17 Personas amables que hicieron del mundo un lugar mejor con pequeños gestos

Gente
hace 15 horas

Hoy en día, es fácil perder el buen ánimo. Pero es importante enfocarse en lo positivo para seguir sonriendo. Por eso reunimos estas historias que demuestran que siempre hay espacio para la bondad, incluso en las situaciones más inesperadas.

  • En la caja del supermercado, una señora mayor me dio unas monedas mientras yo buscaba cambio en mi bolso. Pagué, encontré mis monedas y, muy avergonzada (porque soy joven y tengo buen sueldo), traté de devolvérselas. Pero ella no las aceptó. Solo dijo: “Vamos, hay que hacer el bien”. Siento que estoy atrapada en el efecto boomerang de la bondad y pronto será mi turno. © Overheard / Ideer
  • Conocí a un chico por internet y decidimos vernos en persona. No trajo flores, pero sí una gran mochila. Caminamos por la ciudad durante más de tres horas. Al final, me acompañó a casa, me dio un beso en la mejilla y sacó de su mochila una bolsa llena de libros de El Mago de Oz.
    Me dijo: “Tengo un regalo para ti. Espero que te guste”. Resulta que en algún momento mencioné que siempre quise leer toda la saga, pero nunca me animé a ir a la librería. Él lo recordó y cargó los 14 libros durante todo ese tiempo. ¡Fue amor a primera vista! © Ward 6 / VK
  • Estaba en cuarto grado. Mis papás acababan de tener a mi hermanita, así que toda la atención estaba en la recién nacida. En el almuerzo escolar, abrí mi bolsa de papel, desenvolví el sándwich y solo eran dos rebanadas de pan blanco. Me puse muy triste.
    Mis compañeros de mesa empezaron a darme cosas y juntos me armaron el sándwich de jamón y queso más delicioso que he probado. Nunca lo he vuelto a saborear igual, pero estoy segura de que lo que más me gustó fue el gesto, no los ingredientes. © I_Am_The_Grapevine / Reddit
  • Tengo una vista muy mala, así que usaba unos lentes gruesos y cuadrados. Un año después de empezar mi relación, mi novio me dijo: “Nadine, esos lentes no te quedan. ¿No quieres cambiarlos?”. Le respondí que nunca lo había pensado, pero en realidad no podía pagarlos.
    Una semana después, me llevó al óptico, me ayudó a elegir unos nuevos y desde entonces compraba la solución para limpiarlos y me regalaba unos nuevos cada tres meses. Todo para que me sintiera más segura. Han pasado 16 años y aún cuida de mí como ese primer día. © Mamdarinka / VK
  • Trabajo como operadora en un centro de atención de pedidos de sushi. He recibido todo tipo de llamadas: elogios, insultos, bromas pesadas.
    Un día, contesté y escuché varias voces jóvenes, diciendo con emoción: “¡Hola! Somos del colegio #3 y queremos cantarte una canción”. Pensé que era otra broma, pero empezaron a cantar sobre sonrisas y buen humor, con tanta sinceridad que me emocioné.
    Llevaba seis días seguidos trabajando sin descanso y estaba agotada, pero después de esa llamada, volví a creer en las personas. © Ward 6 / VK
  • Mi hermana mayor, de niña, solía decir que solo se casaría con quien tuviera la colección completa de hipopótamos de Kinder Sorpresa.
    Pasaron 20 años, y esa promesa ya estaba olvidada. Su amigo de la infancia, quien siempre estuvo enamorado de ella y nunca se atrevió a confesarlo, le propuso matrimonio. Le entregó el anillo en una caja y dijo: “He dedicado toda mi vida a esto. Hasta tuve que ir al extranjero para conseguir algunos. ¡Cásate conmigo!”.
    Dentro de la caja estaban todos los hipopótamos de la colección. Y mi hermana cumplió su promesa. © Ward No. 6 / VK
  • Yo no estaba en casa, pero habíamos invitado a unos amigos. Le pedí a mi esposo que pidiera comida o cocinara algo porque yo salía tarde del trabajo. En el taxi, recibí un mensaje de una amiga: “Estoy impresionada con tu esposo. ¿Por qué nunca hablaste de él así?”.
    No entendía, porque ella lo conocía desde hace tiempo. Al llegar, vi la mesa perfectamente servida. Le pregunté a mi esposo de qué restaurante era. Él sonrió y dijo que él mismo había cocinado todo.
    Mis amigas lo confirmaron. Llevamos cinco años juntos y recién ahora me entero de que es un gran cocinero. Ha ocultado su talento todo este tiempo, ¡pero ahora será el chef de la casa! © Ward 6 / VK
  • Mi jefa es muy estricta, nunca sonríe. Un día, encontré un gatito en la parada del autobús y no pude dejarlo ahí. Lo escondí bajo mi chaqueta y lo llevé al trabajo.
    Ella lo vio, intenté ocultarlo en una caja, pero en un segundo cambió completamente: se le iluminó la cara, lo tomó en brazos y le sirvió un poco de crema de su café.
    Me preguntó si era mío, le dije que no, y entonces decidió adoptarlo. Ordenó comida para gato, una bandeja sanitaria y un plato. Creo que ese gatito ahora vive en el paraíso. ¡Y yo descubrí que mi jefa robot tiene un corazón tierno! © THE SRCH / VK
  • Tenía 27 años y mi hija 6. Éramos muy pobres. Caminaba por la calle sin dinero, con solo un par de papas para comer.
    De repente, un auto elegante se detuvo junto a mí. Un hombre bajó la ventana y me dijo: “Súbete, te llevo a dar una vuelta”. Me subí y le conté todo. Frunció el ceño y le dijo al chofer con firmeza: “Llévanos al lugar de siempre para cenar”.
    Llegamos a un restaurante, me sentó y pidió varios platillos deliciosos. Yo no podía comer. Él me dijo: “Come, vamos a empacar comida para llevar, también tendrás suficiente para tu hija”. Comí y, me dieron muchas bolsas con comida. Luego me llevaron a casa.
    Desde entonces, cada 5 del mes, ese hombre aparecía con bolsas de alimentos. ¡Así fue durante varios años! Para mí, fue como un ángel. © Overheard / Ideer
  • Hace poco me di cuenta del gran regalo que me dieron mis padres en mi octavo cumpleaños. En ese momento acababa de salir Harry Potter y la Cámara Secreta. Ya había leído el primero y me encantó, así que mis papás me regalaron el segundo.
    Lo abrí y dentro había un solo calcetín. No entendí nada. ¿Por qué uno solo? ¿Qué hacía en el libro? Leí rápido la novela y para el final ya me había olvidado del calcetín.
    Un mes atrás lo encontré de nuevo y recordé ese detalle. Me impresionó el simbolismo: ¡qué originales fueron mis padres al elegir y entregar ese regalo! Estoy muy agradecida por eso. © Chamber 6 / VK
  • Vivo con mi abuela. Cuando salgo a trabajar no llevo llaves, ya que ella casi nunca sale.
    Ayer regresé a casa y la puerta estaba cerrada. Toqué, llamé y nada. Bajé a sentarme en la banca.
    Algo me hizo rodear la casa, y fue entonces que vi a un señor mayor saliendo por nuestra ventana. Mi abuela lo sostenía, ayudándolo a bajar. Cuando llegó al suelo, se puso el sombrero y gritó algo como: “¡Mañana vengo temprano!”. Y se fue.
    Esperé unos minutos y subí. La puerta ya estaba abierta. Mi abuela fingía estar dormida, y desde una esquina asomaba un modesto ramo de flores. © Chamber 6 / VK
  • Un día, mi esposo se quedó dormido tan agotado que ni siquiera se quitó los tenis. Trabaja en construcción, a veces en turnos dobles durante todo el verano.
    Cuando lo vi así, le quité los zapatos mientras dormía. Al despertar, me dijo con ternura: “Ay, mi amor”.
    Resulta que su exesposa nunca había hecho algo así por él. Siempre habla bien de ella, como yo de mis exparejas, pero ese detalle me entristeció. Cuando quieres a alguien, ¿de verdad cuesta tanto quitarle los zapatos cuando está rendido? © Chamber 6 / VK
  • Subimos al autobús con mi novio, y asumí que él pagaría. Pero empezó a buscar su billetera y no la tenía. Yo tampoco llevaba dinero.
    Estábamos rodeados de gente, sin saber qué hacer, y ya íbamos tarde.
    Entonces, una chica sentada frente a nosotros sacó su cartera y dijo: “Chicos, los entiendo, yo también he pasado por eso. Yo les pago”.
    Queríamos que nos tragara la tierra. Le dijimos que no era necesario, pero ella no hizo caso y pagó. Le agradecimos de corazón. Todavía queda gente buena. © Overheard / Ideer
  • Hace dos años supe que mi papá no era mi padre biológico. Fue un golpe duro, ya que siempre fuimos muy cercanos.
    Para calmarme, él me dijo:
    —Alina, cuando conocí a tu mamá, ella ya estaba embarazada. Bueno, lo supo después de tres citas. Me contó todo con honestidad. Me dijo que podía irme, que no tenía que quedarme. Solo tenía 20 años y me asustaba la idea de ser padre.
    —Ni siquiera éramos novios todavía. Estaba por despedirme para siempre, cuando vi que tu mamá sostenía una imagen. Le pregunté qué era. Era tu primera ‘foto’, tu ultrasonido. Le pedí verla, y no se negó.
    —Cuando te vi, supe que eras mía. Y no me fui. Quería quedarme con todo mi corazón. Eres mi hija, no lo dudes jamás. Si después de todos estos años no he logrado demostrártelo, entonces mi vida no ha valido la pena. © Chamber 6 / VK
  • Cuando era niño, en el camino a la escuela, vi a un gato callejero atrapar una paloma. El ave forcejeaba, pero el gato la sujetaba con más fuerza y se la llevó.
    No sabía qué hacer, pero quería salvar al pájaro. Corrí y literalmente abrí la boca del gato con las manos. La paloma escapó.
    Al observar mejor al gato, vi que estaba herido y muy delgado. No pude dejarlo así. Ese día no fui a clases y lo llevé a casa.
    Mi mamá, que es la mujer más buena del mundo, lo entendió y hasta me felicitó. Lo alimentamos, lo bañamos, le curamos las heridas. Le pusimos de nombre Tishka. ¡Lleva 12 años viviendo con nosotros! © Chamber 6 / VK
  • Soy madre soltera y a veces tengo que llevar a mi hija de 4 años a la oficina. Por suerte, mi jefe nunca ha tenido problema y siempre ha sido muy amable con nosotras.
    En una de esas visitas, comentó que mi hija jugaba mucho con plastilina. Le respondí que le encanta moldear cosas.
    Al día siguiente, me regaló 20 cajas de plastilina. ¡Me sorprendió tanto su gesto! Tenías que ver los ojos de mi hija, llenos de alegría.
    Me siento muy afortunada de estar rodeada de personas tan buenas y agradezco muchísimo este hermoso detalle de mi jefe. © Chamber 6 / VK
  • Mi padre nos crió con mucha severidad. Tres hijos, “tres rocas”. Y las lágrimas eran cosa de niñas.
    Hace poco, nuestra hermana se casó. La ceremonia fue hermosa, muy emotiva. Se me escapó una lágrima, miré a los lados y mis dos hermanos también estaban llorando.
    Me dio risa. “Las tres rocas” estábamos tan felices por nuestra hermana que no lo pudimos evitar.
    Entonces me preocupé: “¡Que no nos vea papá!”.
    Y ahí estaba él, en una esquina del salón, llorando. Mamá le secaba las lágrimas con un pañuelo y le acariciaba la espalda, pero no paraba. Nos acercamos y lo abrazamos.
    La disciplina es importante, sí. Pero la familia lo es mucho más. © Ward No. 6 / VK

Y estas historias reales demuestran que la bondad puede mover montañas.

Imagen de portada Ward 6 / VK

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