11 Datos sobre nuestro olfato que lo hacen ver más complejo que un rompecabezas de mil piezas

Salud
hace 1 año

Nuestro sentido del olfato es como una maquinaria muy compleja que procesa la información que recibe del exterior de manera muy meticulosa. Y aunque parezca que el trayecto que hace un perfume hasta llegar a nuestro cerebro es rápido y sencillo, esta actividad implica todo un complejo proceso entre ese órgano y la nariz, el cual desconocemos totalmente, aunque el cuerpo sea nuestro.

Si tuvieras que escoger el mejor aroma entre tierra mojada, pasto recién cortado o café, ¿cuál elegirías? ¿Qué perfume te trae más recuerdos de tu infancia?

1. Nuestro cerebro hace un trabajo muy complejo para percibir olores

Imagina que vas a hacer una película: no alcanza solo con tener una cámara, sino que se necesitan guionistas, actores, directores, e incluso encargados de vestuario, fotografía y escenografía, entre muchas otras cosas. Y lo que vemos en pantalla es el resultado de todo un trabajo de fondo que ni siquiera notamos. Pues así de compleja es la tarea que hace nuestro sentido del olfato, ya que la nariz se lleva todos los aplausos, pero no es la que se ocupa de todo.

Lo que distinguimos como olor son moléculas que se encuentran en el aire y que ingresan por la nariz, pasan a la membrana olfatoria y de ahí por el nervio olfativo hasta llegar al bulbo olfatorio, que se encarga de reconocer lo que se está oliendo. Así que, nuestro cerebro es como una gran oficina en la que el trabajo está dividido por departamento y encargado. Cuando entramos en contacto con un olor, nuestras neuronas lo dividen en subconjuntos y luego les pasan la información a otras partes del cuerpo para que reaccionen dependiendo de lo que estemos oliendo. Por ejemplo, si sientes olor a quemado, seguramente se activarán todas tus alarmas.

2. ¿Por qué distinguimos olores agradables y desagradables?

En realidad, el olfato y las emociones están más vinculadas de lo que creemos. Los olores juegan un papel importante para activar estímulos sensoriales agradables y atractivos. Por ejemplo, en la selección de alimentos, es muy probable que al pasar por una cafetería, al sentir el aroma del lugar, nos veamos tentados a comprar algo del establecimiento. Para algunos científicos, los sucesos emocionales producen efectos sostenidos en las funciones psicológicas y la actividad cerebral, que pueden afectar la forma en la que percibimos la realidad, incluso los olores.

Otros profesionales piensan que quien decide si un olor es rico o feo son nuestros años de experiencia. Nuestros gustos y aversiones olfativos se aprenden a lo largo de la vida, comenzando en el útero. Luego, nuestro cerebro se encarga de darle un sentimiento o emoción a cada aroma percibido.

3. Hay partes del cuerpo que pueden oler peor que las axilas

Todos hemos estado difamando a las pobres axilas, cuando en realidad hay partes que si no son bien higienizadas, pueden ser igual o peor de olorosas. Muchos doctores afirman que mientras que la axila puede limpiarse con facilidad, especialmente si está bien depilada, el ombligo suele ser bastante ignorado en nuestra higiene.

El sudor y el poco flujo de aire que recibe, sumado a su tamaño, puede generar malos olores si no se limpia bien, incluso peores que los de nuestras axilas después de correr una maratón. Para las bacterias, tu ombligo es como una casa: la mayoría de ellas se alojan allí y permanecen en un nivel bajo, no causando olor. Pero si se vuelven demasiado densas, pueden dar como resultado un hedor desagradable u ofensivo. Así que, es importante que prestes atención a cómo te limpias, al menos si no quieres usar una dosis extra de desodorante para salir a la calle.

Las orejas también pueden ser otra parte bastante ignorada en nuestra higiene, porque es la que menos vemos. Es más probable que miremos nuestro ombligo antes que la parte de atrás de la oreja, ya que se necesita un espejo para poder verla, a menos que tengas ojos en la nuca, como los maestros en la escuela cuando escriben en la pizarra y detectan al mismo tiempo si un alumno detrás de ellos no está portándose bien.

El área de la piel directamente detrás de las orejas puede atrapar muy fácilmente el sudor, la grasa y restos de productos para el cuidado de la piel y el cabello. El pelo largo también puede generar otros residuos.

4. Alimentos que pueden causar mal olor corporal

El azufre es un mineral que puede hacer maravillas en nuestro cuerpo, ayudando en la salud de los músculos, cabello y piel. Pero así como los jarabes para las enfermedades tienen un mal sabor, en este caso, el azufre puede hacer que nuestro aroma corporal sea todo lo contrario a flores en primavera.

Esto se debe a que de por sí tiene mal olor; así que, al secretarlo de nuestro cuerpo por la transpiración, hace que nosotros también lo tengamos si lo consumimos en exceso. Algunos alimentos que lo contienen son el ajo, la cebolla, la col, el brócoli, la coliflor y la carne roja. Otros desencadenantes dietéticos comunes del mal olor pueden ser el café, especias como el curri y el comino y la comida picante.

5. Nuestra nariz tiene muy buena memoria

Todos muy probablemente tengamos el recuerdo de una fragancia del pasado, como el olor de la casa de nuestra abuela o de la ropa recién lavada por nuestra mamá. Y aunque pasen décadas sin sentirlo, al percibir un perfume similar, muy seguramente recordaremos esos momentos de nuestra vida. Esto puede ser porque, de hecho, tu sentido del olfato puede tener mejor memoria que el de la vista, ya que es procesado por una parte del cerebro que también controla la memoria, lo que crea fuertes asociaciones entre olores y experiencias particulares.

Esto se debe a que el bulbo olfativo envía información a la amígdala, el área responsable de procesar las emociones. Neurocientíficos han sugerido que esta estrecha conexión física entre las regiones del cerebro vinculadas a la memoria, la emoción y nuestro sentido del olfato puede explicar por qué nuestro cerebro aprende a asociar los olores con ciertos recuerdos emotivos.

Al respecto, un estudio científico evaluó a un grupo de cinco mujeres y arrojó como resultado que los perfumes que asociaban con un recuerdo positivo generaban mayor actividad cerebral que un olor que nunca habían olido. La actividad cerebral asociada con el memorable aroma también fue mayor que la producida por la señal visual de ver el frasco de perfume.

6. No es fácil despertarse por un mal olor

Supongamos que te vas a dormir y olvidas que dejaste cocinando un pastel en el horno. Seguramente, tu casa apestará a quemado, pero las probabilidades de que eso te despierte pueden ser pocas. Y es que, cuanto más dormido estás, resulta más difícil para los estímulos sensoriales hacerte reaccionar.

Mientras los sonidos y sensaciones en nuestra piel, como sentir frío en mitad de la noche, pueden afectar nuestro sueño, “el sentido del olfato puede diferir, ya que el aumento de la intensidad no parece conducir al despertar en etapas más profundas del sueño”, han explicado algunos estudiosos del tema. Así que, si dejaste tu pastel olvidado en el horno, probablemente se quedará allí hasta la mañana.

7. Los bebés en el útero también pueden oler

Los bebés desarrollan el sentido del olfato por completo en el útero. Desde el primer trimestre, estos empiezan a tener fosas nasales. A las 10 semanas, ya tienen formados los receptores para detectar olores. Incluso, según un estudio publicado por Psychological Science, luego de evaluar 100 ultrasonidos en 4D para analizar las reacciones de los bebés, se concluyó que dentro del útero ya pueden oler y saborear lo que su madre come.

8. Los olores de los bebés hacen que las mamás se sientan bien y viceversa

Y no lo decimos solamente por la experiencia, sino que lo afirma la ciencia. En 2013, un estudio científico descubrió que el olor de un bebé activaba la dopamina en las mujeres, especialmente en las madres, en la región del cerebro asociada con las recompensas.

En el caso de los pequeños, el sentido del olfato es muy importante para su alimentación y para su vinculación con el mundo. Los recién nacidos lo tienen muy desarrollado, ya que, aunque no reconozcan a su madre a simple vista, lo hacen por su olor natural y por el de la leche materna. Estos olores lo conectarán con sus necesidades básicas de comodidad y alimentación.

9. ¿Por qué nos agrada tanto el aroma a tierra mojada?

Muchas madres pueden disfrutar el aroma de sus bebés recién nacidos, pero para otros, nada supera el de la tierra mojada y el pasto recién cortado. Y todo eso es gracias a... las bacterias. Dos científicos investigaron al respecto y determinaron que cuando dices “Ah, qué agradable aroma a tierra mojada”, en realidad, estás apreciando una sustancia química llamada geosmina, producida por cierto tipo de bacterias.

Los humanos suelen ser muy sensibles a ella, incluso más que los animales. Cuando el agua toca la tierra mojada, especialmente después de una lluvia, la geosmina se libera en el aire, deleitando nuestro sentido del olfato.

10. Es verdad que los abuelos tienen un perfume especial

Nuestras sospechas han sido confirmadas: los abuelos tienen olor a abuelos. Un experto en biotecnología explicó que ese aroma tan característico puede empezar a hacerse notar a los 30 años: “Los cambios hormonales de la madurez traen como consecuencia un aumento en la producción de lípidos en la superficie de la piel. Paralelamente, se va reduciendo nuestra capacidad antioxidante natural”. Y aunque quisiéramos ducharnos para quitarnos el olor, no funcionaría: “Los lípidos no son solubles en agua. De ahí que el mal olor relacionado con los ácidos grasos sea tan complicado de eliminar”.

11. Los olores desagradables se perciben más rápido que los placenteros

Al parecer, nos gusta sufrir, porque tal vez podamos demorar en sentir el agradable aroma de las hojas nuevas de un libro, pero no tardaremos nada en percibir si nuestra mascota hizo sus necesidades en una habitación de la casa. Un estudio creó un dispositivo que generaba 10 olores diferentes y puso a prueba a los participantes produciendo 5 olores placenteros y 5 nada gratos.

“La representación de lo desagradable en el cerebro surgió antes que lo placentero”, contaron los profesionales. Cuando se administraron olores desagradables (como a podrido y a productos rancios), los cerebros de los participantes pudieron diferenciarlos de los neutros o agradables tan pronto como 300 milisegundos después del inicio. Sin embargo, la representación de olores deliciosos (como los florales y afrutados) en el cerebro no se produjo hasta 500 milisegundos después. Esto, en comparación con el primer caso, es casi como ir en cámara lenta.

Imagen de portada Karolina Grabowska / Pexels

Comentarios

Recibir notificaciones
Aún no hay comentarios. ¡Puedes ser el primero!

Lecturas relacionadas