Lectores de Genial compartieron historias que prueban que la escuela de manejo es una fuente de experiencias inolvidables

Historias
hace 2 años

Manejar un carro no es una tarea fácil. Por eso, antes de ponerse al volante, todos deben recibir capacitación y aprobar un examen. Algunos hacen frente a esta tarea rápidamente y sin incidentes, mientras que para otros, los cursos de manejo se convierten en una fuente de curiosos recuerdos.

Los lectores de Genial.guru no se quedaron indiferentes a la discusión sobre la experiencia de los cursos de manejo y compartieron sus historias con nosotros.

  • Empecé a estudiar en otoño y tuve los exámenes en invierno. Debido a un viaje de negocios, me perdí el examen interno con el grupo, así que me lo hicieron por separado. Obviamente, nadie quiso limpiar el territorio de la nieve solo por un estudiante. Fue divertido hacer el zigzag de memoria y luego quitar la nieve para ver si había pisado la línea. Dos semanas después de comprar mi auto, perdí el control y el coche voló a una zanja frente a la escuela. En ese momento, mi instructor estaba trabajando con un estudiante:
    —Dios mío, ¡un auto salió volando!
    —Todo está bien, es nuestra alumna. @Evgeniia Saf / Facebook
  • Mi amiga estaba haciendo su examen de conducir. El instructor le dijo que tenía que dar la vuelta, pero ella continuó derecho. Cuando le preguntó a dónde iba, ella respondió: “A la gasolinera, siempre doy la vuelta ahí”. @Albina Osinkina / Facebook
  • Cuando estaba haciendo cursos de manejo, teníamos una regla: si pasabas en auto y no notabas una señal en el camino, había que regresar, subir a una silla y limpiar la señal con un trapo. Una vez, me pasé por alto una señal y tuve que limpiarla, ¡en el centro de la ciudad, con un montón de gente mirando! Fue vergonzoso, pero necesario, si no habría tenido que volver a pie. @Albert Chaban / Facebook
  • En una lección de manejo, el instructor dijo: “¡Derecho!”, pero yo giré a la derecha. A pesar de que manejaba bastante bien, por la emoción había olvidado que “derecha” y “derecho” son cosas diferentes. © Elina Badyrkhanova / Genial.guru
  • Salimos a manejar por la ciudad con el instructor y otro estudiante en el asiento trasero. Era invierno, todo resbaladizo. Estaba intentando entrar en una curva en tercera marcha y el auto empezó a girar, como en las películas. Gracias a Dios, el auto se detuvo, no choqué ni herí a nadie. Solo recuerdo los ojos cuadrados del instructor y del otro muchacho. @Zhanar Temir / Facebook
  • Después de una lección de manejo, nos quedamos charlando con el instructor al lado de la escuela. Con un rugido de alta velocidad, llegó el segundo auto de nuestro grupo, del cual salieron el instructor enojado diciendo palabrotas y una chica colorada como un tomate. Resulta que esa criatura, que parecía tan tierna y frágil, logró arrancar la palanca de cambios con su mano cuando intentaba poner la primera marcha. Como resultado, el instructor tuvo que conducir con la primera marcha por toda la ciudad, hasta llegar al taller de reparación. @Kathy Sklyarova / Facebook
  • Cuando hacía cursos de manejo, no entendía por qué el autobús que salía de una parada tenía la prioridad de paso, a lo que mi instructor de teoría respondió brillantemente: “¡Porque es más grande y más pesado!”. Lo recordé por el resto de mi vida y no volví a hacer esa pregunta. Y el instructor de manejo siempre comenzaba con la frase: “¡Recuerda, hay muchos mensos en la calle además de ti!”. Eso también me hacía concentrarme. @Irina Baranova / Facebook
  • Iba con el instructor al pueblo vecino por leche, por agua, lo llevaba a casa a almorzar, escuchaba sus historias sobre exesposas y adivinas a las que acudía. Y no sé quién de los dos se sentía peor, ya que él me veía llorar todas las mañanas. @Ksusha Arslan / Facebook
  • En los cursos de manejo, teníamos una chica que no sabía cómo actuar cuando se encontraba con un controlador de tránsito. Resultó que ella no entendía si estaba parado de pecho o de espaldas... @Victoria Maslovskaya / Facebook
  • Estaba un poco nerviosa en mi examen de manejo. Me abroché, miré en todos los espejos, puse la primera, quité el freno de mano, pero esa maldita cosa no se movía. Dije: “¿Por qué no funciona?”, y el instructor, girando la llave: “¿Tal vez deberíamos encenderlo primero?”. Pensé que después de eso ya no aprobaría. Pero no: se me pasó la emoción, me dieron ganas de reír y todo salió bien. @Irina Irina / Facebook
  • Me contaron una historia sobre un muchacho que estaba haciendo su examen de manejo: condujo perfectamente todo el examen, pero justo antes de llegar a la escuela de manejo, no redujo la velocidad en un charco y mojó a una persona con agua. Lo hicieron volver a tomar el examen... © A B / Genial.guru
  • Tuve buenos profesores, y los instructores también eran buenos. Solo tuve desacuerdos con uno de ellos sobre la música: él ponía música de los años 80, y yo no soportaba muchas de esas canciones. Le expliqué que eso me ponía nervioso, a lo que me dijo: “El viaje siempre es estresante. Aprende a concentrarte en conducir y controlar el vehículo y la carretera. Y la música es para que yo no me ponga nervioso”. © Anar Ok / Genial.guru
  • Además de la capacitación general, nuestro instructor también nos contó sobre la “teoría de los niños”: si frenas para dejar que un niño cruce la calle corriendo, entonces, cuando lo haga, espera unos segundos más. Los niños corren en grupos, y el segundo niño que aparece corriendo es el que termina chocado por el auto. Un par de veces, manejando el auto, pude comprobar que tenía razón. @Sasha Petruhina / Facebook
  • Una vez, en la clase de manejo, rompí la palanca de cambios (estaba aprendiendo con un auto viejo). Paramos, en estado de shock y sosteniendo la palanca en mi mano, le pregunté al instructor: “¿Esto debería salirse así?”. El instructor, tomando la palanca: “No debería, pero parece que eso te importa poco con esas fuerzas que tienes...”. @Oksana Tomilets / Facebook
  • Cuando terminé la escuela de manejo, el instructor me dio un gran consejo sobre cómo lidiar con los groseros: si un automóvil te pasa y el conductor comienza a gritar, no hay que responder con insultos. Sobre todo si ese conductor está con una mujer. Solo necesitas lanzar besos a través de la ventana abierta y gritar: “Hola, cariño. ¿Cómo estás? ¿Por qué no me has llamado?”. El consejo funciona perfectamente. @Galina Galina / Facebook
  • Tuve mi examen de manejo en primavera. Íbamos por la ciudad, un camión con tierra negra pasó junto a nosotros. Recibí la orden de seguir al camión, porque el instructor necesitaba tierra negra para su terreno. Así que lo seguí hasta que se detuvo cerca de un jardín. ¡Y aprobé el examen en el primer intento! @Inessa Ahilshenok / Facebook
  • Año 1968. Teníamos un examen sobre las reglas de tránsito. A una chica le preguntaron:
    —Cuatro autos al mismo tiempo se acercaron a una intersección no regulada. ¿Qué auto debería pasar primero?
    La chica dio una respuesta impresionante:
    —Todos los conductores deben bajarse de los autos, ir al medio de la intersección y ponerse de acuerdo sobre quién pasará primero. @Zhanna Marambey / Facebook
  • Estaba haciendo mi examen práctico en 2006: era invierno, todo estaba congelado. Había varios grupos de otras escuelas que hacían el examen con nosotros. Entre ellos había un anciano de unos 70 años. Llegó su turno. Se subió al auto, hizo el recorrido. Anunciaron su resultado: aprobó. Él pasó junto a nosotros, saltando de la alegría, y dijo: “¡Y eso que olvidé ponerme los anteojos!”. @Anna Vorontsova / Facebook

¿Qué situaciones graciosas te pasaron en la escuela de manejo?

Imagen de portada Galina Galina / Facebook

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