17 Historias de niños que añaden un toque picante a la vida de sus seres queridos

Crianza
Hace 4 semanas

Los niños, más que nadie, tienen la habilidad de hacernos reír y dejarnos perplejos con sus ocurrencias y comentarios. A los padres les encanta compartir anécdotas divertidas sobre sus hijos, y nosotros, sinceramente, no podríamos estar más contentos, porque cada una de estas historias puede alegrar hasta el día más gris.

  • Mi hijo adolescente trajo a casa a su novia. Pelo azul, piercing en la nariz, un tatuaje de una araña detrás de la oreja. Mi marido se puso nervioso, casi echando espuma por la boca cuando los chicos se fueron. Yo, en cambio, fui a buscar mi viejo álbum de la escuela y le mostré mis fotos. En ellas, tenía el pelo verde, piercing no solo en la nariz, sino también en las orejas (con seis agujeros en cada una). Y mira, crecí, me teñí de nuevo, me quité los aretes, y ahora trabajo como pediatra.
  • Mi hijo tiene 6 años. Llegué a casa después de un turno nocturno y él me recibió con un ramo de flores que cortó en el jardín. Lo llené de besos, diciéndole lo caballero que estaba creciendo. Y él me responde: “Es porque aún no tengo esposa, así que te doy flores a ti. Pero después, lo siento mucho.”
  • Recientemente, unos amigos tuvieron un bebé. Su hijo mayor estaba encantado con la llegada del nuevo hermanito. Los primeros días todo fue genial. Pero al tercer día, el mayor se acercó a sus padres y les preguntó: “¿Y cuándo piensan devolverlo?” © Acci****Life / Reddit
  • Mi hija mediana tiene 4 años. A menudo comparte sus pensamientos, pero ayer soltó una joya. Estábamos toda la familia en la sala viendo la tele. Mi hija miraba fijamente a su papá, pensando. De repente dice: “Mamá, cuando compramos gomitas en la tienda, hay de tiburones, hipopótamos y cerebros, ¿verdad?” Le respondo: “Sí, cariño, los hemos comprado antes”. Y ella, en el mismo tono pensativo, dice: “¿Y por qué no compramos muchos cerebros y se los ponemos a papá? Se ha sentado en mi sillón con los calcetines sucios.”
  • Me encontré con una vecina en la entrada, estaba con su hijo. Noté que el pequeño tenía un nuevo corte de pelo, y decidí halagarlo. Le dije que le quedaba muy bien. El niño me miró sorprendido y, con la sinceridad típica de un pequeño, soltó: “Gracias, señora. Mi mamá me cortó el pelo ayer porque tenía piojos, corrían por mi cabeza.” Y pasó la mano por su cabeza.
  • Hace poco ocurrió algo gracioso. Una madre le dice a su pequeña hija: “Vamos a casa. La abuela es una maga y ¡ha cocinado una sopa deliciosa!” La niña llega a casa, entra en la cocina y dice: “¿Qué has preparado, bruja?” La mamá tuvo que pasar un buen rato explicando a la abuela lo que había ocurrido.
  • Mi hija tiene 8 años, y tiene una personalidad muy fuerte. Siempre bromeamos con mi esposo diciendo que su futuro esposo será un hombre muy afortunado. Recientemente, mis padres nos visitaron. Llegaron con regalos, y mi mamá le dio a su nieta un vestido nuevo. Ella fue corriendo a probárselo. Salió a mostrárnoslo, muy orgullosa. Mi papá dijo: “¡Mi nieta se está volviendo una chica muy guapa!” A lo que ella, con una seriedad increíble, respondió: “Abuelo, era bonita a los 5 años. ¡Ahora soy increíblemente hermosa!”.
  • Ayer, mi hija descubrió que estoy embarazada. Hoy se me acercó, acarició mi vientre y dijo: “Hola, bebé.” Luego me abrió la boca y le habló directamente: “Bebé, estoy aquí, afuera”.
  • El sentido del humor de mi hijo parece haber sido heredado de su padre. Ayer estaba revisando los álbumes familiares y el pequeño quiso ver las fotos. Se detuvo en las de nuestra boda y empezó a preguntar por qué la gente se casa. Le expliqué que, después de casarse, un hombre y una mujer se vuelven aún más felices. Mi hijo miró atentamente la foto del registro civil y dijo: “Mami, yo no quiero casarme. No quiero volverme canoso como papá”. Mi esposo, que escuchó esto desde otra habitación, comenzó a reírse a carcajadas y gritó: “¡Eso es, hijo! ¿Ves lo que me ha hecho tu madre?”.
  • Una niña de tres años en un avión empezó a hablar en voz alta: “Papá nos dejó a mamá y a mí, y ni siquiera sé a dónde se fue”. Luego, puso su pequeña mano en el vientre de su madre y declaró en voz alta: “Y aquí dentro también hay un bebé”. Resultó, que el papá solo había viajado a otra ciudad por trabajo y que se uniría a ellas más tarde durante las vacaciones. © TheAnswerIsGrey / Reddit
  • Estábamos jugando a los doctores con mi hija menor. Ella me diagnosticó con “raquidna”. Resultó que, según ella, es una condición en la que te crecen pelos en los dedos gordos de los pies. Ahora tiene 22 años, y ese diagnóstico sigue siendo un chiste familiar. Algo como: “¿Vas a la playa? ¿No te olvidaste de afeitarte la raquidna?”.
  • Mi hija menor, hasta los dos años, cuando se emocionaba, empezaba a hablar tan rápido y de manera tan incomprensible que era imposible entender las palabras. Solíamos bromear con mi esposo diciendo que hablaba como los personajes de los dibujos animados japoneses. Un día, mi hija mayor le puso un anime infantil y salió de la habitación. Cuando entré, vi que el anime estaba en japonés, sin subtítulos. Mi hija menor estaba sentada, viéndolo, y de vez en cuando insertaba algunas frases. Me acerqué a escuchar y me di cuenta de que se sabía de memoria casi todas las líneas del personaje principal.
  • Mi abuela encontró un cuaderno en el que había anotado algunas de mis frases de cuando era pequeña y me lo mostró. No puedo evitar pensar en lo rara que era de niña. Aquí algunas de mis joyas:
    “Bebo mi juguito por su salud.”
    “Abuela, ¿por qué lloras? Cuando vayas al cementerio, allí podrás llorar.” Y mi favorita:
    “Abuelo, ¿acaso eres humano?”. © SharkOffArt / Twitter
  • Cuando mi hija era pequeña, siempre encontraba cualquier excusa para meterse en nuestra cama. Además, teníamos un labrador llamado Morty, que se encariñó con ella desde el momento en que la trajimos del hospital. Una noche, mi hija inventó una nueva razón para dormir con nosotros: “Mami, no puedo dormir en mi cama porque Morty dejó sus plumas de perro por todas partes”. © unolemon / Reddit
  • Recuerdo a una niña muy educada que vivía en mi vecindario. Saludaba a todos, ayudaba a quien lo necesitara, nunca decía groserías y obedecía a sus padres. Pero había un pequeño detalle: le encantaba sacar la lengua en señal de desaprobación o desacuerdo. Un día, un desconocido le hizo un comentario, y ella respondió: “Presumir es malo, quejarse es malo, decir la verdad es peligroso. Así que lo único que queda es mostrar la lengua”.
  • Cuando mi hija tenía 4 años, vinieron a visitarnos unos amigos con su hija María. Mi niña estaba en esa etapa en la que todo lo que ve lo considera suyo. Así que María andaba por la casa tratando de adueñarse de todo lo que le llamaba la atención: juguetes, libros, muñecas, ropa, ¡e incluso la comida! Mi hija aguantó durante un buen rato, pero finalmente tomó a María de la mano, la llevó al pasillo y le dijo: “¿Ves esas sandalias? ¡Esas sí son tuyas!”.

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