La historia del millonario que vendió su imperio y gastó ese dinero en ayuda para personas sin hogar

Historias
Hace 2 semanas

Marcel LeBrun podría estar disfrutando de yates y viajes en jet privado. En cambio, pasa sus días construyendo casitas de colores para personas sin hogar. Este emprendedor canadiense vendió su empresa de tecnología por varios millones de dólares y decidió gastarlos de la forma más inesperada: creando 12 Neighbours, un proyecto que desafía todo lo que creíamos saber sobre cómo combatir la pobreza.

De la riqueza extrema a la revolución social

En 2021, tras vender su compañía de análisis de redes sociales, LeBrun hizo algo radical: visitó organizaciones benéficas desde Canadá hasta Ghana. Lo que aprendió lo cambió todo:

  • El enfoque “housing first”: Dar vivienda primero, sin condiciones, es la base para resolver otros problemas (adicciones, empleo).
  • La dignidad como motor: “Tienes que proveer una casa”, dice en este video en Youtube.

Así son las casas

12 Neighbours nació después de que LeBrun invirtiera cerca de USD 4,5 millones en el proyecto, con 99 mini casas que se construyeron con:

  • Cocina completa
  • Baño con ducha
  • Calefacción eficiente
  • Espacios verdes compartidos

No solo son casas, es una comunidad

Cada detalle en 12 Neighbours está pensado para dar un sentido a la comunidad, para que sus habitantes sean verdaderos vecinos, que se apoyen, que se ayuden, que convivan, que aprendan unos con otros:

  • Talleres laborales: Desde carpintería hasta cultivo hidropónico.
  • Arquitectura alegre: Casas pintadas de azul, rojo y verde para combatir el estigma.
  • Comunidad: Barbacoas semanales y un sistema de apoyo entre vecinos.

Por qué es importante esta labor

LeBrun ha demostrado que un proyecto así es sostenible con justicia:

  • Es posible: La renta para los residentes se mantiene en el 30% de sus ingresos, lo que quiere decir que la mayoría solo paga un máximo de 200 dólares.
  • Es escalable: Los dormitorios individuales cuestan 7500 dólares y las casas alrededor de 80 000, mientras una casa asequible promedio en Canadá no baja de 350 000 dólares.
  • Es humano: No exige abstinencia ni empleo como requisito.

“Construir comunidad y vivir en comunidad es gratificante por naturaleza”, dice LeBrun.

Este “anti-magnate” está redefiniendo el éxito: no se mide en dólares, sino en llaves entregadas. Su proyecto prueba que la compasión, cuando se ejecuta con inteligencia, puede resolver problemas con los que estamos lidiando como sociedad desde hace mucho tiempo.

Si fueras un millonario, ¿qué harías con tu dinero?

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