9 Frases mágicas de los psicólogos que harán a un niño menos caprichoso y más obediente
Todos los padres cuentan con un repertorio de frases hechas a las que recurren a menudo para comunicarse con su hijo. "¡No llores!", "¡Deja de hacer eso!","¡Pide perdón inmediatamente!" y similares. Muchos padres, con frecuencia, dicen esto con el objetivo de que sus hijos se vuelvan más obedientes, educados y disciplinados, pero resulta que tan solo obtienen el efecto opuesto. Un niño, como respuesta a las exigencias de sus padres, puede comenzar a comportarse aún peor, no obedeciendo y volviéndose más caprichoso. A nadie, incluidos los niños, le gusta oír amenazas ni recibir órdenes estrictas. Y de ahí surge una resistencia bastante natural.
En Genial.guru recopilamos frases mágicas que los psicólogos recomiendan usar para comunicarse con los niños. Si las aplicas, al pequeño le resultará mucho más agradable responder a tus peticiones y tu relación con él mejorará, haciendo que entenderse mutuamente sea más fácil.
1. "Cuando termines con los deberes, salimos a pasear" en vez de "¡Ponte a hacer los deberes ya!"
Acentúa la atención del niño en los momentos agradables que lo esperan tras haber terminado sus deberes. En lugar de recurrir a las amenazas y a la coerción, haz hincapié en frases agradables y prométele que le espera algo bueno.
"Los vendedores de automóviles, a menudo, utilizan este esquema: 'Cuando regresemos de la prueba de conducción, usted podrá elegir los colores del interior'. Ni siquiera te preguntan si quieres probar a conducir este vehículo. Ya te llevan cautelosamente hacia la compra", señala Alicia Eaton, una hipnoterapeuta y lingüista. Atendiendo a su opinión, este truco publicitario puede funcionar con los niños.
2. "Recuérdamelo, ¿cómo se cepillan correctamente los dientes?" en vez de "¡Otra vez has olvidado cepillarte los dientes!"
Finge de forma consciente ante tu hijo que has olvidado cómo se realiza una acción que no le gusta mucho. Si se trata de cepillarse los dientes, toma un cepillo y empieza a moverlo alrededor de los ojos, por ejemplo, diciendo "Se me ha olvidado cómo hacerlo. ¿Así está bien?". El niño se reirá y te corregirá. Entonces conviertes un proceso aburrido en un juego emocionante.
Si el niño ha ignorado u olvidado alguna instrucción tuya, también puedes jugar a la "pérdida de memoria". Pregúntale: "Parece que te dije algo hace 5 minutos. ¿Qué fue lo que te pregunté? No lo recuerdo", aconseja la psicóloga infantil Shelly Phillips. De esta manera, el niño se recordará a sí mismo aquello que todavía tiene pendiente de hacer.
3. "Me preguntaste, te contesté" en vez de "¡Te dije ya que no! ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?"
4. "¿Cómo podemos resolver este problema?" en vez de "¡No llores más!"
En lugar de regañar a un niño por llorar o quejarse, ayúdalo a resolver el problema. Puedes decirle: "Vamos a pensar en lo que se puede hacer".
Si el niño tiene una edad suficiente y quieres que aprenda solo a hacer frente a las dificultades, en respuesta a sus quejas bien que vale preguntar: "¿Me estás contando esto ahora para cambiar la situación?".
Si el niño a menudo dice "¡No puedo!", por ejemplo, "¡No puedo entender las matemáticas!", responde que "Simplemente, todavía no has encontrado la forma correcta de hacer este ejercicio". "La idea es cambiar el enfoque de la conversación sobre lo que no puede hacer tu hijo por aquello que sí puede", explica Alicia Eaton.
5. "¿Qué camiseta te pondrás para ir a la escuela?" en vez de "¡Vístete, ya te lo he dicho!"
Preguntas de tal manera como si el niño ya hubiera aceptado vestirse, solo le queda elegir el color de la camiseta. "Crea para el niño la ilusión de la elección", aconseja Alicia Eaton. Este método funciona en muchos casos.
Si no quiere hacer unos complicados deberes, dale al niño la opción de cuándo hacerlos: "¿Quieres trabajar en tu proyecto de la escuela hoy o mañana?". Si tu pequeño se retuerce en la mesa, pregunta: "¿Quieres probar primero la ensalada o la hamburguesa?".
Si el niño no suelta el teléfono de sus manos: "¿Dónde dejamos tu teléfono para descansar e ir a disfrutar del almuerzo, lo dejamos en el pasillo o en el dormitorio?".
6. "¡Gracias por tu ayuda!" en vez de "Si haces esto, te compraré ese juguete"
Este "soborno" no le enseña al niño que a veces se debe ayudar a mamá y a papá solo para complacer a sus padres y mantener el orden en la casa. Es mejor decir: "¡Muchas gracias por ayudarme a limpiar!".
"Cuando ofrecemos nuestra más sincera gratitud, los niños están realmente motivados a ayudar", asegura convencida Shelly Phillips. Y si tu hijo no quiere ayudarte, recuérdale el momento en que lo hizo: "¿Recuerdas que sacaste la basura la semana pasada? Me ayudaste mucho. ¡Gracias!". Luego, deja que tu hijo llegue a la conclusión de que la ayuda es divertida y realmente útil.
Otra pregunta que invita a ayudar es la siguiente: "¿Quién quiere ser el primer asistente del chef en la cocina?", en lugar de la exigente frase del tipo "¡Ayúdame en la cocina!", precisa la autora de algunos libros sobre educación positiva, Rebecca Eanes.
7. "Vamos a hacer esto" en vez de "¡Déjalo ya!"
"Deja de correr", "deja de portarte mal", "deja de gritar": los niños no perciben bien estas pautas. El cerebro del pequeño está programado para realizar lo que le dicen los adultos, no lo que no tiene que hacer.
Cuando dices "deja de correr", el niño percibe solo "correr". Es mejor decir simplemente: "Camina tranquilamente" o "tus piernas están cansadas y quieren caminar más despacio". Entonces, solo le das al niño a entender lo que tiene que hacer. "Además, tus instrucciones sonarán más positivas", subraya Katie Mertes, pedagoga y maestra en educación temprana.
8. "Vamos a arreglar todo esto" en vez de "¡Pide perdón de inmediato!"
A los niños pequeños se les enseña a disculparse mucho antes de que realmente sean capaces de arrepentirse de sus acciones equivocadas. La disculpa actúa como algo que calma a los adultos porque es cortés, pero los estudios revelan que la palabra estándar "perdón" no enseña a los niños a ser más sensibles.
En cambio, es mucho más productivo enseñarle a un niño a actuar para ayudar a una persona a la que ha ofendido. Si rompió el castillo de arena de otro niño, que ayude a construir uno nuevo. Si golpea a alguien, el paso siguiente será ir a buscar hielo. Cuando los niños se dan cuenta de que sus acciones tienen consecuencias reales y requieren de más que una simple y formal frase de disculpa, son menos propensos a repetir sus errores, a la vez que aprenden a empatizar. De esto, está convencida Katie Mertes.
9. "Al igual que tú, yo entiendo que..." en vez de "¿Ves? ¡Te lo advertí!"
Alicia Eaton sugiere ponerse en el lugar de tu hijo con la frase "Yo, como tú, entiendo que..." y "Tú, igual que yo, entiendes que...". Ejemplos: "Tú, igual que yo, entiendes que es más fácil hacer la tarea en una mesa ordenada"; "Yo, al igual que tú, entiendo que el helado es más delicioso que la sopa, pero tus dientes acaban resintiéndose, como la otra vez"; "Yo, como tú, de pequeña, también tardaba mucho en elegir qué vestido ponerme para la fiesta. Y es por eso que a menudo llegaba tarde".
"La plantilla 'al igual que tú', es útil para establecer un diálogo y puede mejorar tanto la autoestima de tu hijo como establecer una comprensión mutua", explica Alicia Eaton.