15 Personas que vivieron momentos tan extraños como escalofriantes

Ser el hermano mayor a veces significa proteger y cuidar, pero también puede convertirse en una carga. Los padres pueden apoyarse demasiado en él o ella, exigiendo sacrificios por los hermanos. En este caso podemos ver cómo esto afecta a una persona y cómo aprender a manejarlo.
El sentimiento de ser menos valorado es común en muchas familias. Este es un caso real que ilustra lo doloroso que puede ser:
“Soy un chavo de diecisiete años bastante relajado. Siempre fui un buen chico y el mayor de mis padres, así que eso significaba que siempre me trataron más como un mini adulto que como uno de los niños. Hubo comentarios de un montón de familiares y amigos de la familia sobre que yo era ‘maduro’ y ‘muy maduro para mi edad’, siendo este el que escucho todo el tiempo, incluso ahora. Por un tiempo no me importó porque amaba a mi familia y me decía a mí mismo que ellos también me querían mucho y eso era todo lo que importaba. Pero empezó a doler cuando siempre esperaban que yo me quedara sin nada o que renunciara a algo.
Cuando el dinero escasea, gastan menos en mí para asegurarse de que aún puedan gastar razonablemente en mis hermanos. El año pasado me dieron una tarjeta de regalo de $5 para una tienda de dulces y estaba extremadamente limitado en lo que podía comprar con esa tarjeta de regalo. Otro año me compraron un pantalón deportivo y una sudadera en la tienda de segunda mano y se olvidaron de asegurarse de que estuviera bien porque había manchas de popó por dentro y por fuera en el pantalón. Otro ejemplo de dinero, pero no de regalo, es que comemos fuera bastante seguido. A mis padres les gusta que nos turnemos para elegir a dónde vamos. Cuando el dinero escasea, dejan que todos mis hermanos tengan su turno y me piden que me salte el mío y que me salte a comer fuera, de esa manera ninguno de mis hermanos siente que se perdió algo por esperar más tiempo para que yo tenga mi turno. La otra cosa del dinero son las actividades después de la escuela. Si mis padres quieren ahorrar dinero, me piden que me las salte por unas semanas para no tener que pagarme. Nunca les piden a mis hermanos que hagan lo mismo.”
“Otras veces lo hacen cuando vamos con poco tiempo a algún lugar y mis padres me piden que me salte a donde quería ir para que todos mis hermanos tengan su oportunidad. Esto sucede cuando tenemos otros niños con nosotros también y siempre soy el último y el primero/único en sacrificar ir a donde yo quería ir. Otras veces, si hay un choque de eventos, eligen saltarse el mío para hacer tiempo para otros, ya sean mis hermanos, primos o alguien más de la familia.
Un buen ejemplo de esto es cuando era más joven, mi mamá insistió en que todos deberíamos aprender un instrumento, algo que superó con el costo, y yo era bastante bueno en el piano. Así que estaba en un recital y el profesor decía lo importante que era. Pero a uno de mis hermanos le pidieron que tocara su instrumento para el coro y mi primo tenía un partido de fútbol y este primo nos invitó personalmente y mi tía (la hermana de mi papá) expresó lo importante que era que asistieran tantos como fuera posible. Así que mamá fue al coro de mis hermanos y papá fue al partido de fútbol. Nadie fue a mi recital.”
El testimonio de este joven refleja cómo, incluso sin mala intención, la dinámica familiar puede generar una gran carga emocional en el hijo mayor. Él continuó relatando lo que sucedía y cómo logró enfrentar sus miedos, expresando finalmente lo que sentía:
“Les dije a mis padres después del cumpleaños del año pasado que me dolía que siempre fuera yo el que recibía menos o se sacrificaba y que nadie se ofrecía a hacer eso por mí. Les dije que me hacía sentir que no importaba tanto y me dijeron que no, que yo era su hijo más generoso y amable y que era un buen hijo, hermano, primo y esas cosas. Y lo mencioné un par de semanas después y me abrazaron y me dijeron que me querían y que, por supuesto, no querían que me sintiera así. Luego lo intenté por tercera vez después de unas semanas más y mis hermanos se quejaron por mi elección de tiempo familiar. Les dije a mis padres que estaba empezando a pensar que no hablaban en serio sobre no querer que me sintiera menos querido. Creo que lo intenté tres veces más sin resultados. También hablé con mis hermanos y no llegué a ninguna parte con ellos, lo cual no fue una gran sorpresa.
Así que la última vez que se esperaba que me saltaran, dije que no cuando mis padres preguntaron si estaba de acuerdo. Estaban tan seguros de mí que al principio no se dieron cuenta y luego sí y me preguntaron por qué estaba siendo difícil. ¿Por qué era un problema esta vez y que recordara que mis hermanos son más jóvenes? Dijeron que soy muy maduro, así que saben que entiendo y les dije que se aprovechan de esa madurez y que estoy cansado de sentirme dolido cuando me pasan por alto todo el tiempo. No podían creer que los acusara de eso.”
Existe un estudio realizado por Susan M. McHale de Pennsylvania State University, Kimberly A. Updegraff de Arizona State University y Shawn D. Whiteman de Purdue University, que concluyó que los vínculos entre hermanos son clave en la vida familiar y ejercen una influencia única en el desarrollo emocional y social de niños y adolescentes.
Es por eso que es importante darle prioridad a las relaciones entre hermanos y procurar que sean armoniosas. Fomentarlas implica que los padres refuercen interacciones positivas, traten a cada niño con equidad y enseñen estrategias de resolución de conflictos. Además, un estudio realizado por los investigadores Patty Leijten, G. J. Melendez-Torres y Bonamy R. Oliver, publicado en el Journal of Family Psychology, concluyó que, aunque se requiere más investigación sistemática, los programas parentales para mejorar las interacciones entre hermanos muestran efectos prometedores y sustanciales.
Establecer límites firmes y coherentes con la familia es clave para salvaguardar la salud mental y emocional, pues nos permite marcar qué comportamientos aceptamos y cuáles no para proteger nuestro bienestar. La comunicación asertiva y el respeto son herramientas poderosas para construir vínculos más sanos sin renunciar a uno mismo. También es importante reforzar las palabras con acciones y ser paciente: establecer límites lleva tiempo y requiere constancia.
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