20 Personas que se cansaron de tolerar a gente aprovechada y desvergonzada

Historias
hace 2 meses

A lo largo de nuestra vida, nos topamos con todo tipo de personas; desde las que logran adueñarse de nuestro corazón hasta las que pedimos no volver a ver jamás. Una de las cosas que más suelen molestar cuando nos relacionamos con alguien es que abusen de nuestra confianza, y hay quienes han vivido muy de cerca experiencias drásticas con gente desvergonzada.

  • Vino mi vecina y me dijo: “Te conseguí una casa con cuatro dormitorios”. Yo le respondí: “Pero si yo no pienso mudarme y además somos tres, ¿para qué quiero una casa tan grande?”. Después me enteré de que uno de los dormitorios era para ella y su familia porque tenía que mudarse y no tenía cómo. © Graciela Rauduviniche / Facebook
  • Un señor supo que el vecino no tenía luz y sintió pena, ya que tenía familia; así que le pasó una extensión para darles luz. Pasaban los meses y no veía ningún movimiento de que él pusiera la luz en su casa. Un día, cansado de esperar, le dijo a su vecino que ya no podía seguir ayudándolo con la luz. El vecino se molestó y no le volvió a hablar más. Se le olvidaron los meses que el vecino lo ayudó. ¡Malagradecidos que son! © Brigida Carrion Carrion / Facebook
  • Le di prestada una parrilla eléctrica a una compañera de trabajo. La acababa de comprar, estaba nueva. Ella me dijo que se le había terminado el gas. Pasaron dos meses y no me la devolvía, se la pedí diciéndole que no era mía, que era de mi cuñada, y la tenía que devolver. Me la entregó llena de cochambre. Tuvo el descaro de pedírmela de nuevo, diciendo que se la pidiera a mi cuñada porque no tenía dinero para comprar gas. Obvio que no se la di y le dejé de hablar. © Alina Ishikawa / Facebook
  • Una vez llevé a reparar una bomba de agua que había dejado de funcionar. Me la arreglaron y al instalarla no sirvió, por lo que volví a llevarla y la volvieron a arreglar. Cuando le pregunté al técnico cuánto le debía por el arreglo, me dijo que le debía más que el costo de una nueva bomba. Le dije que prefería comprar una nueva y le pedí que me la devolviera. Él me dijo que se la quedaría como pago de los arreglos que le había hecho. Ese sí que es un robo muy disimulado. © Rodrigo Navarro / Facebook
  • Una persona que se ganó mi confianza me pidió que le ayudara a conseguir un préstamo por un monto específico para la operación de su esposa. Se veía desesperado, así que después de pensarlo, acepté pedirlo por un monto menor al solicitado. Un poco más y se pone a llorar de rodillas frente a mí, diciendo que ese monto no le alcanzaría para lo que necesitaba. Les entregué el dinero solicitado sin hacerles firmar ningún documento. Han transcurrido cuatro años y esos señores no han cumplido con devolver nada. En reiteradas oportunidades, fui a cobrarles y no daban la cara, no respondían el celular; llegaron a decirme que no tienen dinero y que no los molestara, hasta me botaron. Yo he asumido la devolución del préstamo; a la fecha, sigo pagando. Hay gente sinvergüenza e indigna que no merece consideración. © Teresa De J Reyna / Facebook
  • Hace muchos años, una vecina, ya un poco mayor la señora, me dijo: “Vecina, su gallo se pasó a mi casa, pero está bien bonito; préstemelo para que esté con mis gallinas y después se lo devuelvo”. Yo le dije: “Bueno”. A las 2 semanas, le dije que me devolviera el gallo y me contestó que era de ella, que lo había comprado y que yo estaba equivocada, que jamás había volado a la casa. Este era un gallo peruano, mi mamá lo compró. La vecina jamás me lo devolvió, más bien se molestó. © Patricia Pesantez Carpio / Facebook
  • A mi mamá le robaron de una forma descarada en el centro de la ciudad. Un señor le pidió dinero para su autobús de regreso a su pueblo. Mi mamá, toda buena gente, le preguntó que cuánto le hacía falta y el señor, con voz baja, le dijo que 5 USD, después que 12 USD, hasta que le sacó 15 USD. En ese momento, no le dije nada a mi mamá porque siempre me regaña de que hablo de más y la dejo mal, pero ya después le dije que era demasiado inocente y que el hombre le había robado descaradamente. © Natalia Nijimura Madarame / Facebook
  • Una vez, le presté el termo de mi hijo a una amiga para su hijo. Lo usaría una noche, pero me lo entregó 3 meses después debido a tanta insistencia mía. Había metido el terno en la lavadora y parecía viejo. Además, el estuche estaba todo roto, parecía mordido y con pelos de perro. Ahora andan resentidos y no me hablan. ¡De experiencia! © Liu Matthews Linares / Facebook
  • A mí me pasó con una amiga, o, al menos eso, creí que era. Ella estaba viviendo en otra ciudad y, por casualidad, me tuve que ir a trabajar justo ahí. Ella me ofreció vivir con ella para que no gastara de más en arriendo y así compartiríamos los gastos. Resulta que el primer mes, nos fuimos al supermercado a comprar y ella puso en el carrito todo lo que necesitaba en cuanto a gastos personales y, obviamente, lo que era para ambas. Yo pensé que al momento de pagar ella apartaría lo de ella, pero resulta que pasó todo por la caja y tuve que darle la mitad del total de la compra. No dije nada en ese momento, pero al llegar a su casa se lo reclamé y me dijo que tenía que agradecerle que me tenía en su casa. Yo le había pagado ya el mes por adelantado del pago de la casa; así que viví ahí solo ese mes y luego me fui a una pensión mientras duró mi trabajo en aquella ciudad. Nunca más le hablé. © Maria Angelica Faundez Soto / Facebook
  • Mis padres tenían una manguera que dejaban en la valla de un patio interior para que los vecinos la pudieran usar también. Fue así durante un tiempo. Pero un día, mi madre fue a agarrarla para usarla y vio que le habían cortado casi la mitad. La respuesta del vecino fue que necesitaban un trozo y no se lo pensaron, como si fuera de ellos. © Merche Zgz / Facebook
  • Un “amigo” nos pedía cosas prestadas a veces y nunca las devolvía. Entre todas esas cosas, una vez mi hermano le prestó unos zapatos de jugar fútbol. Se demoró días, meses y cuando mi hermano le insistió muchas veces para reclamarle por sus zapatos, se los devolvió pero modificados. Parece ser que los había vendido y tuvo que reclamarlos. También le presté un libro y, como se imaginarán, nunca me lo devolvió. © Jairo Sevilla / Facebook
  • Un amigo se encontró un maletincito con dinero saliendo de su graduación. Llegó a su casa, le comentó al papá sobre el maletín y vio que traía una identificación y un número de teléfono. El papá le dijo: “Llama para que lo regreses”. Él llamó al dueño y el hombre le pidió que pasará a entregárselo. Además de eso, tuvo el descaro de contar el dinero frente a él. © Rafael Ramirez / Facebook
  • Dicen que el valiente vive hasta que el cobarde quiere. Yo tengo unos vecinos que todo el tiempo tapaban mi cochera. Era increíble que yo tuviera que pedirles constantemente que movieran su carro. Un día, tenía la emergencia de salir rápido y obvio, ahí estaba su camioneta. Algo siniestro se apoderó de mí y me puse a juntar el popó de los 8 perros que tiene mi hermana en su casa. Ella vive a dos cuadras, así que regresé y, como si fuese un pastel, fui embarrando esa camioneta poco a poco; en las manijas de las puertas, en los espejos retrovisores y en los parabrisas. Solo me faltaron las llantas. En ese momento, sentí un alivio tremendo. Ya se imaginarán el escándalo, la gritería y la tremenda bronca que se armó. Pero pregúntenme si han vuelto a tapar mi cochera. ¡CLARO QUE NOOOOOOOOOO! © Rita Contreras / Reddit
  • A mí me pasó con un par de abuelitos (aclaro que no eran abuelos míos, solo les decía así de cariño). Yo siempre trataba de apoyarlos económicamente con algo, ya que siempre se quejaban de sus hijos; decían que eran unos malos hijos, que no les ayudaban y no los visitaban; entonces, yo trataba de pasar a verlos seguido. Me agradaban bastante. Hasta que un día pasé a dejarles 2 almuerzos que compré en un comedor, pero cuando pasé, estaban 2 hijas y una nieta en la casa de ellos. Yo les dije: “Aquí les dejo esto, que tengan buen provecho” y me dijeron: “Pero somos 5, esto no nos alcanza”. Yo les respondí: “Disculpen, pero no tengo más, paso otro día”. Me fui corriendo y jamás pasé de nuevo. © Liliana Coo / Facebook
  • Un día, una vecina me pidió mi manguera, y como no me la regresaba, fui y se la pedí. Cuando le dije que quería mi manguera, me dijo que para qué la quería, que no fuera descarada si ella veía que yo tenía otra. Yo le contesté: “En efecto, tengo otra, pero, en primer lugar, la manguera es mía y, en segundo, tengo dos porque las necesito, pues una la tengo puesta con la lavadora y la otra la uso para lavar y regar el patio”. Pues nada, se enojó y me la dio de mala gana, pero me dijo que la esperaba de regreso porque ella la utilizaba. Obviamente, no se la volví a prestar. © Oriella Vega / Facebook
  • Una conocida le regalaba miles de cosas a mi beba y constantemente me insinuaba que tenía miles de lugares a los cuales ir. Yo le decía: “Vamos, yo paso por ti”. Ella decía que no usaba el carro de su marido estacionado en su cochera porque, si le hacía un rayón, él se iba a enojar. Utilizábamos mi camioneta, que es más vieja y gastalona que su carro lujoso, pero quiso que fuera taxi del hijo de una amiga de ella y ahí la mande a la goma. © Vanessa Torres — Garcia / Facebook

Caras vemos, corazones no sabemos reza el dicho. En este caso, caras vemos y descarados no sabemos. Está claro que hay personas que carecen de vergüenza o de sentido común y, en cambio, hay otras que parecen acaparar esas cualidades en forma de mucha vergüenza ajena.

Imagen de portada Liliana Coo / Facebook

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Tenía una amiga que yo siempre le dejaba dinero, pequeñas cantidades, y ella nunca me lo devolvía. Pues un día yo no tenía y le pedí, recuerdo que poco después me encontré en el bolsillo una moneda y me dijo que le devolviera lo que me había prestado. No le devolví nada, me lo cobré a cargo de lo que llevaba años dejándole y nunca más le dejé.

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