Los satélites caen sobre la Tierra cada año, ¿por qué no los vemos?

Curiosidades
hace 1 año

La chatarra espacial ingresa a la atmósfera terrestre casi todos los días, y los especialistas rastrean la mayor parte desde la Tierra. Unos 400 incidentes tienen lugar cada año, pero no todos los escombros espaciales pueden rastrearse. Algunos fragmentos de satélites pueden caer al suelo; eso nos daría lluvias de meteoritos todas las noches. La chatarra que cae del cielo alcanza enormes velocidades, lo que produce una destrucción severa.

Afortunadamente, nada de esto sucede en realidad. Muy pocas personas han tenido la oportunidad de observar escombros espaciales cayendo. Casi no existen casos en la historia en los que un satélite haya dañado la propiedad de una persona. Para averiguar qué sucede con los objetos espaciales durante la caída, tienes que comprender cómo es que logran volar alrededor de la Tierra tanto tiempo.

Imagina que trabajas para el servicio meteorológico. Hoy lanzarás un satélite a la órbita de la Tierra para que monitoree el cambio del planeta. El satélite está instalado en un cohete. El cohete despega y alcanza una velocidad de 40 000 km/h, más rápida que una bala y que el mismísimo sonido. La aceleración es necesaria para que el satélite supere la atracción gravitatoria del planeta.

Una vez que el satélite llega al espacio y a la atmósfera superior, el cohete simplemente cae, pero ya le ha dado al satélite la velocidad y energía necesarias para que pueda moverse. Esta fuerza se conoce como movimiento lineal.

El satélite se encuentra a miles de kilómetros de la Tierra. Sin embargo, la gravedad lo atrae. El movimiento y las fuerzas gravitatorias hacen que describa una trayectoria circular en torno al planeta, una trayectoria conocida como órbita.

A esta velocidad, el satélite podría alejarse hacia el espacio exterior, pero la fuerza de gravedad lo atrae. Nuestro satélite meteorológico termina en un equilibrio entre estas dos fuerzas, un equilibrio bastante difícil de lograr. Mientras más cerca esté el satélite del planeta, más fuerte será el efecto de la gravedad. Para permanecer en su órbita, debe volar muy rápido. Aquí puedes ver a nuestro satélite ingresando a la órbita y alcanzando una velocidad increíblemente rápida. Esta es una de las razones por las que puede dejar de funcionar.

Miles de objetos espaciales vuelan junto al satélite a la misma velocidad. La colisión más pequeña puede traer consecuencias devastadoras. Actualmente, unos 500 000 fragmentos de chatarra vuelan alrededor de la Tierra, fragmentos que pueden ser pequeños, del tamaño de una pelota de tenis, o enormes, tan grandes como vagones o autobuses.

También hay pequeños fragmentos de satélites. Si dos partes de una nave espacial colisionan entre sí, volarán en todas las direcciones en forma de miles de segmentos pequeños. Esto puede generar hasta 170 millones de partes. La órbita del planeta está llena de escombros innecesarios que viajan a grandes velocidades. La mayoría son pequeños, del tamaño de un grano de azúcar, pero no son menos dañinos que los segmentos desprendidos de cohetes que llevan a los satélites hacia su órbita.

Por ejemplo, una gota de pintura puede dañar una nave espacial si vuela a 48 000 km/h. Para evitar esto, los ingenieros calculan las rutas de los satélites que lanzan y los cubren con una capa protectora de varios metales. Mientras más escombros espaciales vuelen alrededor del planeta, más accidentes tendrán lugar. Y mientras más accidentes haya, más chatarra espacial aparecerá. Se trata de un ciclo sin fin, pero los científicos intentan desarrollar estrategias para limpiar la órbita terrestre.

La siguiente causa de los accidentes es el Sol. Nuestra estrella libera partículas de alta energía constantemente que colisionan con todo lo se encuentra en su camino. Cuando se estrellan en los satélites, pueden cambiar su trayectoria y desacelerar su movimiento.

Existe un escudo en las capas superiores de la atmósfera: el campo magnético de la Tierra. Los satélites vuelan dentro de este escudo, que refleja la radiación solar que se dirige hacia nuestro planeta. Pero hay lugares en los que este escudo es más débil. Cuando los satélites pasan por esos lugares, reciben una gran cantidad de radiación, lo que desactiva la navegación y el funcionamiento estable de todos los sistemas. Por suerte, los accidentes provocados por la radiación solar son inusuales.

Otra razón responde al cambio del campo gravitacional de la Tierra. Nuestro planeta se encuentra en movimiento, y sus procesos internos pueden cambiar la forma del campo gravitatorio. Es posible que estos cambios alteren la dirección en que un satélite orbita. Afortunadamente, estas alteraciones de la gravedad son insignificantes, y solo pueden provocar la caída de un satélite después de unos cuantos años.

La razón principal por la que un satélite cae es que las personas los desconectan. Si un satélite ya no logra transmitir información o se vuelve anticuado, los especialistas lo hacen caer. Otra razón frecuente es la falta de combustible. Si se agota, el satélite se vuelve imposible de controlar, lo que lo transforma en un objeto que vuela sin rumbo. Por eso, los expertos utilizan los restos de combustible para desacelerarlo y llevarlo hacia la órbita. Los científicos planean muy bien estas operaciones: detienen el satélite en cierto momento para que pueda caer sobre las áreas desiertas de los océanos.

El satélite cae y pasa por la atmósfera de la Tierra a una gran velocidad. Las capas inferiores crean una fuerte presión y fricción sobre la chatarra espacial. Estos procesos generan una gran cantidad de calor. El satélite se incendia y se desmantela. La mayor parte de él simplemente se quema, y los escombros restantes caen en lugares remotos del planeta. Este método funciona cuando el satélite está volando cerca de la Tierra.

Algunos objetos espaciales se encuentran lejos de nuestro planeta, y el campo magnético terrestre es mucho más débil allí. En esos casos, es más fácil utilizar el combustible restante para superar la fuerza de gravedad. Simplemente se envía al satélite a flotar hacia el espacio exterior.

Las partes de cohetes, los grandes restos metálicos de satélites viejos y otros fragmentos de escombros no pueden controlarse. Todas estas cosas caen hacia la atmósfera de la Tierra y se transforman en ceniza. Mientras más pequeño sea el objeto que cae, menos chances tendrá de tocar el suelo.

La chatarra grande puede sobrevivir a la atmósfera. Por suerte, esos objetos son monitoreados por servicios especiales. Cuando un satélite viejo ingresa a la órbita de la Tierra, las personas ya saben con anticipación dónde aterrizará. Y si alguien se encuentra en este territorio, será evacuado. Pero esto sucede con muy poca frecuencia.

Las personas solo utilizan un pequeño porcentaje del total del suelo para vivir. Más del 70 % del planeta está cubierto con agua. Si la atmósfera no puede quemar los escombros espaciales, el agua los destruirá. Los objetos espaciales caen a los océanos o sobre regiones prácticamente inhabitadas.

La probabilidad de que un satélite impacte contra una casa es muy pequeña. Pero si esto sucediera, según la ley, el dueño de la casa será compensado por el daño. Sin importar el país en que vivas, la empresa que construyó el satélite será la responsable y estará obligada a pagar por todas las pérdidas.

La chatarra espacial que cae tiene su lugar preferido. Este lugar incluso es conocido como cementerio de satélites. El Punto Nemo es una zona que se encuentra en medio del océano. Se trata del lugar a mayor distancia del suelo firme en toda la Tierra. Es muy difícil llegar allí, y tampoco es fácil salir. Si te encontraras en ese lugar, tendrías que navegar más de 1600 km para llegar a la isla más cercana.

Es más: la distancia desde este punto hacia la Estación Espacial Internacional es menor que la distancia hacia el suelo firme. Si viajaras en barco hacia el Punto Nemo y de pronto te quedaras sin combustible y medios de comunicación, sería mejor que pienses en enviar una señal hacia el cielo. Los astronautas de la EEI podrían verte y enviar a la guardia costera a tu ubicación.

Casi ningún barco pasa por ahí. Por eso, las compañías arrojan sus satélites en este lugar. La onda de choque, la fuerza producida por el impacto de la chatarra, se disolverá en el océano infinito. El fondo esta lleno de escombros espaciales.

Los satélites que caen no lastiman a las criaturas marinas. El Punto Nemo es uno de los lugares con menos vida en todo el planeta. El agua fría y rica en nutrientes no llega allí. Casi no hay vientos que arrastren sustancias orgánicas a través del océano. En pocas palabras, no cuenta con la cantidad necesaria de alimento como para permitir el desarrollo de seres vivos más grandes. En este momento, los satélites están cayendo en el Punto Nemo y hundiéndose lentamente hacia el fondo del océano.

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