Es una patología mental, debe ir al psiquiatra
Cómo un hombre dejó todo para vivir como una niña de 6 años
Buscar la felicidad es una tarea que está en constante ejecución y que, definitivamente, tiene que ver con quiénes somos y cómo nos percibimos. Algunos dejan sus trabajos para recorrer el mundo, otros deciden abandonar sus carreras para volverse estrellas del cine, pero hay quienes se arriesgan un poco más, lo dejan todo para cambiar de género y aún más, volver en el tiempo para seguir siendo niños.
En 1986 Paul contrajo matrimonio con María. Él trabajaba como mecánico y conductor de carros quitanieves, en un pueblo de Canadá. Era un hombre alto y corpulento, que no tardó mucho en hacerse padre de siete hijos. Sin embargo, en su interior era infeliz, pues no se sentía cómodo con quien era. Su esposa no tardó en darse cuenta de su inclinación por el travestismo.
“Un día mi esposa me vio mirando lencería de mujer en un catálogo, me preguntó qué hacía y le dije que no estaba mirando a las mujeres, que estaba mirando la ropa. Entonces ella fue y me compró algunas prendas”. Confesó Paul (Stefonknee) en una entrevista. Pero pasaron 23 años, para que María le diera un ultimátum a Paul: o dejaba de ser transgénero o debía abandonar su hogar.
Paul descubrió, a los cuarenta y seis años, que no era simplemente travesti, sino que era transgénero, y decidió cambiar su nombre a Stefonknee Wolscht. Sentó a sus hijos y les dijo que en realidad era una mujer, querer cambiar eso, era como querer cambiar que medía 1.88 m. Uno de sus hijos le escribió: “Querido papá, me avergüenza verte caminar así. Pero si realmente lo quieres, estará bien para mí. Con amor, Peter”. Sin embargo, otros de sus hijos dijeron estar asqueados con su decisión.
Stefonknee perdió todo, su familia, su casa, su trabajo. En el 2009 se mudó a Toronto para empezar su vida como mujer y comenzar la terapia de reemplazo hormonal. Tuvo que vivir en un refugio para personas sin hogar. Solo pasaron unos meses para que intentara quitarse la vida y tuvo que ser hospitalizada. Wolscht reveló que declararse transgénero fue “lo más difícil que he tenido que hacer”.
Su drama, que había iniciado muchos años atrás, comenzó a intensificarse. Mientras estaba en la escuela, ella sentía celos de sus compañeras porque llegaban estrenando vestidos, pero ahora era su familia la que le daba la espalda. Su hija Amanda, en el 2012, la invitó a su boda, pero solo con la condición de que vistiera como hombre y permaneciera en el fondo de la iglesia. Ese día intento suicidarse por segunda vez.
Pero es que no solo Stefonknee, antes Paul, se había transformado en mujer, también comenzó a percibirse como una niña, y empezó a usar vestidos, coletas, chupete y a jugar con muñecas. Le dieron una restricción para ver a sus hijos y recibió duras amenazas que la obligaron a esconderse. “Hay un estigma asociado a esto, y hay tantas personas que se sienten justificadas para odiarme. La última amenaza decía ’puedes correr, pero te voy a atrapar’. Le respondí ’Ya no corro más’”. Contó Wolscht.
Pero para hacer esta historia aún más única, Stefonknee encontró unos padres adoptivos y dejó el refugio para vivir, de nuevo, en el calor de un hogar. Hoy en día y ya con cincuenta y nueve años, se comporta como una niña de seis años y llama papá y mamá a sus padres adoptivos, una pareja mayor y polígama. Ella aún hace cosas de adultos, como tomar café y trabajar quitando la nieve, pero también obedece a sus papás, como cualquier niño; juega y colorea con los nietos de sus padres, mientras se viste como niña.
Precisamente, ese juego en el que se convierte en niña, le ha ayudado a soportar la depresión, a escapar de la realidad y ser lo que no pudo ser, cuando era un niño. A veces solo necesita abrazar a sus muñecas y llorar, para sentirse libre. En la actualidad dedica parte de su tiempo en crear conciencia sobre la aceptación de la comunidad transgénero.