17 Actos de hospitalidad tan inusuales que cuesta creer que sean reales

Historias
hace 5 horas

Asistir a una reunión familiar o con amigos es una gran oportunidad para convivir y conectar, y es comprensible que una persona no pueda recibirnos con un banquete, sin embargo, el trato amable que nos dan es lo que nos hace sentir bienvenidos. Desafortunadamente, existen anfitriones que, por tener un concepto de hospitalidad muy diferente al nuestro, su trato puede hacernos pasar un mal momento. Como en estas 17 historias de personas que comparten cómo vivieron momentos de “hospitalidad” muy fuera de lo común.

  • No como mayonesa. En general, esto no es un problema, ya que suele haber alternativas en la mesa, pero una vez estuve en una casa donde todos los platillos llevaban mayonesa, hasta en el pescado. Aquel día, solo tomé dos rebanadas de embutidos y la anfitriona, sin preguntar, les puso una cucharada de mayonesa encima. Natalia Remezova / Facebook
  • Viví una situación similar. No como cebolla cruda, pero siempre suele haber algo sin cebolla en la mesa. Sin embargo, una vez fui a una casa donde había cebolla en todo. El pan y el pastel fueron mis platillos favoritos esa noche. Olga Gulyayeva / Facebook
  • Cuando era niña, una amiga me invitó a su cumpleaños. Antes de servir la comida principal, a un vaso de limonada le puso galletas trituradas dentro. Pasaba el tiempo y la mezcla se espesaba más a cada segundo, su aspecto y sabor eran repulsivos. Ella insistía en que lo comiera, diciendo que estaba delicioso. No pude tomar ni un sorbo y no comí nada más, alegando que no tenía hambre, pero el recuerdo lo tendré para toda la vida. Gardinenstudio Krestyle Elena Kremser / Facebook
  • Una pariente mía solía decir a los invitados, al servirles, que ciertos alimentos, como los champiñones encurtidos, eran de la última porción disponible. Esas palabras hacían que los champiñones se nos atascaran en la garganta, haciéndonos sentir como si estuviéramos abusando de la hospitalidad de los anfitriones. Natalia Lyzhova / Facebook
  • Un colega me invitó junto con mi hija al cumpleaños de su hijo. Al llegar, acompañó a mi hija a donde estaban los demás niños y me ubicó en la cocina con otras dos madres. Durante dos horas, él y su esposa se dedicaron a los niños, mientras nosotras permanecíamos sentadas sin hacer nada. No nos ofrecieron ni siquiera agua, así que decidí llevarme a mi hija y marcharnos antes de que sacaran el pastel. La única “actividad” para los niños consistía en sentarse a ver una película en la televisión. Alexandra Shatalina / Facebook
  • Fui invitada a una boda en una cafetería, pero olvidaron advertirme que cada invitado debía pagar por su cuenta. Llevaba poco dinero, por lo que terminé pidiendo solo frutas, fingiendo estar a dieta. Luego, alguien difundió rumores de que había pedido bistecs y bebidas, y que había dejado la boda sin haber pagado. Por supuesto, no volví a hablar ni con la novia ni con ese grupo de personas. Inna Barozzi / Facebook
  • Una pariente nuestra solía limpiar la mesa deslizando los restos de comida de los platos compartidos directamente a los platos de los invitados, como si estuviera descartando sobras en la basura. Me dejó impactada. Olha Kyrylenko / Facebook
  • Hace muchos años, unos compatriotas nos sorprendieron al invitarnos a su casa. Éramos entre 7 y 8 personas, pero solo sirvieron 6 albóndigas, 2 trozos de pescado frito, un plato pequeño de puré y una ensalada en un cuenco diminuto. La anfitriona nos repartió media albóndiga y una cucharada de puré a cada uno. A pesar de los años que han pasado, aún lo recuerdo vívidamente. Zhanna Derevyan / Facebook
  • Mi hija, que por entonces tenía unos 8 años, fue invitada al cumpleaños de una amiga. Al regresar a casa, noté que estaba triste. Me explicó que mientras los niños jugaban en una habitación, los adultos se encontraban en otra. La cumpleañera iba de un lado a otro para comer, y al preguntarle si al menos le habían ofrecido pastel, me dijo que solo vio a su amiga acercarse con un trozo de pastel del que alguien más ya había comido. Eso me enfadó, así que mi hija y yo salimos a comprar un pastel. Larisa Kolomiitseva / Facebook
  • Mi exmarido tenía ciertos amigos que en una ocasión nos invitaron a una carne asada. Al llegar, descubrimos que había muy poca carne, apenas la suficiente para una persona. Me resulta difícil entender la razón de invitar a personas ante tal situación. Maria Lukyanova / Facebook
  • Los padrinos de mi esposo nos invitaron a un cumpleaños, junto con toda la familia de su esposo e hijos. Éramos unas 15 personas, pero la mesa estaba cubierta principalmente de aperitivos y embutidos. Tras un breve refrigerio, los hombres salieron a tomar aire. Al volver, encontramos la mesa despejada y los aperitivos restantes guardados en la cocina y el refrigerador. Así terminó todo, sin más, nos fuimos a casa... Olga Stepánova / Facebook
  • Conocía a unas personas que, a pesar de mi apretada agenda laboral, a menudo me invitaban a cenar a su casa. En ocasiones aceptaba y entonces comenzaban las peticiones: “Trae guisantes, crema, pepinos, pan...” Así seguía todo el día, con llamadas recordando que “faltaban hierbas, faltaban papas...” Al final, yo terminaba llevando todos los ingredientes para la ensalada rusa y el pastel. Por supuesto, nunca tenía tiempo de esperar a que cocinaran, así que me marchaba sin cenar. Después de un par de años, dejé de comunicarme con ellos. Happy Daisy / Facebook
  • Una vez, fuimos a la casa de unos amigos de mi esposo. Yo estaba embarazada. El día anterior a nuestra visita, llamaron para confirmar mi dieta y preguntar si nos importaría que pidieran pizza. Como es habitual, no comimos antes de ir, sabiendo que nos esperaba comida. Sin embargo, llevamos pasteles para no llegar con las manos vacías. Después de 3.5-4 horas allí, no apareció ninguna pizza. La anfitriona se disculpó por no haberla pedido, alegando que no sabían cuál nos gustaba. Afortunadamente, teníamos los pasteles. Katie Tighineanu / Facebook
  • Una amiga me invitó a su cumpleaños. Al llegar con mi esposo, solo encontramos ensalada de betabel en la mesa. Había pechugas de pollo, pero mi amiga esperaba a su esposo del trabajo. En cuanto llegó, ella le cocinó el pollo, sin ofrecernos nada a nosotros. Desde entonces, no he vuelto a comer ensalada de betabel. Anna Brv / Facebook
  • La única visita que realmente me sorprendió fue una en la que no nos dieron de comer. Nos dijeron que había carne y papas, pero que la carne debía estar asada y las papas peladas y cocidas. Como nadie se ocupó de ello, nos pusieron un plato de pistachos en la mesa, que fue lo que comimos para saciar el hambre. Por supuesto, al salir, disfrutamos de una buena comida en una cafetería. Nunca entendimos qué sucedió aquel día. Irina Vinogradova / Facebook
  • La madre de mi esposo nos invitó a su cumpleaños para un almuerzo al mediodía. Al llegar, descubrimos que ella no estaba, que se había ido a su casa de campo el día anterior. Mi suegro estaba perplejo, no sabía nada al respecto. La nevera estaba vacía, y en ese entonces no había teléfonos móviles. Todos estaban preocupados... Cerca de las tres, la “estrella” del día apareció y desde la puerta exclamó: “¿Por qué no está todo listo?” Alla Avgustinovich / Facebook

Comentarios

Recibir notificaciones
Aún no hay comentarios. ¡Puedes ser el primero!

Lecturas relacionadas