Un nuevo descubrimiento cuestiona lo que sabíamos sobre los roles de género en las sociedades primitivas

Curiosidades
hace 5 horas

Durante décadas, la teoría predominante en antropología sugería una rígida división del trabajo en las primeras sociedades humanas: los hombres eran los cazadores, mientras que las mujeres se dedicaban a la recolección y al cuidado de los niños. Esta idea, a menudo conocida como "el hombre cazador", ha arraigado profundamente tanto en los círculos académicos como en la cultura popular, dando forma a dioramas de museos, libros de texto e incluso películas. Sin embargo, cada vez hay más pruebas de que las mujeres eran cazadoras activas junto a los hombres en las sociedades prehistóricas.

Los orígenes de la teoría del "hombre cazador

La teoría cobró importancia en los años sesenta, cuando los antropólogos Richard B. Lee e Irven DeVore publicaron Man the Hunter (El hombre cazador), una colección de estudios que sostenían que la caza era el motor clave de la evolución humana. El libro presentaba al hombre como el principal cazador y lo situaba en el centro del desarrollo de la sociedad. También asumía que las funciones de las mujeres estaban limitadas por el embarazo, la lactancia y las responsabilidades del cuidado de los hijos, lo que hacía que la caza fuera poco práctica para ellas.

Sin embargo, incluso en los estudios incluidos en El hombre cazador, había casos de mujeres que participaban activamente en la caza, hallazgos que a menudo se desestimaban o minimizaban. Por ejemplo, la investigación sobre el pueblo ainu del norte de Japón documentó que las mujeres cazaban con la ayuda de perros, pero la atención seguía centrada en los hombres como proveedores dominantes de alimentos.

La evidencia física: las mujeres están hechas para resistir

Una investigación moderna en la ciencia del ejercicio ha demostrado que las mujeres son naturalmente aptas para las actividades de resistencia. Este hallazgo es significativo porque una de las principales técnicas de caza prehistóricas, conocida como caza de persistencia, requería correr a la presa hasta el agotamiento durante largas distancias.

He aquí por qué la fisiología de la mujer favorece la resistencia:

  • Mejor metabolismo de las grasas: El cuerpo de las mujeres es más eficiente a la hora de quemar grasas para obtener energía, lo que permite una actividad sostenida durante largos periodos.
  • Fibras musculares de contracción lenta: Las mujeres tienen una mayor proporción de fibras musculares de contracción lenta, que son ideales para actividades de resistencia como correr largas distancias.
  • Menor degradación muscular: El estrógeno ayuda a proteger el tejido muscular, reduciendo el daño y permitiendo una recuperación más rápida tras el esfuerzo físico.
  • Menos fatiga con el paso del tiempo: Los estudios sobre el rendimiento en maratones demuestran que las mujeres tienden a ralentizarse menos que los hombres durante las carreras de larga distancia, lo que sugiere una mayor eficacia en la resistencia.

Estos rasgos concuerdan con la caza persistente, en la que los humanos perseguían a los animales hasta que se desplomaban por agotamiento. En lugar de ser un factor limitante, la fisiología femenina parece haber sido una ventaja en estas estrategias de caza.

Hallazgos arqueológicos: las mujeres cazadoras en la Prehistoria

Los restos óseos y los enterramientos también cuestionan la idea de que solo los hombres cazaban. Por ejemplo, estudios de restos neandertales revelan patrones similares de lesiones y desgaste en esqueletos masculinos y femeninos, lo que indica que realizaban las mismas tareas físicamente exigentes, incluida la caza.

Uno de los descubrimientos más convincentes procede de un enterramiento en Perú que data de hace unos 9 000 años. Los investigadores hallaron los restos de una mujer joven enterrada con herramientas de caza, lo que apunta a que era cazadora y no recolectora. Este yacimiento no es un caso aislado; otros numerosos hallazgos arqueológicos sugieren que las mujeres desempeñaron un papel activo en la caza a lo largo de la prehistoria.

Pruebas etnográficas: las mujeres siguen cazando hoy en día

Más allá de los hallazgos antiguos, las sociedades modernas de cazadores-recolectores aportan pruebas directas de que las mujeres cazan. El pueblo Agta de Filipinas, por ejemplo, tiene mujeres que cazan mientras están embarazadas y amamantando, con tasas de éxito similares a las de los hombres. En otras culturas de África, América y Australia, las mujeres participan activamente en la caza junto a los hombres.

Un estudio reciente en el que se revisaron los datos etnográficos de 63 sociedades cazadoras de animales descubrió que en casi el 80 % de ellas, las mujeres se dedicaban a la caza. Esto contradice directamente la idea de que las mujeres eran exclusivamente recolectoras y cuidadoras.

Un cambio de perspectiva

Los rígidos roles de género asumidos por la teoría del Hombre Cazador son probablemente producto de desarrollos sociales más recientes, como la agricultura. Cuando los primeros grupos humanos pasaron a una economía basada en la agricultura, el trabajo se especializó y los roles de género se acentuaron. Antes de este cambio, la supervivencia dependía de la adaptabilidad y todos debían contribuir a la obtención de alimentos.

La idea de que la caza era una actividad exclusiva de los hombres está siendo desmontada cada vez más por la investigación moderna en antropología, fisiología y arqueología. Las mujeres no eran meras recolectoras pasivas, sino participantes activas en las primeras sociedades cazadoras. A medida que la ciencia sigue poniendo en tela de juicio suposiciones obsoletas, nuestra comprensión de la historia humana se enriquece, revelando un pasado en el que la supervivencia dependía de la cooperación y no de la rigidez de los roles de género.

La próxima vez que imagines a los cazadores prehistóricos, imagina a un grupo de hombres y mujeres trabajando juntos, porque es probable que así fuera en realidad.

Si algo nos enseña la historia es que nuestras suposiciones sobre el género han sido a menudo erróneas. Y no solo en las sociedades antiguas: nuestras creencias modernas sobre los niños, especialmente los más pequeños, también están llenas de mitos. ¿Quieres saber cuáles son? Te sorprenderás de lo que dicen los estudios.

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