"Soy una persona feliz. Tengo un hermano mayor"
Tener hermanos siempre es una bendición, pero tener un hermano mayor es una experiencia única. Genial.guru te trae una hermosa reflexión acerca del amor de hermanos.
Tener un hermano mayor puede provocarte un sinnúmero de situaciones que horrorizan a tus padres cuando estás pequeño. Recuerda cuántas cicatrices tuviste por involucrarte en los juegos con tu hermano mayor: se la pasaban peleando por juguetes al principio y luego ambos andaban practicando deportes extremos, tales como bajar en bicicleta de una colina sin pensar en las consecuencias. Apenas sanaba una cicatriz, te ganabas una nueva. Pero estas cosas mínimas son los únicos defectos de tener un hermano mayor.
Hablemos ahora de lo más importante. De la felicidad, de la más grande de mi vida (como dijo él), de mi hermano mayor.
Desde que nací, estamos juntos. Cuando nací, tenía dos años y ya sabía muchas cosas, por lo tanto siempre ha sido para mí un explorador. Fue el primero en ir a la guardería, y luego a la escuela. Y yo, impaciente, lo esperaba con preguntas: "¿cómo es la guardería?", "¿Qué me espera en la escuela?", "¿Qué necesito saber para sobrevivir?".
Tuve suerte: desde los primeros segundos de mi vida tuve un entrenador personal de conceptos básicos de sobrevivencia. Para mí, él fue también mi instructor de varios trucos de combate, entrenador de fútbol y un maestro de la manipulación y, por supuesto, el hermano mayor a quien le tenía que obedecer.
Gracias a mi hermano sabía con certeza cómo debe ser un verdadero hombre y cómo hacerle entender cierta información, la tienes que decir directamente y sin rodeos.
Me hablaba de sus novias, y yo le decía cuáles de ellas valían la pena y quiénes eran tontas. Así que para él, tener una hermana menor también es una ventaja. Yo fui para él su amiga, a quien le podía confesar todo en detalles, y el cerebro femenino que le ayudaba a comprender el comportamiento ilógico de algunas mujeres.
No soy una damita mimada. Nunca jugué con muñecas porque me interesaba más jugar con mi hermano. No me ponía vestidos tan seguido porque se me hacía incómodo andar en patineta o meter goles vestida de esa manera. No sabía qué color de lápiz labial me iba bien pero siempre sabía cómo golpear en caso de que un imbécil decidiera atacarme.
Debo admitir que nadie nunca se atrevió a molestarme. Porque le temían a mi hermano.
Me hace feliz recordar que siempre me llevaba con él. Jugábamos futból juntos, nos bañábamos en el río, andábamos en bicicleta, paseábamos en el auto, nos ganábamos problemas, incluso poníamos en peligro nuestras vidas. Pero pasara lo que pasara, siempre estábamos juntos. Claro, a veces discutíamos, nos peleábamos, nos declarábamos guerras. Pero todo eso fue principalmente en la infancia. Ahora casi no nos peleamos. Sabemos que sólo nos tenemos el uno al otro, y nadie nunca podrá reemplazarnos.
Podemos estar en silencio, escuchar la música que nos gusta a ambos, estar en un estado de paz absoluta y sentir la calidez y cariño familiar. A nuestros amigos no les gusta jugar con nosotros a asociaciones porque adivinamos palabras y frases enteras demasiado rápido. Tan sólo necesitamos 2 o 3 segundos para saber qué es lo que piensa el otro. La gente piensa que sabemos leer nuestros pensamientos mutuamente. Les revelo un secreto: es cierto.
Hasta la fecha mi hermano a veces me encierra en el baño y puedo oír cómo no puede aguantar la risa. Si alguien me ofende, todavía quiere castigarlo. Y si se da cuenta de cómo me defiendo, se pone orgulloso de habérmelo enseñado.
Soy una persona extremadamente feliz porque tengo un hermano mayor. Que también es mi amigo, mi consejero, mi ayudande, mi apoyo, mi entrenador, mi cómplice, mi alma gemela y simplemente una excelente persona.
Cuando éramos niños, pasábamos todo el tiempo juntos. Pero no creas, no todo era de color rosa, para nada. Es más, mi hermano es la única persona del mundo que lograba no solamente enojarme sino despertar una furia en mi interior. Pero los años de práctica hacen lo suyo, ahora a mi paciencia infinita la envidiaría incluso el Buda.
Total, tener un hermano mayor es como tener un tesoro.
Es cuando además de saber realizar un sinnúmero de tareas femeninas, sabes también hacer una fogata, clavar un clavo o golpear a alguien en el ojo.
Y cada vez que alguien te moleste, sabes que tienes un arma secreta que se llama "¡Se lo diré a mi hermano!".
Es cuando ambos hacen travesuras, sólo lo regañan a él por el hecho de ser mayor. Es cuando haces una travesura tú, pero él asume la culpa.
Un hermano mayor es como una fortaleza.
Con amor y respeto a todos los hermanos del mundo: ¡Ámense y valórense mutuamente!