Tuvo suerte de encontrar quien creyera en él y lo ayude, y, principalmente, esforzarse en aprovechar esa oportunidad. Cuántas personas habrá como Michael sin esa suerte?
La dura historia de Michael Oher, el muchacho en el que se inspiró la película “Un sueño posible”
Al ver a ese adolescente tan corpulento y callado, algunos pensaron que no había nada más ahí. Sin embargo, bastó con verlo en el campo de juego para que quedara claro que su talento estaba en el deporte. Sin embargo, su camino al éxito no fue fácil. Aunque, afortunadamente, el destino lo cruzó con personas que confiaron en él y lo vieron más allá de su tamaño o color de piel.
Estamos hablando de Michael Oher, cuya historia incluso inspiró la película Un sueño posible. Su vida tuvo un comienzo difícil, pero se convirtió en una lección sobre esfuerzo, empatía y solidaridad, y es por eso que Genial.guru quiere compartir más detalles sobre ella contigo.
Quién es ese muchacho tan grande
En 2002, en Memphis, poco se sabía sobre aquel muchacho de 16 años, quien prácticamente no tenía hogar y dormía en el piso de quien le diera asilo por unos días. Una de esas personas bondadosas fue Tony Henderson, conocido simplemente como “Big Tony”, quien solicitó que Michael fuera aceptado en la Escuela Cristiana Briarcrest, pensando que sería un gran elemento en el equipo de baloncesto.
Sin embargo, el expediente académico de “Big Mike” (como apodaron a Michael) no podía ser más desalentador: tenía un coeficiente intelectual de 80, y ya había estado en 11 escuelas públicas diferentes. Además, por más de un año no había asistido a ningún colegio, tuvo que repetir dos grados escolares y tenía tantas faltas que la única explicación para que hubiera pasado al siguiente grado era que sus maestros solo buscaban deshacerse de él y que fuera el problema de alguna otra institución.
Eventualmente, la gente de Briarcrest se enteró de que Big Mike tenía otros 11 hermanos, de que su padre había sido asesinado y que su madre sufría de una adicción a las drogas, razón por la que Michael pasó un tiempo en hogares de acogida. En un inicio, el director le negó la entrada a la institución, pero gracias a la presión del entrenador de fútbol y después de darse cuenta de que era la única oportunidad de Michael de seguir estudiando, lo aceptó con la condición de que no participara en ninguna actividad extracurricular, ni siquiera en el coro, hasta que no demostrara que era capaz de mejorar académicamente.
El problema era que Michael había tenido una experiencia escolar y de vida tan pobre, que parecía que se hubiera materializado de pronto como un joven de 16 años. No había oído hablar de un verbo o un sustantivo, no hablaba mucho y apenas estrechaba la mano con el director. Así que, unas semanas después de su ingreso, varios maestros sugirieron que debía irse.
Una mano amiga
Collins Tuohy, una estudiante de segundo año en Briarcrest, les contó a sus padres que había visto en la escuela a un muchacho negro, notablemente grande y que usaba siempre la misma ropa. Un día, su padre, Sean, conoció a Michael mientras ambos miraban una práctica de baloncesto. Después de eso pidió que le abrieran una cuenta permanente en la cafetería de la escuela, algo que acostumbraba hacer para los chicos más pobres que estudiaban allí.
Sean Tuohy era la personificación del éxito estadounidense, un hombre blanco y próspero que poseía 60 restaurantes y su propio jet privado. Tenía como pasatiempo visitar la institución y actuar como una especie de consultor para los entrenadores de los equipos deportivos. Incluso aportaba dinero al fondo escolar para pagar la matrícula de algunos estudiantes.
Sus primeros pasos en el fútbol americano
En la escuela, Michael pudo mejorar un poco sus calificaciones cuando sus maestros se dieron cuenta de que, para él, era más conveniente realizar los exámenes de forma oral y no escrita. Así que, al final de su segundo año, se unió al equipo de baloncesto, después al de atletismo, y, en su tercer año, finalmente llegó al campo de fútbol.
Durante una de sus primeras prácticas, Michael demostró que era más que un sujeto grande que podía intimidar al equipo contrario por su tamaño. Big Mike tomó un muñeco de práctica que pesaba al menos 22 kilos y corrió con él a gran velocidad, como si no pesara nada, lo que sorprendió mucho a todos. El muchacho pesaba unos 156 kilos y medía 1,93 metros, así que los demás pensaban que eso lo haría lento al correr, pero se equivocaron.
Mientras Michael trabajaba por mejorar sus habilidades en el fútbol, solía pasar las noches con cinco familias diferentes, incluidos los Tuohy. Un día, después de un entrenamiento, Leigh se ofreció a llevarlo a donde quisiera, pero después de ver las condiciones en las que estaba viviendo, decidió llevarlo a vivir a su casa de manera definitiva. Esto significó algo importante para la vida de Michael, ya que era la primera vez que tendría su propia cama. Él se convirtió en el tercer hijo de una familia rica, e incluso tenía una buena relación con los hermanos Tuohy.
Big Mike comenzó jugando como tackleador defensivo, pero su principal problema en el campo era que parecía no entender muy bien lo que pasaba a su alrededor. Se mostraba pasivo y sin intenciones de agredir a nadie. Sin embargo, se corrió la voz de que era un muro infranqueable, razón por la que varios entrenadores de fútbol americano universitario lo querían en sus equipos. Después se convirtió en tackleador izquierdo, una de las posiciones más valiosas en ese deporte.
Mucho talento, bajas calificaciones
Sin importar cuán bueno fuera en el deporte, Michael no podría jugar nunca en la NFL si no conseguía un mejor promedio que le permitiera entrar a una universidad. Leigh Anne decidió tomar cartas en el asunto y habló con los maestros de Michael para pedir que le dijeran qué necesitaba hacer para subir sus calificaciones. No importaba lo que fuera, él lo haría.
Apoyado por Leigh y una tutora que le daba clases cinco días a la semana, Michael pasó de tener uno de los promedios más bajos a estar en el cuadro de honor. Aun así, sus calificaciones de los primeros años eran tan bajas que no logró alcanzar el promedio final que necesitaba.
Entonces, llegó el momento de pasar a un plan B. Sean sugirió cursos ofrecidos en Internet por una universidad. Estos tenían la facultad de sustituir las calificaciones de un semestre completo por una nueva evaluación que tomaría unas cuantas semanas. Así, Michael pudo eliminar las F de sus clases y sustituirlas por unas maravillosas A.
Michael estaba listo para graduarse, solo faltaba un pequeño detalle: una foto suya de cuando era bebé, ya que era una tradición de Briarcrest colocar en el anuario escolar una foto reciente del estudiante junto con otra de su infancia. Pero Michael no tenía ninguna foto suya, así que Leigh Anne visitó algunas familias de acogida que había tenido, incluso a su madre biológica. Sin embargo, solo encontró una foto de Michael cuando tenía alrededor de 10 años.
Pero Leigh no permitiría que hubiera un espacio en blanco en el anuario, entonces encendió su computadora, descargó “la imagen más linda de un bebé negro que pudo encontrar” y la entregó en la escuela.
El comienzo de un futuro prometedor
En mayo de 2005, Big Mike tuvo una emotiva ceremonia de graduación acompañado de las personas que lo habían ayudado a lograrlo: su nueva familia, su tutora, su entrenador, el director de la escuela y el hombre que lo había llevado a Briarcrest en primer lugar, Big Tony.
A pesar de que Michael aún tuvo algunas dificultades para entrar a la universidad, eventualmente fue aceptado en Ole Miss, donde se reevaluó su coeficiente intelectual y se descubrió que había subido entre 20 y 30 puntos. También estuvo en el cuadro de honor varias veces, y en 2009 se graduó con una licenciatura en Justicia Criminal.
Después de su etapa de fútbol universitario, firmó un contrato de cinco años y 13,8 millones de dólares con los Cuervos de Baltimore, equipo con el que se coronó campeón en 2013 al ganar el Super Tazón XLVII. Posteriormente, también fue parte de los Titanes de Tennessee y las Panteras de Carolina. Aunque no está oficialmente retirado, desde 2017 no juega en la NFL. Ahora vive tranquilo en Tennessee y sigue conviviendo con los Tuohy.
La historia de Michael Oher es un ejemplo de que, con perseverancia y apoyo, se pueden lograr sueños que parecían imposibles.
¿Qué es lo que más te gustó de esta historia? ¿Qué harías si te encontraras con un caso similar? ¿Conoces otros ejemplos de vida como Michael que merezcan ser difundidos y compartidos? Cuéntanos en los comentarios.
Comentarios
Por desgracia hay muchas personas que no cuentan con esa suerte...
El deporte le cambió la vida por completo
Sí, pero las personas que se cruzaron en su camino fueron determinantes
Debe estar súper la película
Pobre Big Mike, tuvo que sufrir mucho en su infancia