20 Usuarios que presenciaron cómo la vida impartió una lección de humildad a aquellos que lo necesitaban

Las relaciones románticas entre personas de diferentes culturas pueden volverse complicadas debido a los choques culturales que surgen inevitablemente. Sin embargo, como en cualquier relación, la clase está en la comunicación, la negociación y el establecimiento de acuerdos.
Una mujer se mudó a otro país para vivir con su pareja, pero la comida local le provocó tantos malestares que tuvo que cambiar por completo su dieta. A pesar de ello, su novio no parece sentirse cómodo con la nueva situación y asegura sentirse obligado, pero, ¿realmente es así?
Soy originaria de Francia y me mudé a los Estados Unidos hace casi dos años. Por alguna razón, la comida de aquí me enferma. No en el sentido de que me disguste o me dé asco, sino de que me hace enfermar físicamente porque creo que a mi cuerpo le cuesta digerirla.
Ya sea comida rápida o comida de algún restaurante caro, me pasa que, no puedo ir al baño en días o no puedo dejar de vomitar. Intenté tratar eso durante varios meses, pero comencé a perder mucho peso de forma muy rápida porque no podía comer. Así que terminé desarrollando una seria aversión a la comida, por lo que mi familia me recomendó consultar a un especialista.
Como nunca había tenido problemas en casa, me aterraba tener una enfermedad grave. Fui con varios médicos, me pincharon, me hicieron análisis y múltiples pruebas, pero todos siempre decían que todo estaba normal, que no tenía nada malo.
Decidí hablar con un dietista y me explicó que mi problema posiblemente se debía a que mi cuerpo no estaba acostumbrado a la cantidad de sal y conservadores que se encuentra en los alimentos en Estados Unidos, por lo que el médico me recomendó consumir productos frescos y orgánicos para ver cómo reaccionaba mi cuerpo. Por fortuna, logré mejorar.
Dejé de vomitar y comencé a ganar peso poco a poco. Opté por cocinar desde cero y a preparar comidas para toda la semana para poder ahorrar tiempo. Mi papá es chef, así que estuvo más que contento de enviarme algunas recetas para no aburrirme de mi dieta.
Un día, hice una deliciosa lasaña vegetariana desde cero y la metí al horno para que se cocinara. Mi novio, que es estadounidense, llegó del trabajo y preguntó qué había para cenar. Cuando le dije que estaba cocinando una lasaña vegetariana, él puso los ojos en blanco y dijo que estaba harto de la comida orgánica y que prefería comer una hamburguesa con queso.
Este comentario me dolió mucho porque realmente me esfuerzo a la hora de cocinar para que tengamos platillos variados y no siempre comamos lo mismo.
Después de su reacción, le contesté que ni siquiera podía hacerle hamburguesas porque no tenía pan y él respondió que le parecía injusto que yo lo obligara a comer de mi dieta. La verdad es que nunca pensé que él estuviera en contra de mi alimentación, pues yo veía como él se beneficiaba de las comidas caseras, y notaba cómo la ropa comenzaba a quedarle mucho mejor, además de que tenía más energía y ya no dormía tanto los fines de semana.
Me disculpé con él y le dije que no quería hacerlo sentir obligado, sin embargo, no sé cómo sentirme, ¿soy yo la mala por imponerle mi tipo de alimentación?.
El amor entre personas de diferentes culturas implica desafíos que van más allá de lo emocional, como adaptarse a un nuevo entorno o en este caso, cambiar la dieta por salud. Lo importante es recordar que una relación también implica comunicación, respeto y acuerdos que beneficien a ambos sin imposiciones.
Al final, cada pareja debe encontrar su propio equilibrio. ¿Y tú? ¿Crees que vale la pena cambiar completamente tus hábitos por amor, o es mejor encontrar juntos un punto medio que funcione para ambos? ¿Qué harías tú en esta situación?