18 Bodas que perfectamente podrían haber sido parte de un show televisivo cómico
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Elisabeth Anderson-Sierra es una súper mamá de tres hijos que no solo ha nutrido a sus propios pequeños, sino que también ha salvado incontables vidas, incluyendo la de frágiles bebés prematuros, gracias a su “magia láctea”. Esta madre rompió el récord Guinness por la mayor donación de leche materna realizada por una sola persona. En tan solo tres años, donó unos sorprendentes 1599.68 litros (o 422.59 galones) a un banco de leche. Para ponerlo en perspectiva, eso equivale a llenar 800 botellas de refresco de dos litros o preparar más de 2200 lattes tamaño Venti de Starbucks. ¡Café, hazte a un lado!
“Esto solo incluye la leche que doné a un banco de leche entre 2015 y 2018”, explica Elisabeth. El récord ni siquiera abarca la leche que ha compartido con familias de todo el mundo. En nueve años, Elisabeth ha ayudado a familias locales y a destinatarios internacionales, estimando que sus donaciones totales superan las 350 000 onzas.
Elisabeth Anderson-Sierra es un ejemplo viviente de resiliencia, enfrentando un viaje único de lactancia moldeado por el síndrome de hiperlactación. Esta rara condición provoca una producción excesiva de leche, convirtiendo su experiencia como madre en una historia conmovedora e inspiradora de generosidad y fortaleza.
En Beaverton, Oregón, Elisabeth se ha ganado el apodo de “Diosa de la Leche” gracias a su incomparable habilidad para producir leche. Los habitantes locales la celebran como un ícono de la maternidad, una defensora de la salud y el bienestar, y una superheroína de la lactancia. A pesar de sus logros sobrehumanos, Elisabeth se mantiene humilde. “Soy una madre con un regalo que puedo compartir”, afirma.
Debido al síndrome de hiperlactación, Elisabeth produce la asombrosa cantidad de más de 6 litros (1.75 galones) de leche al día. Este nivel de producción excesiva es poco común y viene acompañado de desafíos y oportunidades. Para Elisabeth, es una parte intensa de su viaje como madre lactante.
Una historia increíble ocurrió durante su viaje a Puerto Rico tras el huracán María en 2017. Allí conoció al bebé Joaquín, un pequeño de tres meses que nació prematuro y perdió a su madre durante el parto. Luchando con fórmulas y dependiendo de costosos envíos de bancos de leche, el padre de Joaquín estaba desesperado. Cuando Joaquín prosperó con la leche de Elisabeth, ella se comprometió a enviarle leche materna durante un año completo.
Extraer leche no es una tarea casual para Elisabeth, es su vida. Pasando de cuatro a cinco horas diarias conectada a bombas, gestiona su suministro de leche con total dedicación. “Extraer leche es como un deporte olímpico, y yo soy una atleta de élite, pero no es divertido. Mis pechos me despiertan por la mañana porque gritan: ‘por favor, haz algo al respecto’”, admite.
Extraer leche es físicamente agotador, y Elisabeth enfrenta desafíos constantes de lactancia, incluyendo dolor y noches sin dormir. Pero su misión va más allá de su propia familia. Es una donante dedicada que comparte su excedente de leche con madres necesitadas, bancos de leche que apoyan a bebés prematuros y parejas homosexuales.
En los últimos tres años, ha donado unos increíbles 700 galones de leche, el doble del récord mundial anterior. Su labor ejemplifica la generosidad de las madres inspiradoras, convirtiendo su condición en un recurso para la comunidad.
Operar una “granja láctea” de una sola mujer no es barato. El camino de Elisabeth requiere inversiones en bombas, suministros e incluso electricidad para alimentar sus cuatro congeladores. Aunque gana 1 dólar por onza calificada de leche donada, esto apenas cubre sus gastos. “No estoy ganando mucho dinero. Esto solo me permite seguir adelante”, explica.
Su recorrido como lactante también implica sacrificios personales. “No busco obtener ganancias. La gente piensa que hago mucho dinero, pero en realidad solo me ayuda a sostener lo que hago”, comparte Elisabeth.
Continúa: “No he tenido un día libre en dos años y medio. Es más que un trabajo de tiempo completo”. Sin embargo, su compromiso es inquebrantable.
La historia de Elisabeth es un ejemplo notable de cómo condiciones raras como el síndrome de hiperlactación pueden inspirar cambios positivos. A través de su excesiva producción de leche, ha impactado incontables vidas, demostrando el poder de la resiliencia, el amor y la comunidad.
“Esta es mi manera de ser activa en mi comunidad y de devolver algo a la humanidad; por eso es mi labor de amor. Si todos tuvieran esta mentalidad, el mundo sería un lugar mejor. Siento que estoy haciendo mi parte, una onza a la vez”, añadió la mujer.
Sin embargo, Elisabeth sabe que no podrá extraer leche para siempre. Está considerando opciones para reducir sus niveles de prolactina, incluyendo medicamentos o incluso una doble mastectomía para detener la producción de leche por completo. “Remover el tejido glandular detendría la producción, pero siempre existe el riesgo de que se forme nuevo tejido mamario debido a las hormonas”, señala.
Por ahora, Elisabeth no tiene planes de detenerse. Se siente honrada por su récord Guinness y espera que su historia inspire a otros. “Tengo mucha esperanza de que romper este récord y compartir mi historia normalice la práctica de compartir leche”, dice con orgullo.
Recuerda, cada experiencia de lactancia es única. Si tienes inquietudes específicas o enfrentas desafíos, no dudes en buscar apoyo de profesionales de la salud o grupos locales de apoyo a la lactancia.
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