Qué es la inteligencia emocional y cómo influye en el éxito de tu hijo
El interés universal por la inteligencia emocional, o Emotional quotient (EQ), surgió hace unos 20 años, cuando el psicólogo Daniel Goleman publicó un libro en el que describía su importancia. Hoy en día, muchos científicos confirman que este indicador juega un papel más importante en el éxito y el bienestar general de una personas que el coeficiente intelectual. Es mejor y más fácil desarrollar la inteligencia emocional durante la infancia, además, en esta tarea, los padres pueden ayudar bastante a sus hijos.
En Genial.guru creemos que los padres no deben dejar al margen la educación emocional de sus hijos y por eso compartimos con nuestros lectores los consejos aportados por los expertos.
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional y la emocionalidad no son lo mismo. La emocionalidad a elevados niveles implica la reacción fuerte de una persona con respecto al mundo que la rodea. Un sujeto emocional, por ejemplo, gesticulará y reaccionará con impulsividad viendo una película interesante. Pero esto no significa que ostente una inteligencia emocional desarrollada.
La inteligencia emocional la posee una persona que sabe hacer lo siguiente:
- comprender y percibir sus propias emociones;
- manejar su comportamiento mientras siente una u otra emoción;
- entender qué emociones experimentan otras personas;
- utilizar el conocimiento sobre las propias emociones y las de los demás para la comunicación interpersonal.
¿Para qué sirve?
Los psicólogos modernos estiman que las personas con una inteligencia emocional desarrollada se convierten en buenos jugadores en equipo que se desarrollan en líderes. Saben negociar y conseguir sus metas, causando al mismo tiempo una buena impresión. Por supuesto, el conocimiento profesional también es necesario para el crecimiento personal y profesional. Pero desarrollamos la inteligencia emocional desde una edad muy temprana y, además, de forma inconsciente. Por lo tanto, los padres deben pensar en el futuro de sus hijos y ayudarlos a comprender el mundo multifacético de los sentimientos.
Ese desarrollo de la inteligencia emocional se produce, por muy trivial que pueda sonar, en los momentos emocionales de la vida. Prestando atención a la educación emocional, los padres incrementan el grado de confianza en el seno de la familia, pueden influir en sus hijos en una situación necesaria, así como criar a una persona coherente y segura de sí misma.
Algunos de los errores de los padres
Durante mucho tiempo, los padres de todo el mundo han seguido de cerca el progreso educativo de sus hijos en la escuela y, a la vez, han olvidado la educación emocional. Los estereotipos también influyen en la percepción correcta de los sentimientos. Realmente, a casi todos los niños varones se les ha prohibido llorar y a las niñas se les incidía en que no debían enojarse.
El psicólogo John Gottman identifica tres tipos de padres que tratan de manera incorrecta las emociones de sus hijos:
- Los padres que rechazan las emociones. Fingen que las preocupaciones del niño son nimiedades y tratan de distraer a este de las mismas.
- Los padres que no aprueban las emociones. Perciben las emociones negativas como incorrectas y a menudo castigan a los niños por tenerlas.
- Los padres que no intervienen. Ven las emociones de los niños, pero no saben cómo ayudarlos, por lo que fingen que no sucede nada.
Estos enfoques no permitirán al niño evaluar correctamente sus propias emociones ni las de otras personas. Los psicólogos que estudian el desarrollo de la inteligencia emocional identifican varias reglas de oro de la educación que aconsejan seguir y cumplir.
Lo que los padres no deben hacer
- Decirle al niño qué harías tú en su lugar o lo que él debe sentir, por ejemplo: "Estás triste, pero yo, en tu lugar, me sentiría muy feliz".
- Castigar al hijo por mostrar sus sentimientos.
- Mantenerse alejado cuando el niño se siente mal.
- Intentar ponerse en el lugar del niño. Puedes pensar que su problema carece de sentido. Recuerda que percibes el mundo de una manera diferente. El niño no debe ver tu actitud frívola o insípida hacia sus problemas.
- Decirle al niño que su problema le sucede a todo el mundo y que algunas personas están, incluso, en una situación peor.
Estas acciones y otras de este tipo ofenden y devalúan, tanto el problema del niño, como sus sentimientos.
Lo que los padres deben hacer
- Si el niño ha hecho algo no deseado, comenta su actitud y tus sentimientos. Por ejemplo: "Me preocupo cuando no contestas el teléfono" en vez de "Te portas demasiado mal".
- Muestra interés por los problemas del niño y tu apoyo incondicional. Trata de encontrar razones para alabarlo y no busques solo hechos por los que puedas regañarlo.
- Intenta comprender qué emoción experimenta tu hijo. Recuerda que el niño no goza de un vocabulario tan rico ni tanta experiencia en la vida. Es posible que simplemente no entienda aquello que le preocupa. Por lo tanto, la pregunta "¿Qué pasó?" puede quedar sin respuesta. Es mejor explorar el terreno con preguntas que conduzcan hacia la causa: "¿No estarás muy cansado?"; "Veo que te sientes mal, ¿tal vez te haya ofendido un compañero de clase?".
- Escucha la respuesta de tu hijo y ayúdalo a describir sus sentimientos con palabras.
- Habla con el niño sobre cómo se puede resolver su problema ahora y qué se puede hacer si este se repite.
Este tipo de acciones ayudarán a los padres a construir una relación cercana y cálida con sus hijos. Pero no olvides que, en la adolescencia, los hijos pasan por un período difícil de formación y cambios hormonales. En esta etapa, no vale la pena insistir demasiado en ofrecer tu ayuda. Especialmente, no debes entrometerte sin permiso en su vida personal: leer su correspondencia y diarios, por ejemplo. Actuando así, solo puedes destruir la confianza.
¿Estás de acuerdo con que una persona necesita comprender sus emociones y las de los demás? ¿Crees que algunas personas albergan lagunas para conocer e identificar sus emociones?