La travesía de la actriz de “La ley y el orden” para formar su familia con hijos adoptados

Crianza
hace 10 meses

La adopción es una hermosa manifestación del amor infinito, ya que nos permite abrir nuestros brazos a seres que, sin importar su origen, se convierten en parte integral de nuestra familia. Así lo hizo nuestra querida detective Olivia Benson, quien en La Ley y el Orden: Unidad de Víctimas Especiales se convierte en la mamá de Noah, un pequeño que sufrió una serie de eventos debido a los problemas que su mamá biológica vivía. Esto, no solo ocurre en la ficción, ya que en la vida real, la actriz Mariska Hargitay, experimentó este amor al completar su familia con la adopción de dos de sus hijos.

En la exitosa serie que se estrenó en 1999, estamos acostumbrados a ver a Mariska Hargitay como la intrépida detective Olivia Benson. Pero en su vida fuera de la pantalla, la seriedad se desvanece y da paso a risas y buen humor junto a su marido Peter Hermann y sus tres hijos: August, de 18 años, nacido cuando ella tenía 42, Amaya, de 13, y Andrew, de 12, quienes llegaron a la familia a través de la adopción, con apenas unos meses de diferencia.

“Juntos formamos una unidad completa, feliz, alegre, caótica y loca. Nunca he conocido nada más acertado”, declaró Mariska al hablar sobre la unión en su hogar.

Hargitay dio a luz en 2006 a su primer hijo mediante una cesárea de emergencia, pues, esto luego de un embarazo complicado en el que, al tercer mes, le diagnosticaron diabetes gestacional. El niño nació sano, no obstante, ella y su esposo temían no poder tener más hijos debido a la edad y las complicaciones.

Fue así como decidieron adoptar. “August piensa que todo esto fue idea suya”, platicó, pues “Él dijo: ’Quiero una hermanita’, y vino Amaya. Luego dijo: ’Quiero un hermanito’, y Andrew vino”.

Algo que comparte Marisa con su personaje es su fortaleza, y el haber adoptado. En varias ocasiones, ha abierto su corazón para contar que el proceso de adopción no fue un camino fácil, y hubo momentos que los llevaron a romper en llanto, no solo de alegría.

“Hubo momentos desgarradores. Le digo a todo el mundo: ’La adopción no es para los débiles de corazón’”, reveló Mariska sobre la vez en los que, después de varios intentos fallidos para conectarse con una madre biológica, finalmente conocieron a la mujer con quien lograron completar el proceso para adoptar.

La pareja estuvo presente en la sala de parto, le dieron un nombre a la recién nacida y pasaron unos días con ella, pero luego la madre biológica cambió de opinión.

“Probablemente, fue el final más grandioso y feliz. Quiero decir, fue muy doloroso para nosotros, pero fue profundamente alegre y profundamente correcto para ella”, se sinceró la actriz, quien incluso contó que continúa teniendo contacto con la madre biológica, aunque no volvió a ver a la bebé.

Finalmente, en abril de 2011, la pequeña Amaya llegó a su vida. Mariska estuvo presente en su nacimiento y después de eso, abrazó a la madre biológica durante mucho tiempo.

“Básicamente saqué a Amaya. Peter y yo la abrazamos, y luego la madre biológica y yo nos abrazamos durante mucho tiempo”, reveló Mariska. “Fue un momento profundo y uno de los más significativos de mi vida”.

Sin esperarlo, apenas 6 meses después, Andrew llegó a sus vidas. Un pequeño prematuro que enfrentó algunas dificultades durante su crecimiento. Aunque ya sabían que querían otro hijo, Andrew apareció repentinamente en su historia.

“Siempre lo describo como un ángel que cayó del cielo, porque fue un poco inesperado”, dijo Mariska en una entrevista. Y agregó: “Fue algo que sucedió muy rápidamente, cuando la adopción a menudo lleva mucho tiempo”.

La actriz ha compartido que después de perder a su madre en 1967, cuando ella era aún una niña, creció con su madrastra, a quien describe como “fantástica”. Aprendió desde muy joven que “las familias se forman de muchas maneras diferentes” y supo que quería adoptar.

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