8 Razones por las cuales a los malos alumnos les va mucho mejor en la vida que a los que se sacan notas excelentes

Psicología
hace 1 año

Muchos de nosotros hemos escuchado en la infancia la estricta orden de nuestros padres: “¡Debes estudiar!”. Y cuando volvíamos a casa con una mala nota (para algunos bastaba que fuera solo un punto menos del excelente), escuchábamos obedientemente los encendidos regaños de mamá y estudiábamos los libros de texto durante horas. Pero, como a menudo demuestra la vida, la búsqueda de buenas calificaciones en la escuela es completamente inútil. ¿Cuántas veces te has encontrado con el hecho de que el mejor alumno de ayer va a buscar trabajo en una empresa dirigida por un ex “vergüenza de la clase” que vivía copiándose de todo el mundo?

¿Aún mantienes el contacto con tus compañeros de clase? ¿Sabes dónde trabaja el peor estudiante de tu grupo?

1. No persiguen las notas

Para la mayoría de los estudiantes excelentes, las calificaciones son un indicador de éxito: una vez que obtienen una buena nota, bien hecho, lograron algo. Pero esta forma de pensar no permite darse cuenta de que cualquier evaluación es subjetiva y depende no solo de la calidad del conocimiento, sino también de otros factores, por ejemplo, la actitud del maestro y, a veces, solo de su estado de ánimo. Los malos alumnos no necesitan confirmar su éxito con buenas calificaciones. En el camino hacia la meta, se guían no por la aprobación de otras personas, sino por la satisfacción interna del trabajo realizado.

2. No tratan de ganarse el buen trato de los demás

Para los estudiantes excelentes, por regla general, es muy importante causar una buena impresión en el maestro. Es por eso que muchos de ellos intentan ser estudiantes diligentes, levantar la mano incluso en las lecciones más aburridas y complacer a los maestros sin cuestionarlos. Los niños con bajo rendimiento generalmente no intentan impresionar a nadie. Aunque tratan a los maestros con respeto, no se desviven por complacerlos.

Como lo demuestra la experiencia, de adultos, tanto los buenos alumnos como los regulares, implementarán el mismo modelo y comportamiento frente a sus superiores.

3. No hacen todo por su cuenta

Muchos estudiantes excelentes, incluso después de graduarse de la escuela secundaria, continúan siendo guiados por la regla “si quieres hacerlo bien, hazlo tú mismo”. Todo porque se han acostumbrado desde la escuela a dar el 100 % de sí mismos en lo que sea, y controlar todo personalmente. Mientras que los malos alumnos, los perezosos y los estudiantes regulares usaban las capacidades de otras personas dependiendo de sus habilidades (“Copiaré la tarea de matemáticas de Natalia, mientras que la de química la hará mejor Pedro, me copiaré de él”).

En la edad adulta, tanto los excelentes estudiantes como el equipo de los regulares continúan siguiendo este principio: algunos se esfuerzan hasta quedar sin nada de energía, mientras que otros delegan tareas a sus subordinados o colegas.

4. Se permiten actuar de manera imperfecta

En psicología, existe el término “síndrome del estudiante”, cuando una persona construye su vida sobre el principio de “hacer todo perfectamente o no hacerlo en absoluto”. Vivir con esa actitud es increíblemente difícil, porque lograr el éxito en todas las áreas es imposible. Una persona se sentará durante días en un trabajo que no le gusta, obligándose a esforzarse aún más, o, por el contrario, nunca se atreverá a hacer lo que realmente le gusta, por temor al fracaso.

Y aquí hay un ejemplo perfecto de eso: “Hace mucho, un niño estudió conmigo en una escuela de arte. Dibujaba bien, pero en la última clase dejó de prestarle atención al estudio y, como un típico mal estudiante, dejó la escuela con un certificado, no con un diploma. Ni eso, ni el hecho de que sus primeras obras fueran criticadas le impidió convertirse en uno de los mejores artistas de grafiti del país. Ahora recibe pedidos de todo el mundo. Si fuera un perfeccionista, obsesionado con las evaluaciones, su talento no se habría revelado”.

5. No malgastan su energía

Un mal estudiante nunca se obligará a hacer lo que no le gusta y a malgastar energía en algo que no considera importante, sino que se centrará en lo que es realmente interesante para él. Un buen estudiante se obligará a esforzarse hasta el desmayo solo para no bajar en los indicadores del buen rendimiento.

A menudo sucede que el “excelente estudiante” también gasta energía en lo que no le gusta en la edad adulta, ya sea en un trabajo no satisfactorio o en una relación que no lo hace feliz.

6. Tienen algo que hacer además de estudiar

Mientras los compañeros de clase que son buenos estudiantes pasan horas sentados detrás de los libros de texto para no quedarse atrás en la carrera por el rendimiento académico, los niños que no estudian tan bien pasan su tiempo libre a su antojo: leen, practican deportes, hacen música, bailan o simplemente juegan con los chicos del barrio.

Según los psicólogos, es muy difícil para los niños que son excelentes estudiantes relajarse porque están en constante tensión, no solo mental, sino también psicológica. Desafortunadamente, los excelentes alumnos a menudo llevan este problema con ellos a la edad adulta: están perseguidos por una ansiedad sin causa y el miedo a no estar a la altura de las expectativas de alguien.

7. Son capaces de soportar no solo los altos, sino también los bajos

Probablemente, todos hemos conocido a esos estudiantes para quienes obtener un solo punto menos del excelente era como una afirmación de su propia inutilidad y mediocridad. En la vida, esas personas experimentan muy dolorosamente los fracasos, y cualquier error, incluso el más insignificante, es percibido por ellos como una tragedia. Los malos estudiantes están acostumbrados a obtener no solo buenas calificaciones, sino también las malas. Para ellos, un “insuficiente” no es el fin del mundo, sino solo una marca en un papel. En la vida, a esta clase de personas les resulta mucho más fácil adaptarse al estrés y se recuperan más rápido después de un fracaso.

8. Están listos para correr riesgos

A aquellos que alguna vez estuvieron pasando de una mala nota a otra, el estudio en la escuela les enseñó a actuar según la situación, buscar una salida e incluso arriesgarse en uno u otro momento. Sus padres no tienen su futuro programado por varias décadas y, por lo tanto, se permiten soñar, vivir sin seguir ningún plan estricto, y es más fácil para ellos relacionarse con sus propios errores.

Si un día un mal alumno comprende que quiere abandonar la universidad, cambiar de profesión o irse a vivir a otro país, lo más probable es que lo haga. Y, curiosamente, las cosas le saldrán bien, quizás precisamente porque esa persona está acostumbrada a escuchar su propia voz interior mucho más que las opiniones de los demás.

Ten en cuenta: este artículo se actualizó en febrero de 2023 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.

Comentarios

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Me recuerda la historia de mi sobrino no queria estudiar aunque le encantaban los autos entonces optaron por llevarlo a una escuela de reparacion y mantenimiento de autos y hoy que ya es un joven casado trabaja en eso y le va bien

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Yo no soy así, soy una de las mejores estudiantes en mi colegio y eso no me impide divertirme, pasarla bien y además casi nunca me quedo estudiando solo por las clases. Una total falta de respeto a los buenos estudiantes.

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Leyera este artículo un alumno japonés, chino, coreano, finlandés, etc... De países de primer mundo y diría “Por notas así, están como están". La disciplina es uno de los pilares del empoderamiento. Un vago mantenido, jamás entenderá lo que es una meta a largo plazo, siempre será una carga y bueno, hasta que le dure la suerte de tener quien mantenga su pobreza de crecimiento personal.

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