Seguramente seamos capaces de recordar aquellos días escolares en que lo que más nos importaba era que nuestros compañeros no nos excluyeran de los eventos a los que asistirían todos los del salón. Pues bien, estas cosas no solo nos ocurren durante la infancia o la adolescencia; aunque nos cueste admitirlo, también tenemos la necesidad de sentirnos incluidos durante nuestra vida adulta.
¿Qué recuerdos tienes de alguna fiesta a la que no pudiste asistir, aunque ganas no te faltaban? ¿Cuál fue el peor malentendido que tuviste con un compañero de trabajo? Sin duda, también vamos a querer saber cómo lo resolviste.
Afortunadamente, Bob decidió arreglar las cosas (bueno, al menos lo intentó)
En Genial simpatizamos mucho con la historia, y decidimos sacar algunos aprendizajes de ella
- Sé siempre sincero. Aunque la verdad pueda ser incómoda, siempre hay mejores formas de transmitirla que mintiendo. Si hay una razón para mentir, seguro habrá diez más para decir la verdad. En este caso, Bob no solo le mintió al usuario, quien contó la historia, sino también a todos sus colegas, haciendo que el protagonista se ofendiera aún más, lo que provocó que la situación saliera a la luz de la peor manera.
- Si vas a pedir perdón, demuestra que es una ofensa que no quisieras volver a cometer. Bob y Pam dejaron muy en claro que, aunque se sintieron mal por excluir al usuario, no sentían remordimientos por no haberlo invitado. Cuando se pide una disculpa, hay que centrarse en el daño provocado por la ofensa y no en las buenas intenciones que había al causarla. Porque en este caso solo dejan en claro que no hay un arrepentimiento, sino una sensación de angustia por haber hecho sentir mal al otro. ¿Y qué sentido tiene disculpar a alguien por una falta que volvería a cometer en la misma situación?
- Al disculparte, explica tus actos, no los justifiques. Es importante que a la hora de disculparnos, expliquemos nuestros actos, pero sin justificarlos. Está bien que Bob haya expuesto las razones por las que no invitó a su colega, pero decirle que no pensaba que quisiera ir a una boda como único soltero, en cierta forma, justifica su ofensa al dar a entender que el usuario le dio más importancia de la debida.
- Mantengamos nuestra vida personal y laboral como asuntos separados. Si bien es bueno llevarse bien con los compañeros de trabajo, sería conveniente que, al menos en horario laboral, mantengamos la vida personal al margen. Asuntos de la vida privada como quién invitó a quién a la boda y por qué tal o cual persona no fue llevaron a que muchos diálogos y disputas tuvieran lugar dentro del horario laboral. ¿Te imaginas lo incómodo que habrá sido trabajar en esa oficina durante esa semana con Bob y el usuario en malos términos? Tal vez sea muy interesante desde afuera, pero allí dentro, solo se habrá escuchado el sonido de las teclas al trabajar.