Pasé un año entero yendo a citas que conseguí en Tinder, y puedo contar si es factible encontrar el amor allí
El futuro súper tecnológico ya se refleja en las pantallas de vidrio de nuestros teléfonos inteligentes, y nos conduce silenciosamente hacia la realidad de la serie Black Mirror, donde las personas se conocían a través de una aplicación de Internet, que determinaba su compatibilidad en un 99,9%. ¿Acaso será posible ya hoy encontrar a tu alma gemela simplemente descargando en tu teléfono una aplicación de citas?
Genial.guru te contará la historia de una invitada de nuestra oficina editorial que durante todo un año intentó activamente encontrar la respuesta a esta pregunta en la aplicación de citas en línea más popular: Tinder.
¡Hola a todos! Me llamo Julia y uso Tinder. Suena como el comienzo del discurso de un miembro de una reunión de adictos, y hasta cierto punto es realmente así.
En fin, mi Tinder-epopeya comenzó hace un par de años. Dos de mis amigas ya habían usado la aplicación y, después de escucharles todo tipo de historias divertidas, también quise probarla. Y sí, quería conocer a alguien para una relación seria, y no solo para dar un par de paseos.
Y resultó que tuve suerte desde el primer intento: el primer chico que conocí realmente se convirtió en mi novio.
Pero la vida no siempre es como un cuento de hadas; después de una relación bastante larga, terminamos separándonos. Y entonces, el Tinder literalmente me absorbió. Así que el año pasado fue oficialmente el año de citas [risas], de las que saqué muchas conclusiones y rescaté historias divertidas, ahora propias, y eso es lo que quiero contarles hoy.
Empezaré por el hecho de que las intenciones de una persona se pueden adivinar ya por el lugar que elige para la primera cita
La mayoría de las veces te invitan a tomar café o simplemente a caminar. El cine es parte del programa de una segunda cita, porque no se puede hablar demasiado allí. Si te invitan a un club o a una fiesta, significa que no buscan nada serio. Más bien significa que la persona simplemente está buscando a un compañero para un evento. Una vez yo misma invité a un chico a un festival de música para no quedarme a solas con él, y poder observarlo desde afuera, así que, si fuiste invitado a una salida entre mucha gente, saca tus propias conclusiones.
Aunque, una vez me pasó un caso original: acordamos encontrarnos con un chico en el centro. Me dejó una buena impresión en seguida. Pero apenas habíamos terminado de saludarnos, y él ya me estaba llevando a algún lugar. Le pregunté: “¿A dónde vamos?”, “¿Cómo que a dónde? A ver fútbol”. Y realmente fuimos a ver fútbol con sus amigos, pero no volvimos a vernos después de eso.
El perfil y la realidad son dos cosas completamente diferentes, por supuesto
Una vez tuve una historia contundente en referencia a este tema. Conocí a un chico que en ese momento estaba de vacaciones en España. Tenía varias fotos en su perfil: en dos de ellas no se le podía ver la cara, y en una estaba sentado en una silla, con las piernas cruzadas, y estaba de perfil. No sentí que fuera algo raro porque, a juzgar por los mensajes, era un joven bastante interesante. Además, no se limitaba a enviarme mensajes, sino que hasta me envió un ramo de flores y consiguió dos entradas (para mí y una amiga) para un festival increíble, donde yo nunca había ni soñado ir.
Cuando regresó, obviamente, arreglamos una cita. Tuvo la consideración de pasar a buscarme, a pesar de que yo vivía en la otra punta de la ciudad. Salí, pero no lograba encontrarlo. Me dijo por teléfono: “¡Pero si aquí estoy! ¡Al lado del auto rojo!”.
Entonces veo a un chico que apenas me llega hasta el hombro... Y en ese momento es cuando nace esa sensación (sucede muchas veces cuando conoces a los usuarios de Tinder) de querer retroceder, pero tener que seguir caminando, porque él ya te vio y vio que lo viste a él. Seguí caminando, ya imaginando la conversación que mantendría con mi amiga Anna, contándole aquella situación con un té en su cocina. Pero me dije que tal vez no estaba todo perdido, y fuimos al centro. Pero toda la cita fue acompañada por un monólogo muy silencioso y aburrido sobre lo mucho que le gusta la historia y su perro. El volumen solo subía cuando él pronunciaba la frase “mi Cadillac”, cosa que, por cierto, hacía muy seguido. Y mientras él hablaba del discurso de la Mancomunidad de Naciones yo solo podía pensar en lo mucho que quería pegarme un tiro. Allí mismo, en su Cadillac.
La intuición es la ayudante principal en “Tinderlandia”
Es algo completamente inexplicable: en cuanto ves a una persona, inmediatamente entiendes con un 100% de seguridad si podrás tener una relación con ella o no. Aún si parece el hombre de tus sueños, en algunos casos, sientes inmediatamente que no tienen futuro. Traté de convencerme de lo contrario, pero la intuición ganó una y otra vez.
Así, por ejemplo, una vez conocí a uno que, a primera vista, era el hombre perfecto. Era guapo, viajaba mucho, hablaba de su trabajo de una manera interesante y, en general, tenía un espectro de intereses muy amplio: hablaba de los problemas ambientales, me enviaba películas documentales, etc. Y eso que la gente de Tinder rara vez plantea preguntas que se alejen de su biografía. Lo único negativo: en la foto de su perfil tenía el torso desnudo. Y una foto de perfil con el torso desnudo siempre es una señal de one night stand, es decir, de que la persona está buscando una relación por una noche. Lo entendía intuitivamente, pero mi mente decía: “¡Pero mira lo interesante que es, él no puede ser así!”.
¿Cómo terminó todo? Cuando comenzamos a escribirnos activamente, él estaba en Roma, y nunca nos vimos en persona. Y luego volvió al país y nos escribimos. Yo, en ese momento, estaba en un cine, y él (¡atención!) iba camino a quitarse del pecho el tatuaje con las iniciales de su ex esposa. Me reí en voz alta. Estaba viendo un thriller.
Aunque, en realidad, la situación resultó ser bastante triste: el hombre estaba deprimido porque no lograba olvidar a su ex. Y llenaba su tiempo al máximo: trabajando, haciendo deportes, viajando, viendo documentales, mirando las fotos de ella y, por supuesto, usando Tinder.
En su mayoría, las citas no se repiten. Cuidado: a veces te terminas cruzando a la misma persona más tarde por accidente
En su mayoría, tuve una sola cita con la gente que conocí en la aplicación. Solo una vez salí con un chico tres veces, y luego él regresó a los Estados Unidos para estudiar en la academia de música de Nueva Orleans. Pero aprendí mucho sobre la cultura de los Estados Unidos, sobre la música y sobre los viajes: como puedes ver, el Tinder puede ampliar mucho tu horizonte.
Un poco de la ética de Tinder: si, según la opinión de ambas partes, una cita no fue exitosa, no hay ningún problema, simplemente se olvidan el uno al otro orgánicamente después de decir: “Bueno, adiós, nos hablamos”. Si un chico no te gustó, generalmente solo ignoras sus mensajes. Sí, es feo, por supuesto, pero en cualquier caso es mejor que decirle a una persona que no te agradó.
En cuanto a mí, solo hubo una vez en que el hombre en el que yo había visto al “indicado” no me llamó para una segunda cita. Sin embargo, el destino volvió a reunirnos, aunque no como yo se lo había pedido.
Una vez fui al cine con mi amigo gay. Estábamos haciendo la fila para comprar palomitas de maíz. Y de pronto veo caminar hacia mí al “indicado”. Nuestras miradas se cruzaron, nos sonreímos y nos saludamos con la cabeza. Entró en alguna de las salas. Ahora atención: en este cine había alrededor de 20 salas. Mi amigo y yo fuimos a ver una película de arte. Teníamos los llamados lugares para los introvertidos, al costado de la primera fila.
¿Y qué crees? Entré a la sala, ¡y al lado de mi lugar estaba sentado el “indicado”! Encima se sonrió con satisfacción durante toda la película, como diciendo: “Todavía sigues yendo a estas citas, jaja”. Como resultado, mi amigo se comió solo el enorme balde de palomitas de maíz, porque yo simplemente tenía la garganta cerrada y la boca seca por esa incómoda situación.
También es difícil entender de qué tipo de persona se trata por los mensajes de texto que manda
Si un hombre te escribe algo así como, “Hola, eres hermosa”. En seguida piensas: “Pff, aburrido, ¡próximo!”. Y luego recibes mensajes tipo “Tus rasgos faciales son tan sutiles” y “Oh, esas pecas...”, y piensas: “Hmm, eso ya es más original”. Pero esos mensajes menos triviales tampoco garantizan que se trate de una persona interesante. Incluso si eres tú quien elige a quién escribir, no significa que hayas elegido un buen perfil. Por cierto, yo nunca le había escrito primero a nadie hasta que un día de repente pensé: ¿Y por qué no? Antes de eso, yo era una especie de [completar con un gesto pomposo de Beyoncé], pero después de 15 citas fallidas me di cuenta de que tenía que tomar el asunto en mis propias manos.
Por ejemplo, un día le escribí a un chico que parecía muy agradable. Una tarde, cuando yo estaba almorzando en una cafetería, me escribió que estaba cerca y que podía pasar por allí. Nos conocimos, y cuando le dije que yo trabajaba como dentista, él me contó que venía de un odontólogo y comenzó a mostrarme las fotos de su diente arreglado. No está mal para romper el hielo, ¿eh? Me pidió que evaluara el trabajo. Miré las fotos y le dije que, idealmente, el trabajo podría haberse hecho un poco más anatómicamente, por supuesto, pero que en general todo estaba bien. Y él: “¿Entonces qué, arruinaron mi diente?”. Y en cuanto hubo pronunciado esa frase, me di cuenta de que, habiendo decidido tomar el asunto en mis propias manos, terminé almorzando con un maldito hipocondríaco.
Como resultado, me habló de su diente durante una hora, solo interrumpiendo sus quejas para irse al cine con los amigos. Así que se fue al cine y yo me fui a casa. Una hora más tarde recibí un mensaje de él. Pensé que me daría las gracias por haber pasado un buen rato o algo así, y decía: “¿Y después de cuánto tiempo puedes comer y beber si te han arreglado mal el diente?”.
Luego me escribió varias veces más sobre sus dientes, el último mensaje decía que no quiere vivir con todo esto...
Curiosamente, un par de meses después fui al cine más popular de la ciudad. Atrás mío había un espectador borracho con una chica y se escuchaba cómo él la molestaba constantemente, y ella seguía diciendo: “¡No, ahora no!”. Había muy pocas personas en la sala, él seguía molestando a la chica, salieron de la sala varias veces y volvieron a entrar. En un momento, él pateó el respaldo de mi silla. Me di vuelta y vi que era ese, ¡el del diente! De nuevo, fue súper incómodo.
Llegué a la conclusión de que las personas son extrañas
Una vez, estuve escribiéndome con un chico “ideal, el que le caería bien a tu abuela”: inteligente, que trabajaba como diseñador y en la foto de perfil aparecía con camisa y un gato en brazos. Vivíamos cerca, y me ofreció encontrarnos en su casa. Dado que parecía de lo más inofensivo, acepté.
Cómo terminó todo: en general, estábamos conversando en su casa, con el gato, bebiendo vino, y de repente este tipo “que le hubiera agradado a mi abuela y todo eso”, comienza a contarme cómo había engañado a su ex novia con su vecina. Heme allí, con el ánimo de: “¡Guau, vaya cita! ¿Será el indicado?”, y él me dice todo eso. Y él sigue, admite que hasta le gustó ese sentimiento del engaño y traición desde la posición de un “criminal”. Yo seguí allí, con una cara imperturbable, pero por dentro decía “¿Queeeé?”.
En fin, llegué a la conclusión de que es imposible saber de antemano qué clase de personaje se esconde en un perfil: sea con la experiencia de 1 cita, sea con la experiencia de 100. Los humanos son unos seres demasiado extraños.
Francamente, al final llegué a la conclusión de que Tinder es terrible. Por lo siguiente:
- Primero, me parece que nadie se mete en Tinder porque está feliz con su vida. Para mí es como una gran ciudad: hay mucha gente, pero en realidad estás solo. O tienes miedo a ser rechazado, incomprendido, miedo a comunicarte con personas vivas, o no tienes amigos, compañía, pasatiempos; en fin, la lista puede continuar por mucho tiempo.
- En segundo lugar, toda esta abundancia para elegir en realidad es solo una ilusión. Todos esos perfiles y mensajes que no brindan ideas realistas sobre la persona que está del otro lado de la pantalla, todos estos likes que aumentan la autoestima también son una ilusión. Porque, en realidad, no podrás detenerte en una sola opción, te atormentará la idea de que necesitas seguir hasta llegar a un ideal inexistente. Creo que esa es la razón por la que yo había comenzado a salir con el primer chico que conocí por la aplicación: era la primera cita que conseguía por este medio, y todavía no me había sumergido en ese esquema de apuestas para buscar a “mi” persona.
- Por cierto, sobre los likes. Info privilegiada: un amigo me dijo una vez que ellos, los chicos, para ahorrar tiempo le ponen likes a un montón de chicas, sin siquiera fijarse demasiado en ellas, y solo cuando les regresan el montón de likes en respuesta, eligen a aquellas que realmente les gustan. Así que si te han dado un like, pero no te han escrito, estás dentro de ese cruel esquema.
- En tercer lugar, últimamente el Tinder se ha deteriorado, como cualquier cosa interesante que al principio solo conocía un público vanguardista, y después termina conociendo todo el mundo. Si antes había mucha gente hermosa e inteligente, ahora está lleno de absolutamente cualquier cosa, y se convirtió en una aplicación analógica (en cuanto a los usuarios) a cualquier otra aplicación de citas.
- Y lo más importante, conocer a alguien en vivo es mucho mejor, ahora lo entiendo. Pero el problema es que una persona moderna necesita superar su propia limitación para atreverse a acercarse a alguien y hablarle. Sí, a muchas mujeres eso no les gusta, pero es solo porque la imagen del desconocido que se te acerca en la calle para conocerte ha sido ocupada por un estereotipo de un hombre marginal y grosero, por alguna razón esa clase de hombres no tienen miedo de acercarse con una frase banal a absolutamente cualquier mujer. Al mismo tiempo, yo, consciente de todo esto, tampoco puedo acercarme primero a un hombre que me gustó. Por ejemplo, este apuesto hombre del aeropuerto se terminó yendo en un avión con el agujero que mis ojos perforaron en su pecho. Y, en teoría, todo es tan simple: podríamos simplemente haber hablado, no habría pasado nada terrible.
Ahora no uso Tinder, pero tampoco lo elimino
No llegué a unas conclusiones muy alegres, pero tampoco lamento haber perdido mi tiempo en Tinder: en primer lugar, me dejó un montón de amigos y conocidos con quien, aunque no haya empezado una relación, he mantenido una amistad, en las redes sociales, por ejemplo. En segundo lugar, realmente aprendí mucho sobre la cultura de otros países, ya que entre las personas que conocí había una gran cantidad de viajeros, algunos incluso me enviaron una lista de must see de lugares de algunas ciudades, que luego me fueron de mucha ayuda. Aprendí mucho sobre otras profesiones, pasatiempos, comidas y, en general, me divertí mucho en lugar de quedarme sentada en casa. Así que, todos aquellos que solo ven programas de televisión en la cama por la noche, ¡corran a usar la aplicación!
La única razón por la que sigo sin eliminar Tinder de mi teléfono, son los viajes. Ahora es una especie de mi Couchsurfing: puedes conocer a la gente del lugar, averiguar acerca de la cultura desde un ángulo muy diferente, ir a las fiestas locales, ver lugares interesantes que nunca encontrarás en una guía turística común.
Y en casa ya no abro la aplicación. Después de mi primera relación surgida de Tinder, tenía muchas ganas de experimentar las mismas sensaciones, pero no hubo nada que siquiera se acercara a eso. Ni tampoco lo habrá. Por la constante expectativa de un ideal ilusorio a la vuelta de la esquina. Así que ahora Tinder es un capítulo experimentado y cerrado de mi vida.
Estimado lector, tú eres interesante, ¡háblanos de ti! Quizás fuiste voluntario en un asilo de ancianos, viviste en Bangladesh, trabajaste en un restaurante con estrellas Michelin en París, o simplemente quieres contarle al mundo por qué es tan importante recibir a los seres queridos en el aeropuerto. Escríbenos tu historia a redaccion@genial.guru bajo el título “Mi historia”.