15 Compañeros de viaje que saben cómo ponerles emoción a los momentos aburridos que pasamos en el transporte público

hace 2 años

La mayoría de nosotros utilizamos el transporte público todos los días. Nos encontramos con todo tipo de situaciones en el camino. Señoras excéntricas, niños simpáticos y personas desagradables imposibles de evitar, en especial en un avión. Sin embargo, algunos pasajeros pueden hacerte sentir tan bien que los recordarás el resto de tu vida.

En Genial.guru te deseamos solo compañeros de viaje con buenos modales, y no algunos de los que aparecen en esta recopilación.

  • Estaba viajando a la ciudad. En una estación, un hombre que pesaba unos 150 kilos entró en el compartimento e inmediatamente anunció que tenía la cama superior y que no se subiría a ella, así que dijo que uno de nosotros tenía que cambiar de lugar. Por supuesto, nadie quiso hacer el intercambio con él. Luego le exigió un taburete al personal del vagón y dijo que estaría sentado en él todo el camino. Le dijeron: “Bueno, si puede encontrar un taburete en el vagón, bien, entonces no habría problema”. Luego lo llevaron a otro vagón, donde le encontraron una cama inferior. © Nella Gribanova / Facebook
  • Había una mujer viajando en el tren detrás de nosotros. Tenía un cuervo en el hombro. Un cuervo de verdad. Se movía de hombro a hombro y luego se posó sobre la cabeza de la señora mientras ella le daba golosinas de su bolsillo. © Franklin Veaux / Quora
  • Viajaba en el metro. Enfrente tenía a dos hermanas de 9-10 años con un hombre (el padre, creo). El padre estaba mirando su teléfono, las chicas hablaban entre ellas con gestos. El hombre también les hizo un par de gestos. Y entonces una le dio la espalda a su padre y comenzó a “decirle” cuidadosamente algo a su hermana, tapándose la boca con la mano para que su padre no la “escuchara”. El padre la miró y se rio. Comprendió lo que su hija estaba “diciendo”. Sonrió, le dio un beso y asintió con la cabeza. Las chicas estaban contentas y empezaron a discutir algo más activamente. Una familia tan agradable, se veían tan alegres y felices. © Sibirskix / Pikabu
  • Hace poco estaba en el autobús y una señora se sentó frente a mí y empezó a enumerar por teléfono qué medicamentos tomaba y para qué enfermedades. Al darme cuenta de que no iba a parar, dije en voz alta: “Gente, ¿quizás alguien tiene hemorroides? ¡Nos encantaría escucharlo!”. La señora se calló, me miró y cortó la llamada. La gente se rio durante unos 15 minutos. © Svetlana Nakonechnaya / Facebook
  • Un día vi a un hombre en el metro, tenía una mesita plegable. De repente, desplegó la mesa. Por cierto, había gente de ambos lados. Entonces el hombre metió la mano en su mochila y empezó a sacar herramientas para trabajar el metal. Tiró un montón de pequeños anillos plateados por toda la mesa (¡en un tren en marcha!). Luego sacó una cota de malla y empezó a armarla. © Jennifer Dziura / Quora
  • París, el metro. De repente, un hombre mal vestido y de pelo gris entró al vagón. Se quitó respetuosamente el sombrero raído y anunció en francés: “Señoras y señores, quiero regalarles una canción”. La gente se miró con escepticismo. Pero su voz era clara y realmente magnífica. Llenó el vagón y silenció al instante incluso a los bebés que lloraban. La gente que había empezado a levantarse, preparándose para bajar en la siguiente estación, se hundió de nuevo en sus asientos como si estuviera hipnotizada. Al terminar, el cantante inclinó la cabeza y dijo en voz baja: “Gracias”. Nadie aplaudió, todo el mundo estaba muy sorprendido. Y en cuanto se abrió la puerta, el hombre salió a la plataforma. Era 1988, pero cierro los ojos y aún puedo oírlo cantar. © Kathryn Berck / Quora
  • Esta maravilla se escapó de su dueño y decidió pasar parte del vuelo conmigo y con mi hijo. Luego regresó al propietario. © Gulnara Belko / Facebook
  • Estaba viajando en un autobús interurbano. Era tarde, ya estábamos dormidos, teníamos toda la noche por delante. Y entonces sentí algo que me molestaba, no podía entender qué era lo que pasaba. Resultó que el chico del asiento de al lado se había acomodado en mi hombro. Le empujé la cabeza hacia atrás 10 veces, se golpeaba contra el asiento delantero y se quedaba colgado en el pasillo, pero nunca se despertó. © Gulnara Kasym / Facebook
  • Unos mimos entraron al autobús. Mientras subían, mantenían una conversación silenciosa entre ellos. El más alto se fijó en mí y sonrió. Yo estaba leyendo un libro, pero entonces un guante blanco se agitó delante de mi cara. Levanté la vista y miré a los chicos que intentaban pedirme el número de teléfono. Pero me hice la tonta. Esto duró unos 10 minutos antes de que el mimo más alto resoplara y dijera muy enfadado: “¿Podrías darnos tu número de teléfono?”. Le contesté: “Creía que los mimos no hablaban”. Y me bajé del autobús. © Grace Franke / Quora
  • Estaba a punto de quejarme de que la señora sentada a mi lado en el tren había sacado sándwiches, perfumando todo el vagón. Pero de repente me ofreció uno. Así que éramos dos: esas personas desagradables pero bien alimentadas... © uchilka_nastya / Twitter
  • En el autobús, un hombre gritaba obscenidades. Por supuesto, los que me rodeaban estaban tensos y trataban de no mirarlo. Pero yo miré hacia atrás en la dirección del ruido, el tipo se encontró con mi mirada y me gritó: “¡¿Qué demonios estás mirando?!”. Le contesté: “Estoy mirando a la única persona de este autobús que grita ’demonios’ a todo pulmón”. Y se calló. © Kurt Guntheroth / Quora
  • Creo que con cada compañero de viaje insolente hay que hablar en su idioma y demostrarle inmediatamente que tú eres aún peor. Una vez, en un avión, un hombre se quitó los zapatos; el hedor era insoportable. Así que me quité los zapatos y los calcetines y los puse en su reposabrazos. Dijo: “¿Qué haces?”. Respondí: “¿Y tú?”. Inmediatamente lo entendió todo. © Elena Naumova / Facebook
  • Estuve en Japón. Estaba en el metro. De repente, una señora entró en el vagón con una carriola de bebé, pero había algo raro. Miré más de cerca y me di cuenta de que había un pato real graznando en la carriola. Lo extraño era que a la gente que nos rodeaba no le importaba. Pero todo el vagón empezó a mirarme cuando me reí. En serio, me miraron como si estuviera loco. © Chris Schwab / Quora
  • En el avión, una mujer se quejó: su almuerzo tenía una papa mala. La sobrecargo le explicó perpleja que no quedaban más almuerzos. La mujer, escandalizada, no se calmaba, por lo que llamaron a la jefa de sobrecargos. Ella miró a la señora y luego a la papa. Agarró la papa y con una voz de maestra muy bien entonada dijo: “¡Has sido una papa muy mala!”. Luego la sobrecargo volvió a poner la verdura en el plato con cuidado y le dijo a la señora escandalizada: “Ya está, señora, no creo que tenga más problemas con esta papa”. Y se fue. ¡Genial! © Fergal Dearle / Quora
  • Estaba viajando al trabajo esta mañana. Mi esposa llamó y le pedí que le diera un beso mi hijo. Estaba parado junto a una madre con una niña traviesa de unos 3 años. Madre: “¡Alicia! ¡Para! ¡Le diré a este hombre grande y te llevará lejos!”. Fruncí el ceño, preparándome para interpretar a un personaje malvado. La niña, después de pensarlo, dijo: “¡Mamá! No lo entiendo. ¡Papá también me besa! ¡Y me quiere! ¡Y este hombre también besa a su hijo por teléfono! Así que no es malo”.
    Todo el autobús se quedó en silencio. Yo empecé a sonrojarme un poco, la madre de la chica no encontraba otro argumento. Entonces saqué un chocolate que había guardado para el desayuno y se lo entregué a la chica. Niña: “¡Mamá, te lo dije! Este hombre no es malo”. © Tregahen / Pikabu

¿Qué compañeros de viaje memorables has conocido?

Imagen de portada Elena Naumova / Facebook

Comentarios

Recibir notificaciones

Lecturas relacionadas