19 Veces en las que nuestros lectores vivieron momentos marcados por lo inexplicable

Historias
hace 2 años

Ya lo dijo el gran escritor William Shakespeare: “Hay más cosas entre el cielo y la tierra de lo que sueña nuestra vana filosofía”, y algunos acontecimientos del día a día, por más corrientes que puedan ser, parecen corroborar tal afirmación plasmada en Hamlet. Al final, la lógica no consigue explicar todas las situaciones por las cuales pasamos en la vida, ¿no es verdad?

En Genial.guru amamos las historias con finales sorprendentes, por eso fuimos detrás de relatos contados por nuestros lectores, los cuales demuestran que por más que se intente, ciertas cosas permanecen sin explicación.

  • Una amiga de la universidad me dijo que tuvo un sueño en el que yo estaba embarazada. Más o menos en esa misma época, mi mamá soñó con una cuna, ¡y mi papá también! En julio de 2020, descubrí mi embarazo. Yo soñaba mucho con una niña. Todos creían que tendría un niño, pero en el fondo yo ya lo sabía. Un año después, nació mi hija, Ceci. © Julia Massens / Facebook
  • El día en que mi madre falleció, soñé que ella hacía las maletas y se iba a una plataforma parecida a la de los aeropuertos. Eso fue a las 9 de la mañana. El mismo día, después de pasar varios días internada en el hospital, ella abandonó su cuerpo físico y descansó. © Ester Ferreira / Instagram
  • Mi hija dijo que me cuidaba cuando yo era bebé, que me llevaba al mercado en un carrito con rueditas para traer las bolsas (ella nunca vio uno de esos). Mi abuela me cuidaba e íbamos todos los viernes al mercado, exactamente como decía mi hija. Mi abuela se fue en 2012, y mi niña nació en 2018. © Aline Silva / Facebook
  • Soy masajista ayurveda. Me impresiona cómo aprendí tantas cosas en tan poco tiempo. En ocasiones, despierto inspirada y llena de ideas. Entonces, aplico esos pensamientos en los masajes. Y varias veces acabo descubriendo que esas ideas ya existen. Pero nunca vi a alguien haciéndolas para que me inspirasen. Me encanta ver videos de masajistas, esos que hacen masajes en las calles de la India. Se me pone la piel de gallina cuando veo “mis ideas” allí. Mis clientes me dicen que se sienten transportados muy lejos cuando reciben mi tratamiento. Soy una brasileña viviendo en Alemania. En cuanto a mis ideas, siento que estoy recordando cosas que ya sabía. Muchas veces, comienzo una sesión imaginando cómo sería, y al final digo: “¡Caramba! ¿Qué fue lo que hice?”. © Mariane Santos / Facebook
  • Cuando mi hijo menor tenía 4 años, soñé que encontraba a un amigo que no veía hacía años. En el sueño, le presentaba a un adolescente y le decía que era mi hijo. De repente, aparecía mi niño de 4 años, pero yo lo presentaba como el menor y decía que su nombre era Luis. Dos años después, quedé embarazada nuevamente de otro niño. Sin acordarme de ese sueño, lo llamamos Luis. ¡Y el menor es igual a su hermano! Tiempo después, recordé mi sueño. © Nãnashara C. Boehm S. Barbosa / Facebook
  • Mi hijo menor tiene 3 años, y nació 25 años después de que mi padre falleciera. Cuando tenía 10 días de vida, lo llevé a casa de mi abuela. Ella tomó al niño, él la miró y le sonrió. En ese mismo momento, mi abuela afirmó que “era mi padre, que había vuelto”. Meses después, cuando volví a su casa y le cambié los pañales a mi hijo, ella se dio cuenta de que tenía una manchita en la pierna derecha, igualita a una que mi padre tenía. Mi papá murió de un infarto y a mi hijo le diagnosticaron un soplo en el corazón pocos meses después de nacer. Para terminar, mi papá era policía, y a mi hijo le encantan los soldados. Dice que, cuando crezca, va a ser policía. © Valdnéia Borges / Facebook
  • Cuando estaba embarazada, todavía no sabía el sexo del bebé. Un día, soñé con mi abuelo, que murió antes de que mi padre cumpliera un año. Yo estaba acostada; él llegó y dijo que no me quería incomodar, solo quería decirle “hola” a su bisnieta. Hoy tengo a Esther. © Aline Chagas / Facebook
  • Mi hija de 4 años dijo que, antes de ser un bebé, era una ancianita, y que yo también lo era. Que éramos muy amigas y vivíamos en una casa colorida. © Michele Rempel Schualtz / Facebook
  • Mi tía, mi esposo y yo estábamos en la carretera. Después de unas cuatro horas de viaje, le pedí a mi marido que mantuviera distancia de un camión. Era uno nuevo, sin carga, normal, circulando correctamente. Se lo volvía a pedir y él disminuyó la velocidad. Instantes después, uno de los neumáticos del camión se soltó y el conductor redujo la velocidad bruscamente. Como no estábamos tan cerca, ¡mi esposo logró maniobrar hacia un costado y evitar la colisión! © Katia Insaurrade / Facebook
  • Cuando quedé embarazada, me puse muy triste porque mi padre no iba a conocer a mi hijo. Lloraba todos los días, hasta que cierto día, soñé con mi papá diciéndome que ya había conocido a mi hijo antes. Pues bien, el niño nació con una mancha en la barriga, en el mismo lugar en el que mi padre tenía una del mismo color, tamaño y forma. Sin mencionar la apariencia y las manías que él tenía y que nadie más posee, excepto mi hijo. © Dayanne Day Cardoso Alves / Facebook
  • Estuve tratando de quedar embarazada durante cuatro años, pero no lo lograba. Decidimos ir a una clínica de inseminación. Hicimos todos los exámenes y mi médica me dijo que tomara una medicación el primer día de mi próximo período. Cuando fui a darle clases a una de mis alumnas, me contó que su período se había retrasado. El mío también, pero en mí era algo normal. Entonces bromeamos una con la otra: “¡Estás embarazada!”. Yo tenía la certeza de que en mi caso era imposible. Mi alumna se hizo un test y le dio positivo. Me envió un mensaje contándome la buena noticia y me pidió que yo también me lo hiciera. Tenía un test en casa, pero como yo juraba que no estaba embarazada, no me lo hice. Esa noche soñé que estaba meciendo y amamantando a un bebito muy pequeño en mi cama. Desperté y corrí a hacerme el test... ¡dio positivo! Fue una de las mayores alegrías de mi vida. Solo me arrodillé, lloré y agradecí. Hoy mi hijo ya tiene 9 meses. Es hermoso, pícaro y muy feliz. © Pri Nunes / Facebook
  • La primera vez que viajé a Alemania, fue de casualidad. Fui a comprar un pasaje para Brasil y encontré una opción con escala en Múnich. Escogí el vuelo nocturno para pasar el día recorriendo la ciudad. Compré una guía, pero no llegué a leerla. Estando allí, reconocía toda la ciudad, sabía dónde terminaba cada calle, y lo más surreal fue que las personas me sonreían y hasta se acercaban a hablar conmigo, como si ya me conocieran. © Maria Angela de Magalhães / Facebook
  • Yo soñaba mucho con mi hijo mayor. Nueve años antes de que naciera, ya le contaba a mi esposo cómo iba a ser. Yo no quería ser madre en esa época. Pero cuando decidimos embarazarnos, ya sabía que sería un niño y que sería ese bebé de mis sueños. Y fue exactamente así. © Renata Cassani / Facebook
  • Cuando era pequeña, vivíamos en el campo. No teníamos radio, ni electricidad ni contacto alguno con los periódicos. Una noche soñé con una montaña muy famosa de mi país, pero nunca me imaginé que existiera de verdad. Muchos años después, la vi en la televisión y me quedé perpleja. © Teka Bueno / Facebook
  • Cierta vez, entré en un elevador con mi esposo. Dentro había un padre con su hijo, de aproximadamente 5 años. Al verme, el niño comenzó a tocarme. Al principio, me pareció bonito, pero también extraño, pues no lo conocía. Luego comenzó a pedirme que lo levantara; me tomaba de la mano, como si me hubiera confundido con alguien. Le pregunté al padre si la mamá del niño se parecía a mí y me dijo que no. El pequeño no paró de lloriquear hasta que lo tomé en brazos. Cuando lo hice, se recostó en mi hombro, como si se sintiera en casa, una cosa sobrenatural. Cuando salimos del elevador, no quiso bajarse de mis brazos por nada del mundo. Su padre, sin entender nada, solo pedía disculpas. Tuvo que arrancarlo de mis brazos para poder irse. El pequeño se fue llorando, como si no quisiera despedirse, como si me conociera. Ese día no logré pensar en nada más que en eso. © Michelly Dias / Facebook
  • Descubrí que estaba embarazada y, a la semana siguiente, soñé con un bebé varón, sentado en mi regazo, en el asiento del pasajero del auto de mi esposo. Recuerdo muy bien su rostro hasta hoy. Luego soñé que mi madre cargaba a un bebé muy sonriente en el regazo con una manta azul, dentro de un tren. Cuando fui a hacerme el ultrasonido para saber el sexo del bebé, estaba segura de que era un varón. Hoy soy mamá de Matías. Y es exactamente igual a como lo vi en mi sueño. © Danielle Ramos / Facebook
  • Ya llevaba casada nueve años. Un día, mi suegra llamó a mi esposo y le dijo que había soñado con nosotros. En su sueño, yo le daba un regalo a mi marido y, cuando lo abría, era un niño. Antes de que su madre le contara esa historia, él había soñado que miraba a un pequeño y se decían “te amo” uno al otro. Un año y seis meses después, nació mi hijo, el mismo día en que su padre cumplía años. Detalle: fue un parto normal, no programado. Hoy mi hijo tiene 4 años, y varias veces he podido ver esa escena donde los dos se miran y se dicen “te amo” al mismo tiempo. © Adriana Rodrigues / Facebook
  • Hacía 20 años que no veía a una amiga de la infancia, a pesar de que vivíamos en la misma ciudad. Una noche, soñé con ella. A la mañana siguiente salí a hacer unas compras al supermercado, y mientras estaba en la caja pagando, ella entró, me sonrió y me preguntó cómo estaba. ¡Increíble coincidencia! © Cristina Moreira / Facebook
  • Una vez, soñé que dejaron un bebé en la puerta de mi casa, con una carta diciendo que era el nieto de mi madre. Al despertar, le conté lo que había soñado. Ese mismo día, un muchacho de unos 17 años golpeó la puerta de mi casa, ¡y me dijo que era el nieto de mi madre! Se hizo un ADN y realmente lo era. © Poliana Meira Lisboa / Facebook

¿Conoces alguna historia tan sorprendente, similar a estas? ¿Alguna vez pasaste por una situación parecida a las mencionadas, que la lógica no logró explicar?

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