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El croissant bread ha revolucionado el mundo de la repostería, convirtiéndose en el nuevo tesoro de las panaderías gourmet y las redes sociales. Esta delicia, que fusiona la esencia mantecosa del croissant tradicional con el formato práctico de un pan de molde, no solo es un placer para el paladar, sino también un fascinante proyecto de panadería casera.
Su éxito radica en esa textura única: una corteza dorada y escamosa que esconde una miga vaporosa y llena de capas, perfecta para tostar, untar o disfrutar tal cual. Su atractivo va más allá del sabor: es una experiencia sensorial que combina el arte del laminado con la ciencia de la fermentación, creando un producto tan fotogénico como delicioso. Esta es su receta:
Comienza mezclando en un bowl grande 500 g de harina de fuerza con 30 g de azúcar, 10 g de sal y 8 g de levadura seca. Añade 240 ml de leche entera fría poco a poco mientras vas integrando los ingredientes con tus manos. La masa debe quedar ligeramente pegajosa pero manejable, desprendiéndose de los bordes del recipiente.
Cuando la tengas unida, transfiérela a una superficie ligeramente enharinada y amásala durante unos 10 minutos hasta que notes que se vuelve suave y elástica. Sabrás que está lista cuando puedas estirar un pequeño trozo sin que se rompa, formando una membrana fina y translúcida.
Este es el paso más crucial y donde necesitarás paciencia. Primero, aplana la masa formando un rectángulo de unos 25×35 cm. Coloca Coloca 280 g de mantequilla fría cortada en láminas delgadas en el centro, dejando libre un tercio de masa a cada lado. Dobla primero un lado sobre la mantequilla y luego el otro, como si cerraras un libro.
Gira la masa 90 grados y vuelve a estirar cuidadosamente hasta obtener otro rectángulo. Repite este proceso de doblado y estirado tres veces en total, refrigerando la masa 20 minutos entre cada laminado para mantener la mantequilla firme.
Para el formado final, estira la masa por última vez y enróllala sobre sí misma como si fuera un brazo de gitano. Corta el rollo en cinco porciones iguales y colócalas en un molde para pan previamente engrasado. Tapa con un paño limpio y deja levar en un lugar cálido hasta que doble su volumen, lo que puede tomar unas 2 horas.
Precalienta el horno a 190°C y, justo antes de hornear, pinta la superficie de la masa con huevo batido para conseguir ese brillo dorado característico. Hornea durante 35 minutos, rotando el molde a mitad de cocción para que se dore uniformemente.
Mantén todos los ingredientes fríos durante el proceso, especialmente la mantequilla. Si en algún momento la masa se calienta demasiado y la mantequilla comienza a ablandarse, métela en el refrigerador unos minutos antes de continuar.
Cuando estés laminando, si notas que la masa se resiste al estirado, déjala reposar 5 minutos para que el gluten se relaje. Y muy importante: no te saltes los tiempos de refrigeración, son esenciales para lograr esas capas perfectas.
El croissant bread es más que una moda pasajera: es un emocionante proyecto de panadería que te permitirá dominar técnicas esenciales como el laminado y el control de fermentación. Aunque requiere tiempo y atención al detalle, el resultado vale cada minuto de esfuerzo. Cuando saques ese pan dorado del horno y sientas su aroma a mantequilla tostada, entenderás por qué ha conquistado a tantos amantes de la buena repostería. ¿Lo has intentado ya?, ¿cómo salió?