Le puse punto final a la eterna discusión sobre quién debe lavar los platos en casa
Las tareas del hogar pueden parecer simples, pero para muchas parejas, representan una fuente constante de tensión y desacuerdos. La limpieza de la casa, en particular, es un tema que puede generar discusiones inesperadas, revelando diferencias profundas en hábitos y niveles de tolerancia al desorden. Para la pareja de esta historia, lavar los trastes se convirtió en una piedra en el zapato y la forma en que el esposo decidió resolver esta diferencia, no fue del agrado de su pareja.
“Mi esposa y yo cocinamos la cena en casa, cada uno cocina dos veces por semana y los días que ninguno de los dos cocina, hacemos noche de comida recalentada o compramos comida para llevar. Antes, la persona que no cocinaba lavaba los platos después de las comidas.
Lo que pasa es que yo voy limpiando mientras cocino, así que cuando es mi turno de cocinar, a mi esposa le quedan muy pocos platos para limpiar. En cambio, cuando ella cocina, juro que usa casi todos los platos y ollas para preparar sus comidas. La cocina queda hecha un desastre y me lleva mucho tiempo limpiar todo”.
“Yo ya he hablado con ella sobre esto antes y le he pedido que vaya limpiando a medida que cocina, para reducir el desorden, pero ella se niega a hacerlo y dice que eso le pasa porque le gusta hacer comidas elaboradas. La verdad, ella hace comidas más elaboradas que yo y le dedica bastante tiempo a la cocina, pero yo prefiero hacer comidas más simples.
El jueves pasado le dije que ya yo no iba a limpiar después de que ella cocinara. Dejó un desastre enorme y yo ya estaba harto, así que le dije que voy a implementar la regla de ’el que cocina, limpia’, y que yo limpiaría mis cenas y ella podía limpiar las suyas”.
“El sábado, que era mi noche de cocina, preparé unas puntas de ternera con fideos y limpié todo. El domingo, fue su noche de cocina e hizo pasta casera y salsa de pimiento rojo. Después de que comimos, no limpió su desorden, y más tarde esa noche me pidió que lo limpiara, pero yo le dije que no y le recordé lo que le había dicho antes y le señalé que cuando cociné la última vez, yo había limpiado mis cosas.
El lunes por la mañana, cuando se despertó, vio que no había mucho espacio en la cocina para prepararse su café y el desayuno, y se enojó porque yo no había limpiado, así que tuvimos una discusión muy fuerte antes de que me fuera a trabajar”.
“Ahora, ella piensa que soy un gran imbécil, pero es que ya he hablado con ella tantas veces sobre este tema y estoy harto de tener que limpiarlo todo. Yo no le estoy pidiendo que prepare comidas elaboradas y lavaría los platos si simplemente ella fuera limpiando sobre la marcha”.
Consejos para lograr acuerdos en pareja sobre la limpieza del hogar
- Hablar abiertamente sobre expectativas: Muchas veces los conflictos surgen porque uno de los dos asume que el otro sabe qué hacer o cómo hacerlo. Tener una conversación sincera sobre las expectativas de cada uno en cuanto a la limpieza, orden y distribución de las tareas es fundamental. ¿Qué tan limpio espera cada persona tener la casa? ¿Qué actividades consideran más importantes? Definir estos puntos ayuda a alinear expectativas.
- Dividir las tareas según preferencias y habilidades: En lugar de dividir las tareas de forma estrictamente igualitaria, pueden asignarse según lo que a cada uno le guste más o se le dé mejor. Si a uno le encanta cocinar y al otro no le importa lavar los platos, pueden complementar sus fortalezas. La clave es que cada uno se sienta cómodo con lo que le toca hacer.
- Establecer un plan o rutina: Crear un horario semanal o mensual donde se distribuyan las tareas puede evitar la improvisación, que muchas veces lleva a malentendidos. Este plan debe ser flexible, pero lo suficientemente claro para que ambos sepan qué les toca hacer y cuándo. Esto evita que uno sienta que siempre lleva más carga que el otro.
- Ser flexibles y comprensivos: Es importante entender que puede haber momentos en que uno de los dos esté más ocupado o cansado. La flexibilidad y la disposición a ayudar cuando la pareja lo necesita crean un ambiente de apoyo mutuo. Si hoy alguien no puede cumplir con una tarea, mañana el otro puede echar una mano.
- Reconocer el esfuerzo del otro: Valorar y reconocer lo que el otro hace, aunque no lo haga de la manera exacta en que tú lo harías, es fundamental. Pequeños gestos de agradecimiento o elogio pueden fortalecer la relación y evitar que las tareas del hogar se perciban como una carga o motivo de resentimiento.
- Renegociar las tareas periódicamente: Las dinámicas cambian, y lo que funcionó en un momento puede no ser viable más adelante. Si alguno siente que la distribución no es justa o necesita cambiar, es mejor hablarlo y renegociar en lugar de dejar que el malestar crezca.
- Incluir momentos de limpieza en pareja: Hacer tareas juntos puede convertir una obligación en un momento de conexión. Poner música y limpiar juntos el fin de semana, por ejemplo, puede hacer que el trabajo se sienta menos pesado y crear una sensación de equipo.