15+ Reseñas de usuarios en internet que podrían contarse como chistes

Se supone que los padres son los mayores animadores de los niños. Ojalá fuera mi caso. En lugar de hacerme sentir segura de mí misma, mi madre a menudo se burla de mí y se mofa de mis inseguridades, diciendo que ella solo tiene “buenas intenciones”. Sin embargo, esta vez no sé si mis padres me están ayudando o no. ¿Les hago caso?
¡Hola, Genia.guru!
Me he encontrado en una situación en la que tengo dos opciones, cada una con sus pro y sus contra, pero no sé qué camino tomar. Te agradecería mucho que te tomaras tu tiempo para leer mi historia y compartir lo que crees que es lo correcto que hay que hacer.
Hace poco descubrí que mis padres me programaron una consulta de cirugía plástica a mis espaldas. Al parecer, lo tenían previsto desde hacía tiempo, pero no me lo dijeron hasta hace un par de días. Me sorprendió, me enfadé y, sinceramente, me sentí traicionada.
Mientras crecía, mis padres hacían pequeños comentarios sobre cómo los pequeños “retoques” en mi cara la mejorarían. Mi madre siempre decía que me vería “perfecta” si mi nariz estuviera recta o si mis labios estuvieran “más centrados”. Durante toda mi vida, ha estado obsesionada con tocarme la cara y moverme un poco la piel hacia un lado para que pareciera simétrica frente al espejo. No es que me hiciera sentir mal constantemente, pero esos comentarios definitivamente se me quedaron grabados a lo largo de los años.
De niña, empecé a obsesionarme con mi aspecto a causa de esos comentarios. Recuerdo que me hacía preguntas como: “¿Por qué tengo un aspecto tan raro?” o “¿Todo el mundo se fija también en estos rasgos tan raros?”.
Mi mamá nunca fue directamente maliciosa, siempre lo enfocaba como: “Solo quiero lo mejor para ti”, lo que me confundía aún más. En mi cabeza, “lo mejor” significaba que había que arreglar algo en mí. Así que pasé gran parte de mi adolescencia deseando que mi cara tuviera otro aspecto o comparándome con otras chicas que, en mi opinión, tenían la nariz “perfecta” o los labios “perfectos”.
Durante mucho tiempo estuve muy acomplejada. Me costó años de terapia y autorreflexión aceptar mi aspecto. Cuando llegué a la veintena, me di cuenta de que andaba por ahí con inseguridades que ni siquiera eran mías: eran comentarios externos que se convirtieron en críticas internas. Después de mucho trabajo, por fin empecé a sentirme cómoda en mi propia piel.
Ahora, de la nada, mis padres han concertado una cita con un cirujano plástico para “arreglarme” la cara. Incluso llegaron a tener preparadas ideas para las fotos del antes y el después. Al principio me puse furiosa, pero decidí ir a la consulta, sobre todo para ver qué decía el cirujano.
Pensé que solo hablarían de remodelarme la nariz o inyectarme algo en los labios, lo habitual. Sorprendentemente, el médico me dijo que tenía una pequeña anomalía congénita en el labio superior, casi como una pequeña cicatriz o muesca con la que había vivido toda mi vida, pero que nunca me había dado cuenta de que tenía un nombre o una clasificación. Me explicó que podría ser la causa de que mi cara tenga un aspecto ligeramente asimétrico y que se podría “fijar” fácilmente con una intervención.
Oír eso me desconcertó un poco. Por un lado, por fin había encontrado un poco de paz con mi aspecto, había aprendido a mirarme en el espejo y me gustaba mi reflejo. Pero ahora me dicen que hay una razón médica para mi asimetría y que “arreglarla” podría mejorar mi aspecto.
Una parte de mí se pregunta si debería tomármelo en serio porque el cirujano me lo ha dicho como una corrección rutinaria y no como un cambio puramente estético. Otra parte de mí desconfía porque no quiero deshacer todo el trabajo de autoaceptación que he hecho. También me duele bastante que mis padres hayan ido a mis espaldas para programar la consulta.
Supongo que no estoy segura de cómo sopesar mi autoaceptación, contra la posibilidad de someterme a un procedimiento que podría hacerme sentir más cómoda en mi piel. Me gustaría conocer la opinión de otros, sobre todo si te has encontrado en una situación parecida. Gracias por leer.
Gracias por escribirnos. Aquí tienes algunas recomendaciones sobre cómo puedes manejar esta situación de cara al futuro:
Confía en tus sentimientos — Si has trabajado duro para aceptarte y quererte a ti misma, no dejes que las opiniones externas hagan tambalear ese progreso. Tu confianza es valiosa, y ningún procedimiento puede sustituir a la verdadera aceptación de uno mismo.
Tómate tu tiempo para decidir — No te precipites porque tus padres lo hayan decidido. La cirugía plástica es una decisión personal, no algo que hacer impulsivamente. Piensa si es algo que realmente quieres tú o si se trata de una presión persistente por los comentarios de tu madre en el pasado.
Separa lo médico de lo estético — Puesto que el médico te ha señalado un problema congénito menor, piensa si arreglarlo es algo que quieres para ti, no para alcanzar la perfección estética. Si afecta a tu salud o a tu comodidad, quizá merezca la pena explorarlo, pero si es solo por simetría, sopésalo con cuidado.
Establece límites con tus padres — Es comprensible que te sientas traicionada. Mantén una conversación firme pero tranquila con ellos, haciéndoles saber que las decisiones sobre tu cuerpo son solo tuyas. Deja claro que aprecias su preocupación, pero que necesitas que respeten tus decisiones.
Busca una segunda opinión — Si sigues teniendo dudas, consulta a otro profesional médico. Un punto de vista nuevo puede ayudarte a tener más confianza en cualquier decisión que tomes.
Recuerda que eres suficiente — Independientemente de lo que elijas, tu valía no depende de lo simétricos o “perfectos” que sean tus rasgos. Lo más importante es que te sientas cómoda y contenta contigo misma, tanto si optas por la cirugía como si no. Tu felicidad y tu salud mental son lo primero. La belleza es subjetiva.
En otra carta, una mujer cuenta por qué tomó la difícil decisión de excluir a su hija de una cena familiar. Léelo todo aquí.