19 Historias sobre gente tan codiciosa a la que no se le puede pedir ni arena en la playa

Historias
hace 11 meses

La codicia, por supuesto, permite ahorrar dinero, pero por regla general no afecta de la mejor manera a las relaciones con los demás. De esto se dieron cuenta los protagonistas de nuestro artículo, que se encontraron con amantes de lo gratuito y vieron lo ridículos que parecen desde fuera los intentos de ahorrar dinero a costa de los demás.

  • Mi tía decidió cambiar de departamento. Encontró compradores: una pareja con un niño. Fue a todas las organizaciones, firmó la salida y comprobó que no hubiera deudas. Un año después, le descontaron gran parte de su pensión de la tarjeta porque los nuevos propietarios no habían pagado las facturas de luz y agua, pero en una de las oficinas a las que acudió personalmente no habían cambiado sus datos. Los nuevos inquilinos no dijeron nada cuando recibieron citaciones a su nombre. Los tribunales se demoraron más de medio año.
  • Un día, un chico me agregó como amiga en las redes sociales queriendo que nos conociéramos. Lo acepté y le escribí: “¡Hola! Me llamo Julia. Soy bióloga de especialidad. ¿Y tú? ¿A qué te dedicas, dónde trabajas?”. De repente, se puso histérico y me respondió: “Todas las mujeres son mercantiles. Inmediatamente preguntan por el dinero y el sueldo. ¡Vete ya sabes dónde!”. Y abandonó el diálogo.
  • Un tipo pesado con el que trabajaba tenía entradas para un partido de fútbol. Me invitó. Me apetecía mucho ir a ese partido, así que le dije que sí. Durante el descanso, fuimos a comprar algo de comida, y mientras estábamos en la caja registradora, le dije: “Ya que has comprado las entradas, yo invito”. En lugar de darme las gracias, decidió pedir más comida. Por suerte, yo ya había pagado y la cajera me dijo que el pedido ya estaba formado, que era demasiado tarde para añadir nada. © sybrwookie / Reddit
  • Soy una chica autosuficiente: gano mi propio dinero y lo gasto yo misma. Conocí a un hombre. Le expliqué enseguida mi actitud ante las finanzas. Se mostró sospechosamente contento. Fuimos juntos a restaurantes, cada uno pagando lo suyo. Luego empezó a venir a visitarme en casa. No quería salir a comer estos días, quería que cocináramos juntos. Para ello yo tenía que encargarme de comprar todos los ingredientes. Si lo pedía a domicilio, nunca me daba dinero. La cosa empeoró. Dejamos de salir, no íbamos a su casa, ya que estaba haciendo remodelaciones. Quería visitarme al menos tres veces por semana. Y comía como un loco. No paraba de pedirme que nos fuéramos de vacaciones, pero claro, cada uno pagando lo suyo. Y necesitaba la opción más barata, en algún albergue. Si yo quería algo más caro, tenía que pagar la diferencia. Después de calcular las finanzas, decidí que me saldría más barato estar sin él. Se mostró muy ofendido, porque, según él, todo era maravilloso.
  • Una vez, en una cita, la chica me pidió que ordenara y pagara algunos platillos extra para poder llevarse la comida a casa y dar de cenar a sus hijos. También me exigió que pagara a su hermana por cuidar de los pequeños durante ese tiempo. © sabboom / Reddit
  • Una vez, como prueba para ver qué clase de persona era, le conté a un hombre que estaba en una situación económica difícil. Le confesé que había pedido dinero prestado a mis padres. A él no le pedí ni un centavo. El pretendiente desapareció como el rocío por la mañana. Pero 2 años después me llamó y en vez de “Hola”, me preguntó: “¿Has pagado tus deudas?”. La conversación, de alguna manera, no se entabló.
  • Salía con un hombre que ganaba menos que yo. Gastos en vacaciones conjuntas: cada uno se pagaba lo suyo. Como no soy aficionada a los restaurantes caros ni a los complejos turísticos de lujo, no hubo problemas. Pero un día quisimos ir de vacaciones a un camping. Y ahí surgió el problema. Había diferentes opciones de alojamiento en cuanto a comodidad. Él eligió la habitación más barata, sin aire acondicionado, con el baño común en el pasillo. No me gustó esta opción, así que elegí una cabaña independiente. Pero era mucho más cara. El hombre no quería gastar demasiado, así que aceptó la cabaña, pero con la condición de que la diferencia de precio corriera a mi cargo. Le dije que no. No nos pusimos de acuerdo. Pero yo me hice a la idea de pasar unos días en aquel lugar. Le ofrecí a mi hermano acompañarme y él aceptó de buena gana, cosa que le comuniqué al hombre. Se encogió de hombros y me deseó unas buenas vacaciones. Pero un par de días antes del comienzo de las vacaciones, el hombre me dijo que aceptaba ir a la cabaña y pagar la mitad. Le recordé que ya lo había acordado con mi hermano. Me dijo: “Pues dile que se cancela el viaje porque voy yo”. Pues, así fue como este hombre y yo nos separamos.
  • En la primera cita, una chica pidió 3 platillos a la vez. El primero era para ella, y el segundo y el tercero eran para ella y su madre para comer más tarde. Comentó: “Menos mal que me has traído aquí, nunca me habría podido permitir un establecimiento así”. Nunca comprendió por qué no hubo segunda cita. © I_Dont_Like_Rice / Reddit
  • Hacía calor, más de 30 grados. El hombre acudió a la cita con traje, zapatos lacados, en las manos sostenía un representativo bolso de piel. Argumentó que para él “nuestra cita es todo un evento”. Caminamos durante 2 horas bajo el calor y el sol y ni siquiera sugirió parar o ir a un café. Acabé comprándome agua, un vaso de café, un tentempié y me despedí de él. Por la noche recibí un mensaje suyo entusiasmado en el que me contaba lo bien que habíamos paseado y me insinuaba que volveríamos a vernos. Ni hablar.
  • Una amiga trabajaba de secretaria. El sueldo era mínimo, apenas suficiente para alquilar una habitación y renovar su vestuario al mínimo. Cada vez que se acercaba el fin de semana, mi amiga me llamaba insistiendo en ir a bailar a un club. Pero en cuanto llegaba el momento de pagar la cuenta, inmediatamente tenía que ir al baño, atender una llamada urgente, o simplemente decía “lo siento, se me ha retrasado el sueldo”. Y así siguió durante un tiempo. Llegó un momento en que me harté, y en su siguiente invitación a bailar, le contesté tristemente: “Lo siento, me apetece mucho, pero estoy en un apuro con el dinero”. Mi amiga se quedó paralizada unos segundos, y luego contestó: “Ah, bueno, ok, pues en otra ocasión”.
  • Salía con un personaje. Íbamos a un lago. Un centro turístico normal y corriente, nada del otro mundo. El hombre no tenía coche, conduje yo. Los gastos de gasolina también los tenía que cubrir yo, ya que el coche era mío. Pero los de la comida acordamos dividirlos entre los dos.. Llegamos al sitio y entonces el hombre dice: “Olvidé mi billetera en casa”. Y el acuerdo fue que pagaríamos 50/50. Me quedé atónita, pero no podía volver atrás. Así que lo pagué todo. Mi paciencia se agotó cuando por la noche se quitó los jeans y los tiró en la silla, y su billetera se cayó del bolsillo.
  • Mi cita me llevó a una cafetería e insistió en que ordenara algo. Cuando nos trajeron la cuenta, puse mi parte del dinero sobre la mesa y añadí una propina. El hombre se quedó mirándome. Le pregunté qué pasaba y me dijo: “En realidad, primero tienes que abrir la calculadora de tu teléfono y calcularlo todo bien”. Después de sus cálculos, me dijo que me había equivocado de cantidad de dinero. Tardé unos 10 minutos en explicarle que había pagado más de lo que debía porque había añadido una propina. Él no lo entendía, pensaba que de alguna manera le había engañado y le había robado.
  • Mi amiga conoció a un chico. Era invierno, hacía frío. Dieron un paseo por el parque, el segundo, el tercero. Él ni siquiera la invitó a un café. Antes de la cuarta cita, mi amiga me dijo que ya no podía seguir más así y decidió proponerle ir al cine. Ella compró las entradas. En respuesta, el compró una bolsa de palomitas mediana y se las comió él mismo. Mi amiga pasó todo el día con él, pero había olvidado comer en casa. Su estómago ya empezó a protestar. No pudo contenerse y le dijo: “¿Comemos algo? Al fin y al cabo estamos en un centro comercial”. Y él le contestó: “Sabes, tengo una idea mejor: deja que te lleve a casa. Tú comes, yo te espero y luego te enseño cómo hago dominadas”. ¡Y esto lo dice un hombre de 35 años que trabaja y tiene coche! Lo he dicho todo.
  • Durante la cita, hablamos de trabajo. Y cuando la chica se enteró de que yo no era un simple “informático”, sino un “ingeniero de software”, su actitud hacia mí cambió instantáneamente a mejor. Odio tener que decírselo, pero solo soy un becario que gana 20 dólares la hora. No soy rico. The_Toaster_Oven / Reddit
  • En mi juventud trabajé para un grupo de empresas. El jefe de contaduría era un joven llamado Alejandro. Una chica que conocía a la esposa de Alejandro trabajaba con nosotros. Llega un día al trabajo con los ojos cuadrados y nos dice: la esposa de nuestro jefe de contaduría salió de la universidad tras recibir una beca: feliz, con los ojos brillantes. Informó a sus amigas: “Voy a comprar queso”. Sus amigas se escandalizaron y le dijeron: “¿Has esperado una beca para comprar queso? Tu esposo gana mucho dinero, deberías tener suficiente para comprar queso”. Pero resultó que Alejandro le había dicho: “¿Pero quién en nuestra familia, excepto tú, come queso?”. Y sí, la chica esperó durante un mes una beca para poder darse el gusto con un trozo de queso.
  • Estaba ahorrando para comprarme un coche. Mi madre me llamó y me dijo que tenía problemas con los dientes y que necesitaba prótesis e implantes, que eran caros. Inmediatamente le di todo el dinero, porque es mi mamá y se merece una sonrisa bonita. Después, mi madre le dio mi dinero a mi hermana pequeña para su boda. Tiene 24 años, después de la universidad trabaja por un sueldo mísero. Su novio es un imbécil de 26 años que cree que todo el mundo le debe un favor. Pero querían una gran boda: un vestido, un restaurante. ¡Y mi madre me engañó! Yo llevaba mucho tiempo ahorrando para un coche, poco a poco, con dos trabajos. Y tomaron mi dinero para gastarlo en un banquete. Corté todos los lazos con ellos, aunque intentaron mantener la comunicación. Mi hermana y su esposo siguen siendo pobres, mi madre tiene verdaderos problemas dentales. Ambos me piden ayuda, pero no les doy ni un centavo más.
  • Una vez había quedado con un amigo en una cafetería. Y trajo a su hijo sin avisar. Pero eso no era todo. La cereza del pastel llegó al final: el hombre me pidió que le ordenara algo de comida para poder agasajar a su esposa y a su suegra en casa. © EmperinoPenguino / Reddit
  • Un joven me cortejaba con insistencia. No pude soportar su presión y empecé a salir con él, pero la relación no funcionó. Se lo expliqué todo y nos separamos pacíficamente, sin escándalos. Tres meses después me escribió: “Es incómodo preguntarlo, pero ¿cuándo me vas a devolver el dinero?”. Resulta que había contado todas nuestras visitas a museos, cines y cafés. Y ahora que su inversión no ha dado frutos, quería que le devolviera el dinero.

Cada quien decide si mantiene o no relaciones con las personas de este tipo. Alguien incluso intenta pagar a los avariciosos con la misma moneda. Por ejemplo, a un artista se le ocurrió cómo dar una lección a los amantes de lo gratuito. Lo consiguió, pero no tal como esperaba.

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