12 Personas cuentan el momento exacto en que todo se volvió rarísimo

Cada mañana, muchas personas se miran al espejo por distintas razones: para seguir su rutina de cuidado facial, repetir afirmaciones positivas o simplemente revisar si hay algún cambio en su rostro. Al hacerlo, es posible que noten algunos bultos en la piel. Pero cuidado, no siempre se trata de acné, a veces pueden ser algo completamente diferente.
El contenido proporcionado es solo para fines informativos y no pretende sustituir el consejo, diagnóstico ni tratamiento médico profesional. Siempre consulte a su médico u otro profesional de la salud calificado si tiene alguna pregunta sobre una afección médica.
Tu rostro constantemente está expuesto a una mezcla de células muertas, suciedad, contaminación y al frecuente contacto con las manos. Con tantos factores en juego, no es de extrañar que, de vez en cuando, aparezca un granito.
Sin embargo, no todos los bultos en la cara están relacionados con el acné. Algunos pueden deberse a causas inofensivas, como reacciones alérgicas o picaduras de insectos, mientras que otros podrían ser señales de problemas de salud más serios, como el cáncer de piel o ciertos trastornos en la sangre.
Estas protuberancias pueden variar en tamaño, color y forma, y la mayoría suelen ser inofensivas. Aun así, es importante consultar al médico si notas que alguna crece, sangra o cambia de aspecto. En este artículo te ayudaremos a reconocer los tipos más comunes de bultos en el rostro que no están relacionados con el acné.
La hiperplasia sebácea puede parecer acné, pero en realidad se trata del agrandamiento de las glándulas sebáceas. Estas glándulas producen sebo, una sustancia que mantiene la piel hidratada. Cuando aumentan de tamaño, pueden formar bultos blandos o firmes, de color blanco, amarillo o del tono de la piel. Las fluctuaciones hormonales son un desencadenante común.
Esta condición suele presentarse en personas mayores de 40 años. A diferencia de los milios, estos bultos suelen tener una pequeña hendidura en el centro. Como en algunos casos pueden parecerse al carcinoma basocelular, un tipo de cáncer de piel, es importante que cualquier bulto sospechoso sea evaluado por un profesional de la salud.
Aunque generalmente es inofensiva y no requiere tratamiento, puede eliminarse si resulta molesta. Las opciones incluyen medicamentos tópicos o un procedimiento llamado electrodesecación. Además, productos con niacinamida, retinol o ácido salicílico pueden ayudar a reducir su apariencia.
Los siringomas son crecimientos benignos que se originan en las glándulas sudoríparas. Suelen presentarse como pequeños bultos firmes, redondos y del tono de la piel o ligeramente amarillos. Es común que aparezcan en grupos alrededor de los párpados, aunque también pueden desarrollarse en el rostro, las axilas, el pecho, el ombligo o la vulva. Generalmente miden entre uno y tres milímetros y comienzan a aparecer durante la adolescencia. Son más frecuentes en mujeres.
Esta condición se debe a una proliferación de células dentro de las glándulas sudoríparas, las cuales se encargan de regular la temperatura corporal mediante la producción de sudor. Esta proliferación puede desencadenarse por diversos factores, como la genética, la actividad física, el calor, el estrés o algunas condiciones de salud subyacentes.
Como los siringomas pueden confundirse con otros problemas cutáneos, como el xantelasma (depósitos de colesterol), los tricoepiteliomas o incluso el carcinoma basocelular, es importante acudir a un especialista para obtener un diagnóstico preciso. Existen opciones de tratamiento, como la terapia láser o la electrocirugía, aunque los resultados pueden variar y existe la posibilidad de que quede una leve cicatriz.
El molusco contagioso es una infección viral de la piel que provoca pequeños bultos parecidos a verrugas. Estas protuberancias suelen ser rosadas, del tono de la piel o marrón claro, y a menudo presentan una pequeña hendidura en el centro. Aunque por lo general son inofensivas, pueden causar picazón o provocar enrojecimiento e irritación en la piel que las rodea.
Esta condición es contagiosa y se transmite por contacto directo de piel con piel o al compartir objetos personales, como toallas, ropa o sábanas. Aunque es más común en niños, también puede presentarse en adultos.
Los bultos suelen desaparecer por sí solos con el tiempo, aunque el proceso puede tardar desde varios meses hasta algunos años. Para quienes prefieren resultados más rápidos, existen tratamientos dermatológicos. Las opciones incluyen medicamentos tópicos como la cantaridina, crioterapia (congelación) o la extracción cuidadosa por parte de un profesional de la salud.
Si notas pequeños bultitos blancos, lisos y persistentes en el rostro, es posible que se trate de milia. Estos diminutos quistes suelen aparecer en grupos, especialmente en las mejillas, la nariz o alrededor de los ojos. Según explica la Dra. Carmen Castilla, dermatóloga certificada en Nueva York, los milios se forman cuando las células muertas quedan atrapadas bajo la superficie de la piel.
Pueden desarrollarse debido a traumatismos en la piel, el uso de productos cosméticos pesados que obstruyen los poros, la exposición prolongada al sol o ciertas condiciones hereditarias. Para reducir el riesgo, se recomienda evitar la fricción excesiva y optar por productos ligeros y no comedogénicos, en lugar de cremas espesas. Los exfoliantes químicos suaves también pueden ayudar a mantener la piel limpia. Si los bultitos persisten, un dermatólogo puede retirarlos de manera segura.
Los quistes sebáceos son protuberancias inofensivas que se desarrollan lentamente debajo de la piel. Suelen aparecer en zonas como el cuero cabelludo, el rostro, las orejas, la espalda, el pecho o la ingle. Pueden formarse por la ruptura de un folículo piloso, un conducto mal formado, una lesión o, en algunos casos, sin una causa aparente. Por lo general, están llenos de una mezcla de queratina, grasa y células muertas.
A diferencia de la hiperplasia sebácea, que se percibe más fija a la piel, los quistes sebáceos suelen moverse ligeramente al presionarlos, con una textura similar a la de un pequeño globo de agua blando. Pueden permanecer del mismo tamaño, crecer con el tiempo o llegar a inflamarse, irritarse e incluso reventar, lo que aumenta el riesgo de infección.
En muchos casos no requieren tratamiento, a menos que resulten molestos, dolorosos o se infecten. Si es necesario, el tratamiento médico puede incluir drenaje, inyecciones de esteroides, antibióticos o extirpación quirúrgica para prevenir su reaparición.
El xantelasma se presenta como parches o bultos de color blanco o amarillo pálido cerca de los ojos, por lo general en los párpados. Estas formaciones suelen ser planas y de contornos irregulares, lo que las distingue del aspecto pequeño y elevado de los milios.
Estos bultos están compuestos por depósitos de colesterol bajo la piel, y quienes los desarrollan suelen tener niveles elevados de colesterol. Aunque el xantelasma no es muy común, no desaparece por sí solo.
Si bien no representa un riesgo para la salud, muchas personas deciden eliminarlo por motivos estéticos. Las opciones de tratamiento incluyen extirpación quirúrgica, terapia láser o crioterapia (congelación). Si notas este tipo de bultos, se recomienda consultar a un profesional de la salud, ya que podrían ser una señal de colesterol alto u otros problemas médicos.
La queratosis pilaris es una afección cutánea común que provoca pequeños bultos ásperos, que pueden ser rojos, morados o del mismo tono que tu piel. A menudo se le conoce como “piel de gallina” por su apariencia y textura. Suele aparecer en la parte superior de los brazos o los muslos, aunque también puede afectar las mejillas.
Su causa exacta no se conoce del todo, pero suele tener un componente hereditario y es más frecuente en personas con eccema. Aunque es inofensiva y tiende a mejorar con el tiempo, es posible suavizar su textura con el uso regular de cremas exfoliantes e hidratantes.
Esta guía puede ayudarte a identificar y comprender un bulto inusual en la piel. Si notas una protuberancia roja en el rostro, es importante determinar si se trata de acné o de otra condición. El acné suele presentarse junto con otros signos, como puntos negros, puntos blancos o más granitos. Estas imperfecciones pueden contener pus, sentirse sensibles, especialmente si están inflamadas, y suelen durar varias semanas.
En cambio, muchos otros bultos en la piel no causan dolor, aparecen de forma aislada y no están rodeados por otros brotes.
Si tienes un bulto persistente que no desaparece y no sabes qué es, lo más recomendable es consultar a un médico o dermatólogo. La atención médica es especialmente importante si el bulto sangra y no cicatriza, cambia de tamaño o color, se convierte en una llaga abierta, se propaga rápidamente o causa molestias como picazón o dolor.
La mayoría de las protuberancias en el rostro, como los poros obstruidos o los milios, suelen ser inofensivas y no requieren tratamiento. Sin embargo, dado que algunas pueden ser señal de afecciones más serias, lo más recomendable es acudir a un especialista para obtener un diagnóstico adecuado y mayor tranquilidad.
Algunas señales suelen pasar desapercibidas, pero podrían ser una advertencia. En el caso de una posible deficiencia de colágeno, estas son algunas a las que conviene prestar atención.