18 Pruebas de que el amor convierte a un animal acorralado en un mansa mascota

Curiosidades
hace 1 mes

La amabilidad y los cuidados sinceros hacen maravillas. Hasta el peludo más asustadizo, desatendido y desconfiado puede convertirse en una mascota cariñosa. Los héroes de esta selección compartieron historias y fotos de gatitos que conocieron a su hombre y ahora viven una vida mejor.

“De abandonada a amada. La recogí de la calle y en esto se convirtió después de 3 meses”

“Antes y después de ser mimado con cuidado”

“Mi dulce niño ha pasado por una fase muy difícil de rehabilitación”

La bestia no es tan mala como dicen

  • Un día, mi prima y yo fuimos a la casa de campo de mi abuela. Yo tenía unos 10 años, y mi prima ya había terminado la escuela ese año. La abuela nos advirtió que no fuéramos al río: allí había aparecido un gato de la jungla que atacaba a la gente. A un pescador le mordió la mano. Inmediatamente me acobardé, pero mi prima decidió ver qué clase de bestia era, porque en esa zona cercana al río no había nadie más temible que una garza. Tomó un par de salchichas y corrió hacia el río.
    Volvió riéndose y me dijo que no había ningún gato de la jungla. ¡Era la gata del vecino! Había parido en los juncos, por eso se lanzaba sobre todo el mundo. Los chicos del pueblo construyeron una choza de cartón y trapos en esos juncos, pero la peluda señora decidió que era una casa para ella y su prole. El pescador al que mordió, como supimos más tarde, vio la choza y fue a ver qué había allí, y a la gata no le gustan nada los hombres. Entonces cuatro de nosotros la atrajimos fuera: yo, mi hermana, mi abuela y una vecina. La vecina se llevó los gatitos a casa. Cuando una creció, se la dio a mi abuela. Le pusimos el nombre de Jungla. © Overheard / Ideer

“Un gato cuando fue encontrado bajo un palé en un almacén. Y en lo que se convirtió”

Cuando un gato intenta encontrar un hogar por su cuenta

  • Un taxista que conozco llevó una vez a otro cliente, bajó del coche (dejó la puerta abierta) y ayudó al pasajero a sacar su maleta. Volvió a subir, pisó el pedal y oyó un indignado “¡Miau!”. Resulta que un gatito se había colado en el coche. El chiquitín tenía una pata herida, pero en general era un luchador. Hacía unos días que había muerto la gata de 17 años de este taxista, así que se quedó con el gatito. La pata se curó, y él y su mujer ya llevan dos años viviendo con esta belleza peluda. © Podsushano / Ideer

“Encontramos a este pobrecito durante el Black Friday. ¡Y así es cómo está cuatro meses después!”

Lo principal es creer en las cosas buenas

  • Un día, paseando por la ciudad, oí un maullido procedente del sótano. Le pedí al conserje que abriera la puerta y sacara al gato. En fin, tuve que acoger a una gatita muy delgada. No podía andar bien. Los veterinarios dijeron que no podría saltar ni subir cuestas debido a sus problemas de salud. Hoy hace un año que vive con nosotros. Por la noche, me desperté con un ruido. Resulta que mis dos gatas estaban jugando por la noche. Saltaban de una silla a otra, persiguiéndose. Me alegré mucho porque ella podía hacerlo. Saltaba y corría como una gata sana. © Overheard / Ideer

“Cuando acabamos de adoptarlo y un año después”

El amor siempre hace maravillas

  • En mi segundo año de estudios encontré un gatito en el sótano de la universidad, parecía que tenía una semana. Era finales de octubre, hacía frío fuera, estaba resfriado, parecía un murciélago enfermo. Durante tres días corrí a darle de comer, lavarle los ojos, abrigarlo. Intenté dárselo a los voluntarios, pero ya tenían 10 gatos y yo no quería llevarlo al refugio. Así que me lo llevé a casa. Mi novio y yo lo limpiamos, lo alimentamos. Creció el mejor gato del mundo, lo quiero con locura. © Overheard / Ideer

“De niña abandonada y demacrada a princesa mimada. Ahora es la luz de la vida de mi marido”

La amabilidad salva vidas

  • Encontré dos gatitos en la calle. No pude pasar de largo y me los llevé. Eran muy pequeñitos, ni siquiera podían comer solos. Les compré leche maternizada con una jeringuilla. Los llevé al veterinario, me dieron recomendaciones. Trabajaba de 8 a 17, me los llevaba a la oficina en una caja, los alimentaba por horas, los calentaba con una botella de agua tibia. Los gatitos crecieron y pudieron comer solos. Mi perro adulto no les hizo daño, pero se quedaba atónito cuando los pequeños se arrastraban para dormir cerca de su cálido vientre. Quería entregarlos a buenas manos, pero no pude. Así que viven conmigo: un perro duro y dos de sus “hijos”. © Overheard / Ideer

“Fotos de nuestro gato antes de llevárnoslo y 2 años después. Me rompe el corazón ver lo asustado y solo que estaba”

“Nuestro ’hallazgo” en el aparcamiento. ¡Estoy orgullosa de la pequeñina!"

A veces parece que el destino realmente existe

  • Me dejaron tres gatitos en la entrada. Empecé a darles de comer, pero no podía quedármelos, porque después del quinto gato adoptado me di cuenta de que los tendría en casa un par de días y ya no podría dárselo a nadie, pero no podía permitirme un sexto gato. Un gatito se lo llevó una vecina, el segundo fue adoptado a través de Internet. Con el último simplemente no pudimos conseguirlo, a pesar de que ya habíamos puesto anuncios. Y entonces llegó el frío, el pequeño bulto se congelaba en la entrada. En fin, un buen sábado decidí actuar. Metí al animal en un transportín y recorrí todas las casas vecinas, llamando a cada departamento. A quien me abría la puerta, le ofrecía al gatito.
    Me pasé todo el día, pero fue inútil. Me cansé y decidí recorrer la última entrada. Llamé a algún departamento y dije: “Tome el gatito”. De repente vi que la mujer que me había abierto la puerta estaba en estado de shock. Resulta que hacía 10 minutos, su marido y su hija la habían convencido para que comprara un gato, al día siguiente querían ir a comprar, y aquí llegué yo. Fue como si el destino llamara a la puerta. El gatito se animó mucho, saltó de mis manos y entró en el departamento. Una niña de unos 8 años lo agarró y no lo soltó. Fue entonces cuando el destino del gatito quedó sellado. No soy especialmente llorona, pero en ese momento me eché a llorar, y me dieron té a mí, una desconocida. Una buena familia, todavía me envían fotos del gato bien crecido y bien cuidado. Y ese día fue el mejor de todo el año pasado, todavía lo recuerdo con una sonrisa. © Overheard / Ideer

Diferencia de un año

“La transformación de una gata callejera y enfermiza a mi niña más mimada”

“El gato fue abandonado en el tejado de un garaje y allí lo encontró un plomero. Por suerte, pudo encontrarle una nueva familia cariñosa”

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