¿Y si mañana pudieras caminar por techos y paredes?
Te sientes un poco mareado, colgado en el aire 10 pisos por encima del suelo. Lo único que te impide caer es una de las palmas y los pies descalzos. Hay una multitud reunida en la calle. Muy, muy abajo. La gente, diminuta como las hormigas, no para de gritar y señalar con el dedo. Supuestamente, a ti y a tu preciosa carga. La anciana en tus brazos parece frágil y aterrorizada. Y, aun así, sus manos son sorprendentemente fuertes donde sostienen su gato aferrado al pecho. Las llamas se extienden por arriba de tu cabeza, saliendo por las ventanas. Y el humo sigue quemándote la garganta.
Todo empezó hace tres semanas. Estás viendo un partido de fútbol y tu equipo va perdiendo. Al cabo de un rato, no puedes aguantar más. Te levantas de tu asiento y empiezas a pasearte frente al televisor. En cierto punto, ¡te agitas tanto que golpeas la pared con la palma abierta! Y... te quedas atascado. Tus primeros pensamientos no son muy coherentes. “Emmm... ¿Qué es esta cosa pegajosa en mi pared?”. Dedo a dedo, despegas tu mano. La examinas. Tocas la pared.
Un par de minutos más tarde, por fin te das cuenta. Efectivamente, algo está mal. Pero no con la pared, ¡sino con tus palmas! Después de experimentar mucho (¡y lo digo en serio!), descubres que de alguna manera se pegan a todo tipo de superficies. Pruebas con el suelo, los cristales de las ventanas, las paredes, los muebles... ¡Incluso consigues adherirte al techo! Esta última idea no está tan bien pensada como probablemente debería haber sido. Durante casi 10 minutos, estás colgado junto al candelabro, balanceándote un poco, sin saber qué hacer a continuación.
Cuando consigues liberarte, te dejas caer en el sofá y empiezas a pensar. ¿Qué animales pueden trepar por superficies verticales e incluso viajar bocabajo? ¿Los caracoles y las babosas? Pero producen un “slime” parecido a un moco que les ayuda a desplazarse. Miras fijamente tus palmas. No hay nada pegajoso ahí. Bien, ¿qué es lo siguiente en la lista? ¡Las arañas! Buscas en Google a estas criaturas y descubres el secreto de su éxito pegajoso. Son los minúsculos pelos en los extremos de sus patas. Estos diminutos vellos crean innumerables puntos de contacto entre el insecto y la superficie en la que se encuentra. Una vez más, toda tu atención está enfocada en tus palmas. ¡¿Ahora están peludas?! No lo parece.
Pero entonces recuerdas haber leído que cuanto más grande y pesado es un animal, más pequeños son los pelos. Por ejemplo, el pelo de un escarabajo es una décima parte del ancho del humano. Pero el del geco ya es una quincuagésima parte. ¡¿Puede ser que tus manos ESTÉN cubiertas de pelos diminutos, pero tus ojos simplemente no puedan distinguirlos?! Entonces tus pensamientos toman otro rumbo. Decides averiguar hasta dónde llegan tus recién adquiridas habilidades. ¡¿Puedes... caminar por el techo?! Durante una nueva serie de experimentos descubres lo siguiente: las plantas de tus pies son tan pegajosas como las palmas de tus manos; empiezas a sentirte mareado después de tres minutos y medio de estar colgado bocabajo del techo; no puedes despegarte y caerte pase lo que pase; debes estar más atento para no volver a golpear tu cabeza contra el abanico del techo; y no, no puedes volar de una pared a otra como has visto hacer a algunos superhéroes. Ay, conseguir esta experiencia duele.
Después de practicar y experimentar durante horas y horas (y de ignorar siete llamadas de tu, posiblemente... muy probablemente, furioso jefe), decides que es hora de salir a la calle. Tu departamento está en el cuarto piso. No es demasiado alto, pero nada agradable si tus extrañas habilidades dejan de funcionar de repente. Bebes un poco de jugo de naranja para armarte de valor y abres la ventana. Los carros que circulan por la calle de abajo parecen de repente mucho más pequeños que por la mañana. Extraño, ¿no? Inhalas y das un paso adelante. Al menos no te precipitas hacia el suelo. De hecho, estás firmemente pegado a la pared junto a tu ventana. ¡Es hora de empezar a moverse! Casi has llegado al segundo piso cuando decides tomar un descanso.
Es entonces cuando te fijas en LA CARA. Es pálida, con la boca muy abierta y una extraña emoción en los ojos. Estás seguro de que es horror. Ah, ¡debe ser tu vecino de abajo! Por desgracia, no puedes decirle que no hay nada de qué preocuparse. El hombre no te oye y tus manos están un poco ocupadas. Ves que el sujeto toma su teléfono. Obvio, ¿va a llamar al 911? Como no podía ser de otra manera, varios minutos después oyes las sirenas. En poco tiempo, varias personas están utilizando los altavoces, tratando de calmarte. “¡La ayuda está llegando, aguanta!”. ¡Como si algo terrible pudiera ocurrirte a la altura del segundo piso!
Y, aun así, pronto, toda esta situación se vuelve demasiado para ti. Te estresas tanto que en lugar de bajar al suelo, vuelves a subir a tu apartamento. De repente, todo se queda en silencio. Te escondes en el baño y bebes otro vaso de jugo de naranja. Cuando te arrastras hacia la ventana media hora después, la calle de abajo está vacía. Ha pasado una semana y finalmente debes aceptar la amarga realidad. Tu vecino de abajo está haciendo todo lo posible por evitarte. Al día siguiente, luego de descubrir tus inusuales habilidades, te das cuenta de que no puedes posponerlo más. Debes volver al trabajo. Cuando llegas a la oficina, tu jefe se pasa una buena media hora regañándote. Después de eso, eres libre de ir a ocuparte de un montón de asuntos laborales.
Al final de la jornada de trabajo, te sientes como si un Diplodocus te hubiera masticado y luego escupido. Pero la única vía de escape está bloqueada por tu jefe hablando con uno de tus compañeros. ¡Y no parece que vayan a terminar pronto su animada discusión! Pero entonces, ¡¿para qué necesitas tus superhabilidades si no es para escabullirte de los sitios?! Abres la ventana y te cuelas por ella. Oh, mira: ¡te estás volviendo mejor en esto!
Durante las siguientes semanas, descubres más y más usos de tus habilidades para trepar por las paredes. Por ejemplo, puedes cambiar los focos sin usar una silla. Pero tienes que hacerlo en tres minutos y medio; si tardas más, te mareas. Conquistas la cima de la montaña con la que has estado soñando. Pero antes te parecía demasiado difícil. Una noche, intentas escalar un rascacielos. Pero te cansas mucho antes de llegar a la cúspide. Salvas a innumerables gatitos atrapados en tejados y árboles.
Y ahora, ¡incluso tienes una historia criminal que contar! Una noche, una banda de asaltantes te rodeó. Intentaban quitarte el dinero y el teléfono. No esperaban que escaparas trepando por una pared lisa y vertical. ¡Los mató del susto! Y entonces, un día, ocurre EL INCENDIO. Estás conduciendo hacia el trabajo cuando ves las llamas salir de un departamento en el décimo piso. Decenas de personas ya se han reunido cerca del edificio. Te unes a ellas y oyes que alguien menciona a una anciana que vive en el lugar con su gato.
Comprendes que ha llegado el momento de utilizar tus habilidades. Te quitas los zapatos y empiezas a escalar la pared del edificio. Tu ascenso va acompañado de gritos y fuertes vítores. Después de llegar a la ventana necesaria, la rompes y entras con cuidado. Ese día, la suerte está de tu lado. Por un lado, la señora es pequeña: no será un problema levantarla. Y lo que es mejor, tanto ella como su gato están en la habitación. Milagrosamente, la mujer no exige largas explicaciones. Ella agarra al animal, tú la tomas a ella, y en el momento siguiente, todos salen por la ventana.
Consigues llegar al suelo y los médicos se llevan a la mujer. Y entonces, te rodean los periodistas. Sigue una avalancha de preguntas y destellos de cámaras. Mucha gente ha grabado tu heroico descenso. Así que no tardas en convertirte en una superestrella. Al principio, te sientes tímido y expuesto. Pero ¡pronto te das cuenta de que este tipo de popularidad puede darte mucho dinero! Te invitan a numerosos programas de televisión. Montones de empresas quieren que anuncies sus productos. Los ilusionistas y las compañías de circo te piden que participes en sus espectáculos. Te haces mundialmente famoso. Tu cara aparece en todas las portadas de las revistas. Ganas suficiente dinero para viajar en aviones de negocios y alojarte en los hoteles más caros del mundo.
Pero un año después de empezar a desplazarte sobre superficies verticales, te despiertas con una noticia. ¡Otra persona ha adquirido la misma capacidad! Y cada semana, más y más personas descubren que pueden caminar sobre las paredes. En varios años más, ya no se considera una habilidad tan rara. Y todo lo que puedes hacer es lidiar con el hecho de que ya no eres único. Pero entonces, revisas tu cuenta bancaria y sonríes, feliz de saber que, oye, ¡fuiste el primero!