Cómo se veían estas 10 ruinas antiguas y sitios arqueológicos
Todo el mundo ama un buen punto de referencia: el Coliseo romano, la antigua ciudad de Machu Picchu, las pirámides de Guiza. Pero ¿alguna vez te has preguntado cómo se veían antes? Hace mucho tiempo, en los días en que fueron construidos, ¿o incluso en el momento en que fueron cubiertos de hiedra y olvidados por la humanidad? Abróchate el cinturón, porque nos dirigimos a una aventura de viaje en el tiempo a los sitios arqueológicos más grandes del mundo. Nuestro recorrido comienza en América del Sur, en lo profundo de las montañas peruanas. He aquí: la ciudad de Machu Picchu. Este es un monumento al ingenio y poder de la civilización Inca. Durante su apogeo, esta se extendió 4000 km a lo largo de la costa de América del Sur, desde el actual Ecuador hasta Chile. Y Machu Picchu estaba ubicado en su corazón y centro. El sitio histórico se construyó a unos 2100 metros sobre el nivel del mar, más o menos alrededor del 1450 a. C.
La ciudad cerrada constaba de cerca de 150 edificios hechos de piedra. Los incas lograron construir templos, casas y hasta un complejo sistema de acueductos para regar todo el pueblo. Y sí, hicieron todo eso sin la ayuda de ruedas o cualquier instrumento hecho de hierro. El modelo de vivienda es algo similar a las casas de piedra que vemos hoy en día, con la diferencia de que los Incas no usaban cemento para unir los bloques. Sin embargo, encajaban perfectamente uno encima del otro. No solo eso, los incas debieron desarrollar una tecnología antisísmica rudimentaria pero efectiva, ya que, en caso de un sismo, las rocas podían sacudirse sin caer fuera de su lugar. Si Machu Picchu se hubiera construido hoy, habría costado más de 70 millones de dólares.
El propósito del sitio sigue siendo un misterio para muchos historiadores. Teorías sugieren que podría haber sido construido como un lugar ceremonial, una base de seguridad para el pueblo inca o incluso un retiro para la realeza. Lo que sabemos con certeza es que, en el siglo XVI, 100 años después de la construcción de Machu Picchu, su población la abandonó. Las raíces de los árboles se apoderaron de la mayor parte del sitio y lo mantuvieron oculto a la humanidad durante más de 4 siglos. No fue sino hasta el siglo XX que se redescubrió, cuando un agricultor peruano llevó al profesor de la Universidad Yale, Hiram Bingham III, a visitar el sitio. Desde entonces, Bingham y muchos otros exploradores dedicaron sus vidas e investigaciones al estudio de esta maravilla arqueológica. Ahora, la siguiente parada de nuestra máquina del tiempo: la ciudad de Pompeya, en Italia.
Pompeya ha llenado nuestro imaginario colectivo durante muchos años. La erupción del monte Vesubio en el año 79 d. C. y la destrucción de una ciudad entera no es algo que suceda muy a menudo. Pero apuesto a que te estás preguntando: ¿cómo se veía Pompeya en su último día? Se necesitaron 18 horas para que las calles, mercados, casas y foros de Pompeya quedaran enterrados bajo millones de toneladas de ceniza volcánica. Gracias a algunos científicos inteligentes, descubrimos que la lava y las cenizas que cubrieron la ciudad en su último día ayudaron a congelarla en el tiempo. A diferencia del hielo, la nube de cenizas no conservó intacta la ciudad. Pero a medida que los elementos se desintegraron a lo largo de 2000 años, dejaron vacíos debajo de la Tierra. Los arqueólogos descubrieron que si llenaban estos huecos con yeso, la forma de la ciudad enterrada pronto se revelaría.
Y eso es exactamente lo que sucedió. Por supuesto, no se parecía en nada a la bulliciosa ciudad de 12 000 habitantes que había existido durante muchos años antes de la fatídica erupción. Pompeya era vibrante y rica. Las ruinas del sitio revelaron que muchas áreas tenían casas impresionantes, algunas con balcones, lo que era un signo de gran riqueza en ese momento. Y lo creas o no, incluso algunas obras de arte sobrevivieron a la erupción: arqueólogos encontraron frescos y murales bien conservados de criaturas mitológicas, lo que indica que miembros de la alta sociedad vivían allí. Las ruinas muestran que la ciudad incluso tuvo baños termales y duchas hechas con materiales lujosos. Ah, y aparentemente, la gente de Pompeya tenía unos dientes increíbles. ¡Sí, arqueólogos pudieron ver incluso ese pequeño nivel de detalle en los moldes de yeso que recuperaron del subsuelo!
Aún en territorio italiano, encontramos una de las mayores atracciones turísticas del mundo: el Coliseo romano. Fue construido como un anfiteatro durante el reinado del emperador Vespasiano alrededor del año 70 d. C. No fue hasta el año 80 d. C. que su hijo, el emperador Tito, inauguró el Coliseo. El monumento era digno de contemplar: con muros de 48 metros de altura, tenía más de 80 entradas y capacidad para albergar a 87 mil personas. Todas las clases y grupos sociales eran bienvenidos allí, y esto explica en parte por qué floreció durante tantos siglos. Durante el declive del Imperio romano, alrededor del siglo VI d. C., el Coliseo comenzó a ser descuidado y abandonado. El monumento fue saqueado, y algunas de sus columnas y piedras se usaron para construir infraestructura en otros lugares. ¡Solo queda un tercio del original! Y si es grande ahora, ¡imagínate lo que fue una vez!
Grecia fue el hogar de uno de los imperios más grandes del mundo. En su apogeo, literal e históricamente hablando, hace más o menos 2400 años, los griegos construyeron una ciudadela conocida como la Acrópolis. La Acrópolis, que se compone de edificios históricos, es considerada uno de los mayores hitos de la civilización occidental hasta la fecha. Los turistas que visitan hoy la ciudad capital Atenas pueden encontrarse con columnas amarillentas y rotas del Partenón, las cuales se alzan en lo alto de una de las colinas de la ciudad. Pero mucho antes, cuando se construyó, entre 447 y 432 a. C., el imponente y majestuoso Partenón era puramente blanco, ya que se construyó enteramente con mármol blanco reluciente. Las estatuas del interior estaban hechas de oro. El Partenón era un templo de 23 mil pies cuadrados, sostenido por 69 columnas de mármol. Los bloques de mármol más grandes son enormes, con un peso de cerca de 10 toneladas cada uno.
Y el hecho más sorprendente es que el mármol no vino de Atenas, sino de un sitio cercano que se encontraba a 16 km de la Acrópolis, conocido como monte Pentélico. Intrigados por el origen del material principal para construir la Acrópolis, historiadores encontraron bloques de mármol grandes y pequeños esparcidos por el suelo de este monte. También había un camino pavimentado que los griegos habían construido para transportar las rocas. Pero quizá el monumento más impactante de todos los tiempos se encuentre en el corazón de Oriente Medio, en las afueras de la ciudad egipcia de El Cairo. Las pirámides son consideradas una de las siete maravillas del mundo antiguo. La Necrópolis de Guiza fue construida como una tumba para el faraón Keops hace unos 4500 años. Entre 20 a 30 mil personas participaron en el proceso de construcción. Está compuesta por tres pirámides: la de Keops, la de Kefrén y la de Micerino.
El enorme monumento está hecho de cerca de 8000 toneladas de granito y más de 550.000 toneladas de mortero, lo que le ha dado el aspecto que tiene hoy. ¿Me creerías si te dijera que las pirámides no siempre se vieron así? Lejos de eso, eran de color blanco brillante, con una punta triangular dorada en la parte superior. Esto se debía a que los egipcios usaron más de 6 millones de toneladas de piedra caliza para cubrir todas las estructuras rocosas y escalonadas. Todo para que pudieran brillar de blanco bajo la implacable luz del sol de los cielos egipcios. La pirámide de Keops fue la estructura más alta de la Tierra hecha por humanos durante más de 3800 años. Era la única pirámide de 8 lados en Egipto, y se creía que se alineaba con el cinturón de Orión. Se considera la construcción más alineada orientada al norte. En 1979, fue inscrita en la lista de Patrimonios de la Humanidad de la Unesco.
Vayamos a la ciudad india de Agra para visitar rápidamente el Taj Mahal. Puede que lo conozcas como el Taj, pero también se lo puede llamar por su nombre más entrañable: una lágrima en la mejilla del tiempo. El Taj tardó más de 22 años en construirse, y fue encargado en 1632 por el emperador mongol Sha Jahan como una declaración de amor a su tercera y favorita esposa: Mumtaz Mahal. Fue construido con mármol blanco marfil, y, sorprendentemente, debido a la estricta conservación, aún se mantiene muy similar a lo que era cuando se construyó. Creo que toda esta charla sobre puntos de referencia me dio ganas de viajar. ¿Y a ti? Cuéntanos en los comentarios si has visitado algunos de estos sitios o qué lugares interesantes agregarías a este video.