12 Hábitos que delatan a las personas que crecieron en una familia pobre

¿Alguna vez te han aconsejado ir de compras cuando has estado triste o abrumado? ¿Cómo te sientes después de gastar compulsivamente? En la sociedad actual, se cree que la felicidad consiste en tener cosas y en la satisfacción instantánea que promete la publicidad. Pero pronto nos damos cuenta de que no nos sentimos mejor al derrochar un dineral en objetos; esto solo provoca que tengamos menos dinero en el bolsillo y más deudas en la tarjeta. La verdadera alegría no está en la extravagancia, sino en la simpleza. De nuevo, menos es más.
Una investigación sugiere que el modo en que nos vestimos puede influir en la forma en que pensamos. Diversos experimentos han demostrado que la ropa formal aumenta el pensamiento abstracto, mientras que la casual tiene el efecto opuesto: promueve un pensamiento más concreto y enfocado en el presente.
Es en ese camino de la importancia de la ropa, tanto en el modo en que actuamos como en el que nos ven, que los estudiosos afirman que quienes eligen prendas más simples y minimalistas son percibidos como más seguros y confiables, a diferencia de quienes escogen piezas extravagantes y llamativas.
Y sin temor a arriesgarnos demasiado, podríamos deducir entonces que el estilo simple y despojado puede hacernos sentir más felices y relajados.
Vestirnos con menos puede tener un impacto significativo en nuestra vida diaria. Aunque muchos disfrutamos de la moda y las prendas de vestir, no queremos que nuestra vestimenta se convierta en una carga que nos abrume a la hora de decidir qué ponernos. La investigación psicológica ha demostrado que tomar demasiadas decisiones en las primeras horas del día puede disminuir nuestra capacidad de hacer esto mismo más tarde, mientras que la filosofía del minimalismo sugiere que el “menos es más” puede conducir a la felicidad, la salud y la productividad a largo plazo.
Por ejemplo, adoptar un atuendo uniforme diario puede ayudarnos a ahorrar energía y evitar preocuparnos por nuestra apariencia. Además, limitar nuestra selección de ropa según la temporada puede reducir el estrés mental, facilitar nuestras mañanas y liberar tiempo para enfocarnos en tareas importantes, permitiéndonos ahorrar dinero en el proceso. Según Courtney Carver, autora de Soulful Simplicity, la simplicidad en el guardarropa puede filtrarse a otras áreas de nuestra vida y hogar, lo que puede llevar a que nos preguntemos cómo vivir con menos y disfrutar de una existencia más plena y feliz.
La próxima vez que compres ropa, enfócate en elegir de manera consciente. Selecciona prendas que sepas que usarás en lugar de comprar artículos por impulso, los cuales solo brindan una satisfacción momentánea.
Uno de los consejos que nos dan los países que entran en la lista de los más felices del mundo es el de gastar en experiencias y no en cosas materiales. Quienes viven en esos lugares prefieren un viaje a un buen vestido, por ejemplo. Para ellos, la felicidad no está en el estatus que nos puede dar un auto o un buen traje, sino en la experiencia con la que puede enriquecernos conocer un sitio nuevo.
En ese mismo sentido, en países como Dinamarca se valora más la comodidad y la practicidad en la ropa que el lujo o la extravagancia, y se prioriza la calidad por sobre la cantidad. A menudo, se puede ver a las personas vistiendo camisetas simples, zapatillas de deporte y abrigos resistentes al clima, en lugar de trajes elegantes y vestidos sofisticados.
Esto se debe en parte a que la moda en estos países se basa en la funcionalidad y la comodidad, pero también refleja la idea de que el éxito y la felicidad no se miden por la riqueza o el estatus, sino por la calidad de vida en general.
A diferencia de otras partes del mundo, la moda en estas naciones es una extensión de su filosofía de vida. Sus habitantes aprecian la simplicidad y la durabilidad en todos los aspectos de su existencia, desde la ropa que usan hasta los muebles que compran. La moda sostenible y ética también es importante para muchos de ellos, ya que se esfuerzan por reducir su impacto en el medioambiente. Esta actitud no solo refleja su enfoque práctico de la vida, sino que también es una forma de expresar su identidad cultural y su sentido de comunidad.
Esta es una pregunta que muchas personas se hacen a menudo. La sociedad en la que vivimos nos impone estándares de belleza que nos hacen sentir inseguros y presionados para seguir tendencias, comprar prendas nuevas constantemente y estar siempre a la moda. Pero ¿realmente necesitamos todo esto para ser felices?
La respuesta es no. La felicidad no depende de lo que usemos o de lo que los demás piensen de nosotros. Si bien es cierto que la ropa puede influir en nuestra autoestima y confianza, también es posible conseguir esa seguridad y tranquilidad sin tener que demostrarle nada a nadie. En lugar de buscar la aprobación externa a través de la vestimenta, podemos enfocarnos en nuestra propia comodidad y bienestar.
Al elegir ropa cómoda y sencilla, podemos sentirnos más libres y relajados, lo que a su vez nos ayuda a estar más felices y en paz. No tenemos que preocuparnos por seguir las tendencias o gastar mucho dinero en prendas de marca para sentirnos bien con nosotros mismos. La clave es hallar nuestro propio estilo y hacerlo con confianza, sin importar lo que piensen los demás.
Además, al no estar obsesionados con la moda, podemos enfocarnos en cosas más importantes en la vida, como nuestras relaciones, hobbies, salud mental y física, y nuestras metas y sueños. La ropa es solo una parte de nuestra rutina, por lo que no debería ser el foco de nuestra felicidad.
La felicidad no está en tener más cosas ni en comprarnos ropa costosa o autos importados. La moda va y viene, y los coches lujosos dejan de serlo en un suspiro. Lo único que perdura es la sensación de bienestar que surge de nuestro interior. Cuesta trabajo encontrarla, pero cuando al fin la hallamos, sí que nos sentimos plenos y felices.