Descubrí que el refresco sabe diferente en una lata o una botella y aprendí por qué
Ya sea que lo llames refresco o gaseosa, los mexicanos y los estadounidenses consumen la mayoría de estas bebidas. Veamos los números: en promedio, cada año, un mexicano o un estadounidense típico bebe 630 vasos de 240 ml de refrescos. Esto equivale a casi dos vasos diarios. Mmm, creo que tengo que ponerme al día. Multiplícalo por los millones de personas que viven en estos dos países. Y después tenemos al resto del mundo que también bebe refrescos. Así que sí, hay una demanda muy alta, se trata de un negocio muy exitoso.
La historia de los refrescos comienza en la Francia del siglo XVII. En 1676, una empresa comenzó a producir agua mezclada con jugo de limón y miel. Apenas cinco años después, algunos empresarios pensaron que podían llenar esta agua con gas, imitando las aguas minerales saludables. Estas bebidas fueron muy populares y, con el tiempo, los fabricantes comenzaron a añadir otros saborizantes: jengibre, limón y agua tónica. Actualmente tenemos una enorme variedad de refrescos. Solo en el mercado estadounidense hay más de 450 refrescos diferentes. Muy bien, sube: te contaré cómo se hacen los refrescos. Por cierto, ¿has notado que los refrescos enlatados y los embotellados saben diferente? También tengo la respuesta a eso.
En general, los refrescos solo tienen tres ingredientes: agua, jarabe de azúcar y dióxido de carbono. La diferencia entre los refrescos radica en el jarabe, en sus ingredientes y proporciones. Hay diferentes tipos de azúcar utilizados en la producción. Uno de ellos es la fructosa, que básicamente significa azúcar de frutas. Muchos vegetales, frutas y miel la contienen de forma natural, pero también puede producirse específicamente para uso comercial cultivando caña de azúcar, remolacha azucarera y maíz. Estos productos son especialmente ricos en fructosa. Otro tipo de azúcar común utilizado en los refrescos es la sacarosa. La sacarosa es un nombre científico elegante para el azúcar que todos conocemos. Está formada por una molécula de fructosa y otra de glucosa.
Para preparar jarabe, los fabricantes combinan diferentes azúcares, ácidos, saborizantes y colorantes en una proporción única que solo ellos conocen. Shhh, es un secreto. En general, el azúcar representa entre el 7 y el 12 % de un refresco. No parece mucho, pero lo es. Una lata normal contiene unas 8 cucharaditas de azúcar. ¡Dado que el estadounidense promedio consume casi dos latas al día, esto equivale 16 cucharaditas de azúcar diarias! Esto puede provocar obesidad, caries y muchos otros problemas de salud. En otras palabras, el principal problema de un refresco es el azúcar. Hoy en día existen muchos refrescos sin azúcar. ¿Qué los hace dulces? Los edulcorantes artificiales. Los primeros refrescos dietéticos aparecieron en la década de 1950, y estaban dirigidos a personas con problemas de salud. Ahora son mucho más populares. Estas bebidas son tan dulces como los refrescos normales, pero no contienen azúcar ni calorías. Sin embargo, los científicos afirman que, aunque no haya azúcar en ellas, no por eso son mucho más saludables.
Regresemos a la receta. Necesitamos agua, jarabe de azúcar y algo de dióxido de carbono. Más del 90 % del refresco es agua. Es necesario purificarla a fondo para asegurarse de que no contenga bacterias ni partículas en suspensión. Uh. El agua de alta calidad es la clave del éxito, ya que cualquier bacteria puede estropear totalmente el sabor de la bebida final. El agua es clarificada, filtrada, esterilizada y desclorada. A continuación, la mezclan con el jarabe en proporciones específicas que, una vez más, solo el fabricante conoce y nadie más. Muy bien, aquí está el refresco, pero aún no tiene burbujas. Por ahora, es solo agua muy, muy dulce. Si alguna vez has probado un refresco después de que se le haya escapado todo el gas, ya sabes cómo es.
Para obtener burbujas, los fabricantes utilizan dióxido de carbono, un gas incoloro que se encuentra de forma natural en nuestra atmósfera. Este gas también puede producirse en un laboratorio, y los fabricantes lo usan en sus bebidas. El agua endulzada y coloreada va a una máquina carbonatadora, un tanque presurizado que añade dióxido de carbono a la bebida para darle las burbujas. Después, el líquido se sirve en una lata o una botella. Déjame mostrarte algo: mira, este disco de aluminio es en realidad una futura lata. Este es todo el material que se necesita para fabricar una. El aluminio se coloca entre dos discos con forma de rosquilla y con un agujero en el centro. Luego, un punzón cilíndrico lo presiona, lo que transforma el disco en un pequeño vaso. Este vaso tiene un diámetro un poco mayor del necesario, por lo que un punzón de menor tamaño pasa el vaso a través de otra matriz de embutición. Ahora tiene un diámetro menor y ya es un poco más alto, pero no lo suficiente. En la tercera fase, otro punzón empuja el vaso a través de un anillo de planchado, haciendo que sus paredes sean aún más finas y altas.
A continuación, se crea una cúpula en la base del vaso. El punzón lo empuja sobre una herramienta que se encarga de esto, y el propio punzón tiene una hendidura cóncava a juego. De esta manera, al ejercer presión, la base del vaso adquiere forma de cúpula. Esta forma es muy importante porque, de este modo, la lata es más resistente a la presión. Y los refrescos tienen mucha presión interior debido a las burbujas. Muy bien, la lata está lista. Solo falta cortarla uniformemente, imprimir el logo y cubrirla con una tapa.
Una botella de plástico está hecha de fragmentos de un plástico llamado PET, que además suelen estar mezclados con algo de plástico reciclado. Esta mezcla ingresa a una máquina de inyección que calienta y funde los fragmentos hasta convertirlos en un líquido espeso. A continuación, otra máquina empuja el líquido a un molde de forma cilíndrica equipado con un sistema de refrigeración, y el plástico se endurece inmediatamente. Así se obtienen unos tubos transparentes que se introducen en un molde con la forma de la futura botella. Una máquina especial sopla aire a alta presión para estirarlo hasta darle la forma necesaria. Luego, el plástico es enfriado para fijar la forma.
Los refrescos tienen presión interna. Una vez que la botella se llena, el líquido empuja el plástico hacia afuera, haciendo que la base sea un poco curva e inestable. Por eso, la mayoría de las botellas de refresco tienen cinco protuberancias en la base. El plástico curvado es más resistente a cualquier tipo de presión y no suele deformarse. Las botellas de vidrio están hechas de materias primas naturales. El componente principal es la arena de sílice, que constituye un poco más del 70 % de la mezcla. Otro 12 o 16 % es carbonato de sodio, necesario para que la arena de sílice se funda de manera uniforme. Luego tenemos la caliza, que constituye alrededor del 10 % de la mezcla y ayuda a que el vidrio sea más resistente.
Para fabricar una botella de vidrio, las máquinas de la fábrica combinan todas las materias primas necesarias, calientan la mezcla resultante hasta los 1500 °C y la dejan así todo el día. Cuando todos estos ingredientes se funden, se convierten en un líquido pegajoso que sale de la máquina. Después se corta en partes precisas; una pieza, una botella de vidrio. Cada pieza va a parar al primer molde, que las convierte en un parisón, una versión parcialmente formada del producto final. Después, los parisones pasan a un molde de soplado hecho de acero. Allí se los vuelve a calentar, y la máquina sopla aire comprimido en su interior, estirando el vidrio hasta que alcanza su forma final. La botella está casi lista. Al salir, pasa por el fuego. Poco a poco, las máquinas enfrían la botella. Y ya está lista para ser utilizada.
Por más que esté recién hecha, antes de llenarla de refresco es necesario limpiarla. Existe una gran máquina que toma cada botella, la pone boca abajo y la enjuaga con agua. Luego, la botella es trasladada a otra parte para ser llenada. Todo esto se hace para asegurarse de que las botellas estén absolutamente limpias y no haya bacterias que puedan estropear el sabor de la bebida. Finalmente, las botellas se llenan, se tapan y están listas para viajar a las tiendas. Ahora, regresemos a la respuesta a nuestra pregunta principal: ¿por qué los refrescos en lata saben diferente a los embotellados? La clave está en el material que se utiliza para producir las latas y las botellas. Una lata está hecha de aluminio y tiene un revestimiento de polímero. Este revestimiento puede absorber parte del sabor del refresco, lo que lo cambia un poco.
Además, algunas personas son sensibles al sabor y pueden sentir un componente metálico al beber de una lata. No es tu refresco, es el sabor de la lata que tocas con los labios. Por eso, si el sabor metálico te molesta, sirve el refresco en un vaso. Los refrescos que se guardan en una botella de plástico también pueden tener un sabor un poco diferente. El problema aquí es que el plástico contiene un compuesto químico, llamado etanal, que se transfiere de la botella a la bebida, cosa que cambia un poco su sabor. Por eso, si quieres un refresco que se acerque lo más posible al sabor original, tu mejor opción es la botella de vidrio.