado la edad de coleccionar juguetes. Así que le dio toda mi enorme colección a mi prima de 5 años. Fue una pena. Llevaba años coleccionando. © Overheard / Ideer