Mi suegra se mete en todo desde que nació mi bebé y ahora está arruinando mi vida familiar

Gente
hace 5 horas

La maternidad es un camino largo y lleno de pendientes que comienzan ya desde el embarazo. A los típicos cambios hormonales se le suma la expectativa y el miedo a lo que nos tocará afrontar. Un sin fin de preguntas se amontonan en nuestra mente y a veces es difícil no sentir ansiedad y cierta preocupación. Por eso, cuando en nuestra familia contamos con alguien que nos ofrece su ayuda, sentimos alivio. Pero, ¿qué pasa cuando esta ayuda nos juega en contra? Este es el caso de la protagonista de esta historia, que nos revela el lado oscuro de la colaboración familiar.

"Hace unos meses tuve a mi primer hijo mediante una cesárea. Durante mi embarazo, estaba obsesionada con dar a luz de forma natural. Pero creo que en el fondo era porque había escuchado que con la cesárea no te recuperas rápido, y me preocupaba mucho no poder cuidar del bebé. Vivo cerca de mis suegros, así que eventualmente mi suegra iba a ayudarnos.

El parto vino con complicaciones, rompí bolsa, el bebé venía de nalgas, así que fue una cesárea de emergencia. Por suerte, el niño nació sano. El tiempo que estuve internada sentí mucho dolor y estuve casi sin dormir. Todos actuaban conmigo como si estuviera perdiendo la cabeza por la falta de sueño pero yo estaba bien, solo con dolor y muy abrumada por la llegada del bebé. Mientras estuvimos ahí mi pareja me apoyó, me prometió que me ayudaría con todo lo que yo no pudiera hacer, y eso significó mucho para mí.

Cuando llegamos a casa después del dos días en el hospital dormí varias horas seguidas. Mi suegra decidió quedarse a dormir en nuestra casa y ayudar con el bebé y las tareas. Hasta ahí todo bien. De buena voluntad, me dijo que ella iba a quedarse con el bebé por la noche, cerca de su cama en otra habitación, para que yo pudiera descansar. Cambiaba los pañales, vestía al bebé, lo bañaba y solo me lo traía para amamantar. Yo me sentía mal, como si algo no estuviera bien, pero no terminaba de entender qué pasaba.

Mientras tanto, mi esposo y yo estábamos estresados pero unidos, preocupados por la salud del bebé, vigilando si respiraba, si tenía frío, si estaba en peligro por las mantas, la temperatura del cuarto, etc., buscando todo en Google. Ansiedad posparto al máximo.

Será por el estrés que no me bajaba la leche para darle al bebé, y fue allí cuando mi suegra empezó a entrometerse. Primero haciendo comentarios sobre que el niño tenía hambre y que deberíamos darle fórmula; luego al decir que le preocupaba que mi esposo estuviera tan involucrado en todo, que eso era algo que debían hacer las mujeres, que en su época su marido no estaba presente y que yo debería estar agradecida por lo atento que era su hijo conmigo.

Al cuarto día seguido de estar en casa, mi esposo la llevó a su casa a buscar ropa y ducharse. Cuando volvieron, noté que él estaba distante y diferente. Ponía caras raras cuando le pedía que me ayudara a cambiar las sábanas o algo similar. Luego, la quinta noche después del parto, le pedí que me trajera un vaso de agua porque me dolía mucho la cicatriz y me costaba levantarme y él respondió irónicamente: “Sí, claro, reina, todo para ti”. En ese momento, algo dentro de mí se rompió. Me quebré, me puse a llorar y le dije que yo haría todo si no sintiera dolor. Se arrepintió enseguida, me pidió perdón y dijo que era una broma. Pero yo lloré toda la noche. Encima, mi bebé dormía en la otra habitación con mi suegra.

A la mañana siguiente, era otra persona. Aunque seguía sintiendo dolor en el cuerpo, tomé el control del cuidado de mi hijo sin dejar que ella interfiriera. Notó mi cambio y en un momento se puso a llorar. Le pregunté qué pasaba, no dijo nada, solo que estaba cansada. A medida que pasaba el día yo estaba cada vez más decidida a no dejar que nadie más que yo cuidara a mi bebé.

Esa noche, mientras lo amamantaba, ella estaba parada justo frente a mí mirándome de forma muy incómoda, como tratando de ver si el bebé comía. Luego, durante la cena, preguntó: “¿Ustedes están bien con que me quede aquí?, ¿estoy haciendo algo mal con las tareas del hogar o algo así?”. Le dije que no, que simplemente quería cuidar a mi bebé yo misma y que me frustraba no poder hacerlo por el dolor de la cesárea.

Esa noche, por suerte, decidió dejarme al bebé en mi habitación, al lado de mi cama, pero venía cada vez que escuchaba un ruido. Incluso una vez durmió en nuestra cama mientras yo amamantaba y mi esposo dormía. Siguió ayudando con la comida, el bebé y las tareas, pero ya no dormía más en nuestra casa.

Lamentablemente, mi bebé y yo nos enfermamos a las tres semanas del parto, así que volvió a casa para ayudar. Yo estoy muy agradecida por su ayuda, ¡realmente lo estoy! No tengo palabras para agradecerle lo suficiente, pero en esta segunda vuelta ella siguió con los comentarios de que mi esposo estaba muy estresado por el bebé, que debía salir más o incluso volver al trabajo, como lo hizo su marido en su época. Por todos sus comentarios, mi esposo dejó de hacer cosas en la casa y pronto nos distanciamos mucho.

Incluso hoy, después de 4 meses, siento casi resentimiento hacia él. Y aunque respeto a mi suegra por su ayuda en un momento tan delicado de mi vida, siento que el precio que pagué fue demasiado alto. Siento que mi relación con mi esposo está arruinada. Y también siento que mi primer mes con mi bebé fue un periodo lleno de estrés, y mi suegra es responsable de esto. Ojalá hubiera disfrutado más a mi bebé y la lactancia. ¿Estoy siendo desagradecida?".

¿Qué opinas tú? ¿La protagonista de esta historia está siendo desagradecida con su suegra o debería ponerle límites? ¿Has vivido una situación parecida en tu familia?

Imagen de portada grey_elephant1 / Reddit

Comentarios

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No creo que seas desagradecida. Tu suegra te ayudó, pero también hizo muchas cosas indebidas, se tomó atribuciones que no correspondían. Puso a tu marido en contra tuya. Éso estuvo pésimo, debería haber cooperado sin inmiscuirse demasiado

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