20+ Personas que darían la mitad de su reino por la oportunidad de dormir un poco

Imagina que recibes un ascenso, terminas una carrera o cumples una meta que te costó años lograr. Pero, en lugar de sentir orgullo, algo te incomoda. ¿Te sientes identificada? ¿Eres de las que piensan que “fue suerte”, “no soy tan buena como piensan” o “en cualquier momento se dan cuenta de que no sé lo que hago”?
Si esto te resulta familiar, es probable que estés experimentando el síndrome del impostor, un fenómeno psicológico en el que las personas no logran internalizar sus logros y sienten un miedo constante a ser descubiertas como “fraudes”.
El término fue acuñado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Se refiere a la creencia persistente de que no somos lo suficientemente competentes, a pesar de tener evidencia clara de éxito.
Afecta a personas exitosas de todos los ámbitos: desde estudiantes destacados hasta profesionales con años de experiencia. No es un trastorno mental, pero puede tener consecuencias profundas: baja autoestima, ansiedad, agotamiento e incluso evitar nuevas oportunidades por miedo a “no estar a la altura”.
¿Cuál es tu tipo de síndrome de impostor?
El mínimo error lo vives como un fracaso total. Crees que todo debe salir perfecto o no sirve. Aunque logres el 99% de sus metas, te enfocarás solo en el 1% que falló.
Crees que todo debe salir bien a la primera. Si necesitas esforzarte o pedir ayuda, sientes que es un fracaso. La dificultad la interpretas como una falta de talento.
Te convences de que no sabes lo suficiente. Vives con miedo de ser “descubierta” como inexperta, aunque tengas formación, experiencia y logros comprobables.
Te exiges al extremo para sobresalir en todas las áreas: trabajo, familia, vida social, salud, productividad. Crees que si no estás siempre rindiendo al máximo, no mereces el éxito que tienes. Adictas al trabajo se reconocen en esta categoría.
Necesitas hacerlo todo por ti misma. De lo contario, sientes que nadie lo hará como tú. Sientes que pedir ayuda te hace sentir débil o incompetente.
La próxima vez que te encuentres dudando de tus logros, recuerda: no estás sola. Millones de personas atraviesan lo mismo, incluso aquellas que admiras...
El síndrome del impostor no es una señal de incapacidad, sino de conciencia. Pero no dejes que la duda defina tu valor. Tú llegaste hasta aquí por mérito propio. Y mereces estar donde estás.
¿Alguna vez te ha sucedido? ¿Qué se siente? Cuéntanos y comparte con tus amigas.