16 Historias sobre la amistad que pueden proteger de cualquier adversidad como un paraguas

En Japón, el desarrollo emocional de los niños es tan importante como el académico. A través de prácticas milenarias y enfoques conscientes, se cultiva desde edades tempranas la calma interior, la empatía y el autocontrol. Una de estas prácticas, cada vez más conocida en Occidente, se basa en enseñar a los pequeños a conectar con sus emociones mediante la observación, el silencio y el contacto con la naturaleza o la rutina diaria consciente.
Es fundamental ofrecer a los niños momentos lejos de las pantallas y acercarlos al entorno natural. Comenzar a valorar el poder del medio ambiente nos permite ver que el contacto con la naturaleza va mucho más allá del simple juego o esparcimiento y puede convertirse en una verdadera herramienta de sanación emocional, no solo para los más pequeños, sino también para los adultos. A este tipo de acercamiento con la naturaleza se le conoce como “baño forestal”.
El baño forestal es una práctica de atención plena que consiste en sumergirse con todos los sentidos en el ambiente del bosque. No implica ejercicio físico intenso ni bañarse en agua, sino simplemente desacelerar y conectar con la naturaleza. Estudios han demostrado que esta práctica reduce el estrés, mejora la concentración y fortalece el sistema inmunológico. Es una forma sencilla y poderosa de cuidar el bienestar emocional y físico.
El baño forestal (forest bathing), o shinrin-yoku, se originó en los años 80 en Japón como una práctica promovida por la Agencia Forestal. Todo esto lo hicieron con el propósito de reducir el estrés y mejorar la salud mediante la inmersión consciente en la naturaleza. Está inspirado en tradiciones sintoístas y budistas que veneran los bosques, esta actividad propone reconectar con el entorno natural a través de los cinco sentidos.
Tiene raíces culturales más antiguas ligadas al respeto por la naturaleza. Desde entonces, se han desarrollado rutas certificadas y centros de terapia forestal en Japón. Hoy en día, el baño forestal se ha expandido internacionalmente como una forma efectiva de ecoterapia.
Consiste en caminar lenta y deliberadamente, sin objetivo de llegar a ningún lugar, usando los cinco sentidos para absorber el entorno natural con plena atención. Más allá de un simple paseo, incorpora respiraciones profundas y momentos de silencio para fomentar presencia, calma y una conexión íntima con el entorno.
Otro beneficio es que ayuda a dormir mejor, ya que al reducir el estrés activa el sistema nervioso parasimpático, esto calma la mente y el cuerpo, favoreciendo la relajación profunda. El baño forestal mejora la calidad del sueño, ayudando a conciliarlo más fácilmente y a dormir de manera más reparadora.
El baño forestal para niños es una forma de conectar con la naturaleza mientras aprenden, convirtiendo al bosque en un aula viva. Con actividades como jugar con elementos naturales (piedras, hojas, varitas) o usar lupas para explorar texturas y formas, se estimulan tanto la imaginación como el desarrollo cognitivo. Es una oportunidad para fortalecer los lazos familiares y disfrutar aventuras juntos, lejos de las pantallas y el bullicio urbano. Así, el niño aprende a observar y sentir la naturaleza en calma y a través del juego consciente
Además, esta práctica aporta múltiples beneficios físicos y emocionales, ya que mejora el sistema inmunológico gracias al aire puro, la luz natural y los árboles. Favorece el equilibrio emocional al reducir el estrés y fomentar la relajación, al potenciar los sentidos, olfato, oído, tacto, y promover la creatividad. Los paseos guiados o espontáneos en la naturaleza inspiran curiosidad y respeto por el entorno, dejando una huella positiva y duradera en el niño.
Un estudio de la Universidad de Wisconsin-La Crosse demostró que el baño forestal estructurado mejora significativamente la salud mental y física en niños y adolescentes. Durante las sesiones, se observó una disminución de la presión arterial y un aumento general en el bienestar emocional. Estos resultados respaldan el uso del contacto consciente con la naturaleza como herramienta terapéutica para jóvenes con desafíos de salud mental. Por ello, se recomienda incorporar estas prácticas en programas de apoyo psicológico infantil y juvenil.
El baño forestal puede funcionar como un remedio efectivo contra el bullying, ya que la exposición a entornos naturales ayuda a calmar la respuesta al estrés vinculado a conductas agresivas. Al integrar caminatas conscientes, juegos contemplativos o simplemente la presencia de vegetación, se reduce la irritabilidad tanto en agresores como en víctimas, mejorando la convivencia escolar.
Para iniciar una sesión de baño forestal con niños, se puede comenzar invitándolos a cerrar los ojos y sentir el suelo bajo sus pies, prestando atención a su textura. Luego, se les puede animar a identificar sonidos del entorno, como el canto de los pájaros o el susurro del viento, y comparar esos sonidos con el roce de sus propias manos. Pueden entregarles un elemento natural, como una piedra, una rama o una hoja seca, para que lo exploren con el tacto. También es bueno invitarlos a percibir el olor del bosque, y finalmente a abrir los ojos lentamente y observar su entorno con calma. Al terminar, es valioso conversar con ellos sobre lo que sintieron, escucharon y descubrieron.
A veces, lo que más necesitan los niños no está en una pantalla, sino entre los árboles. ¿Has notado cómo reaccionan tus hijos o los niños de tu entorno cuando pasan tiempo en la naturaleza? ¡Cuéntanos tu experiencia!