Excluí a mi hija adoptiva de nuestra cena familiar: mi casa, mis normas

Crianza
hace 1 mes

Las cenas familiares siempre han sido muy importantes en nuestra casa. Es un momento para estrechar lazos, compartir historias y disfrutar de la compañía de los demás. Pero hace poco tomé una decisión que ha dejado a toda mi familia furiosa conmigo. Excluí a mi hija adoptiva de nuestra cena familiar y, ahora, nadie me mira a los ojos, pero sé que hice lo correcto en ese momento.

¡Hola, Genial.guru!

Quiero a mis hijos, nunca lo he puesto en duda, pero los últimos acontecimientos han llevado a toda mi familia a pensar que no es así. Creo que las personas pueden tener diferentes métodos de crianza, y yo solo intentaba darle una lección a mi hija y unir a la familia. Comparto mi historia con la esperanza de obtener alguna validación y comentarios, por favor, ayuden a una madre.

Una tradición familiar que tenemos desde hace años

Todos los domingos nos reunimos para desfrutar de una comida casera. Mi esposo y yo empezamos hace años y ahora es una tradición familiar. Nuestros hijos -mi hijo biológico, Juan, y nuestra hija adoptiva, Lola- siempre han formado parte de ella.

No importaba lo que estuviera pasando en nuestras vidas, la cena del domingo era sagrada. Era una norma que todo el mundo cumplía.

Ha aumentado la tensión en nuestra casa

Lola forma parte de nuestra familia desde hace siete años. La adoptamos cuando tenía doce años y, aunque la quiero, siempre hemos tenido una relación complicada. Es reservada, no se abre mucho y, a veces, me siento como si caminara sobre cáscaras de huevo a su alrededor.

Últimamente, las cosas se han puesto aún más tensas. Está distante, se salta las salidas familiares y apenas habla con nadie. Me decía a mí misma que solo necesitaba espacio, pero en el fondo sentía que se estaba alejando completamente de nosotros.

El domingo pasado, mientras cocinaba, mi hija me dijo casualmente que ya había comido y se fue. Sin más explicaciones, ni siquiera un "lo siento". Me sentí frustrada. Estaba desconcertada. La cena del domingo era una tradición innegociable, y ella lo sabía.

La miré a los ojos y le dije: "Si no quieres formar parte de esta cena familiar, no esperes que te incluyan la próxima vez". Asintió con la cabeza y se marchó. Pensé que no le importaba, pero me equivoqué.

Tuvimos una caída

Así que el domingo siguiente, cuando todos se sentaron a cenar, decidí darle una lección. Intencionadamente puse tres platos en lugar de cuatro en la mesa. "¿Dónde está mi plato?", me preguntó, pero le dije con firmeza que, como se había saltado la última vez, no había puesto la mesa para ella. Pensé que comería fuera.

El silencio llenó la habitación. Mi esposo me miraba como si fuera una extraña. Mi hijo estaba callado, ¿y Lola? Se dio la vuelta y se marchó sin decir nada. Ni siquiera "lo siento". Después de la cena, mi marido me apartó y me dijo: "¿Te das cuenta de lo que has hecho?". Estaba enfadado, pero no entiendo por qué. Discutimos, pero le dije que no debía sermonearme y decirme cómo criar a nuestra hija.

Insiste en que me disculpe con Lola o no me hablará. Mi hijo me apoyó al principio, diciendo que hacía bien en darle a Lola lo que quería, pero no se puso de mi parte delante de mi esposo. Mi hija no me habla desde entonces y me evita.

Ahora, me lo estoy cuestionando todo. Nunca quise hacer daño a Lola, pero tampoco creo haber hecho nada malo. Mi familia cree que me he pasado de la raya, pero yo mantengo mi decisión. ¿Debería disculparme? ¿O solo estoy responsabilizando a Lola de sus actos?

¡Gracias por escribirnos! Navegar por la dinámica familiar es un reto, y los errores son inevitables. He aquí algunos pasos que puedes dar para enmendar la situación:

Mantén conversaciones abiertas: Siéntate con Lola y pregúntale cómo se siente. No tienes por qué estar de acuerdo con ella, pero darle espacio para que se exprese puede ayudar a recuperar la confianza. Comprende las razones de su cambio de comportamiento y lo que puedes hacer para mejorar las cosas para ella.

Involucra a tu esposo en las soluciones: En lugar de discutir, trabajen juntos para entender cuál es la mejor forma de afrontar los conflictos en el futuro.

Reconoce los sentimientos de Lola: Aunque te sientas justificada por tu decisión, hazle saber que no pretendías herirla y que su lugar en la familia importa.

Se coherente con las tradiciones familiares: Si la cena del domingo es un ritual importante, busca formas de fomentar la participación sin que parezca un castigo.

Busca ayuda profesional si es necesario: Si el distanciamiento entre Lola y tú sigue aumentando, la terapia familiar puede ayudar a abordar problemas emocionales más profundos y a mejorar la comunicación.

Las familias requieren paciencia, comprensión y, a veces, conversaciones difíciles. El objetivo no es ser perfecto, sino construir una base en la que todos se sientan incluidos y valorados.

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