El perro que se perdió a los 13 años y a los 16 encontró el camino a casa
Las mascotas son los nuevos reyes del hogar, son como pequeños niños a los que hay que cuidar y proteger. Pero, a veces, sucesos infortunados llevan al extravío de los animales de compañía, y sus dueños son capaces de mover cielo y tierra para encontrarlos. Algunas de estas historias tienen un final feliz, como la de Yaqui, un ovejero que duró tres años perdido.
Era un 9 de febrero cuando en las redes sociales se alertaba desde el refugio Los Callejeros sobre un perro anciano que había llegado en pésimas condiciones luego de que un joven lo rescatara de un río al sur de Argentina. Kevin decidió saltar a las aguas para salvar de una muerte segura al longevo animal de compañía. Mientras buscaba ayuda, el perro desapareció.
Una pareja, al verlo, lo subió a su auto para llevarlo al refugio y a que recibiera atención veterinaria. Sin embargo, ellos pensaron que ya era demasiado tarde: por la edad y condición del can, lo creyeron muerto. Pero se había salvado, y ahora buscaban a sus dueños.
“Lo encontré flotando y por suerte expulsó toda el agua al hacerle RCP (resucitación cardiopulmonar). Fui a buscar ayuda y, cuando volví, ya no estaba ahí. Estaba en muy malas condiciones, y con golpe de calor”, escribió el joven.
Como suele suceder en estos casos, la gente se solidarizó y empezó a apoyar económicamente para los exámenes veterinarios que necesitaba el viejito. El problema era que Sol, la mujer que lo subió a su auto, no podía hacerse cargo de él; era necesario encontrar a sus dueños, un hogar de paso o alguien que quisiera adoptarlo.
Y es que tener un perro siempre será una gran responsabilidad. Sin embargo, hay algo que no podemos negar, y es que los lomitos son capaces de hacer salir el sol en los días más grises, metafóricamente hablando, tal y como lo dicen nuestros artículos uno y dos.
Afortunadamente, existen personas con un corazón inmenso que dedican sus vidas a rescatar a los peluditos que se extravían o, al menos, procuran echar una mano con su regreso a casa, tal y como lo cuentan en este artículo.
Siguiendo con nuestra historia, el 10 de febrero, luego de que Vieji, como lo llamaron cariñosamente, llegara de control veterinario, sonó el teléfono con una llamada que cambió el rumbo de la historia. Se trataba de un hombre de campo, la señal de su teléfono era mala, y la voz se le quebraba de la emoción mientras contaba que ese podía ser su perro, que llevaba tres años perdido.
“Es increíble de creer. Comienza a decirnos que su perro tenía ciertas características y todo era como él lo describía. Luego de unos minutos de llorar por su perro, comenzamos a enviarle fotos y videos, y él aseguró que ese era Yaqui, un ovejero adulto de campo. Nos emocionamos y lloramos juntos”, escribieron los cuidadores de Yaqui en la red social.
Yaqui vivió desde cachorro en el campo de Hugo Vilan, su compañero inseparable. Pero después de trece años, un día de viaje, en un descuido, el lomito se escapó y nunca más lo volvieron a ver.
“Siempre tuve la esperanza de que lo iba a encontrar, y lo encontré. Me costó reconocerlo. Pregunté por su cicatriz en la nariz y por la falta de un dedito en una de sus patas; efectivamente, era Yaqui. Dejé todo listo y me fui de inmediato para reencontrarme con él”, contó Vilan, quien tuvo que manejar por más de 400 km para el esperado encuentro.
Tres años, que para nosotros quizá no significan mucho, pero para los perros es suficiente tiempo para envejecer. Basta con leer este par de artículos para comprobarlo: uno y dos
Finalmente, el 12 de febrero, Hugo y su hijo llegaron a encontrarse con Yaqui. Los años habían pasado para todos, pero a quien más se le notaba era al vieji, que estaba impávido, observando de nuevo aquel rostro que, seguramente, le parecía de otra vida. Su cuerpo cansado, su cara llena de canas, pero ahí estaba, con 16 abriles, frente a su humano.
Yaqui volvió a su campo, a recorrerlo. Seguramente, son pocos los años que le quedan en este mundo, pero al menos, cuando se vaya, lo hará con la certeza de haber sido amado, se irá con el recuerdo de su familia, con las marcas en su piel y en su alma (porque seguro que los perritos tienen alma), que le recordarán que, cuando hay amor, siempre habrá una esperanza.