20 Personas hablaron sobre platos que prometieron no volver a comer en su vida

Gente
hace 2 años

Los gustos por la comida dependen de muchos factores, incluidas las malas experiencias alimentarias. Sucede que un producto o plato que le gusta a casi todo el mundo provoca un fuerte rechazo en alguien, por el hecho de que esa persona se topó en el pasado con una versión completamente mala de él.

En Genial.guru también hay personas que odian el eneldo o se estremecen ante la mera mención de una ostra. Decidimos ver qué otras comidas, que aman muchos, provocan un fuerte rechazo en algunos y por qué.

  • Estaba de visita y me ofrecieron ravioles. Por alguna razón, pensé que serían de carne y dije que sí. Le di un mordisco a uno y un líquido de un sabor muy específico fluyó a mi boca. Los ravioles estaban rellenos de cuajada de cabra casera, que olía a cabra. Fue repugnante, apenas pude terminar uno. © Nady Zvereva / Facebook
  • Una amiga decidió llevarme a un café caro por mi cumpleaños. Cuando vimos el menú, nos encontramos con nombres de platos cuya existencia ni siquiera sospechábamos. Finalmente vi que tenían lasaña; al menos era algo que yo sabía qué era, pero que no había probado hasta entonces. Y ese plato arruinó toda nuestra comida. Cuando dimos el primer bocado, fue como comer queso con verduras. Esa fue probablemente la peor experiencia gastronómica de nuestra vida. © Aditee Adhikari / Quora
  • Eneldo. Lo odio. Con todas las fibras de mi alma y todas mis papilas gustativas. Pero tengo la increíble mala suerte de que lo pongan en prácticamente todos mis platos. Y no sería nada si solo fuera una ramita de decoración. Pero no, agregan manojos enteros. Y encima finamente picado, con lo cual es imposible de sacar. Cuando voy de visita, también lo meten en todos los platos y casi directo en mi boca constantemente. Se sorprenden mucho de que no me guste. ¿Una sopa en un café al borde de la carretera? La mitad del plato será eneldo. ¿Un sándwich caliente en un restaurante? Estará untado generosamente con salsa de eneldo a razón de un kilo por gota. ¿Un filete de ternera marmolado en un restaurante? Bueno, ya entendieron. © Ziesint / Pikabu
  • Odio la calabaza. En todas sus formas. Solo las semillas son deliciosas. Y no entiendo cómo puede gustarle a alguien: es demasiado dulce para los platos salados, pero no lo suficiente para los platillos dulces. Y no me gusta su sabor, pero a mi madre le encanta. Experimenta con ella de todas las formas posibles haciendo, por ejemplo, panqueques de calabaza. Afortunadamente, no me obliga a comer: solo me la ofrece, la pruebo y no hay manera de que me guste. © Rimlock / Pikabu
  • Estaba de visita y me invitaron a comer fideos a la boloñesa. En el plato había todo lo que no me gustaba: zanahorias, pimientos y cebollas hervidas, carne con grasa. Después de eso, no volví a comer ese platillo en absoluto. Me negaba rotundamente sin importar quién me lo ofreciera. Luego, 6 años después, probé la versión de mi madre. Y quedé muy sorprendida. No había nada de fideos demasiado cocidos, las zanahorias y las demás verduras estaban crujientes, la carne frita, mmm... © Ruslana Khasanova / Facebook
  • Mi esposo una vez trajo unos tallos con hojas encima. Le pregunté qué eran y me respondió: “Ruibarbo”. Así que busqué en Google unas recetas y le preparé un pastel de fresas y ruibarbo. Sabía a barro. Resultó que no era ruibarbo, sino acelga. Hice pastel de fresas y acelga. © Samantha Kelly / Quora
  • Cócteles de frutas. Desde hace unos años mi mamá hace batidos y termina preparando una gran cantidad. Al final, después de varias semanas de negativas, me hizo beber uno de ellos. Era un batido de plátano, fresa y kiwi con yogur. Tenía un sabor ácido muy desagradable. Nunca más. BetweenTwoWords / Reddit
  • Sopa de loto y trozos de cerdo picados con cartílago en China. Encima nos dijeron que nuestros amigos chinos se sentirían ofendidos si nos negábamos a comer. Todavía recuerdo el caldo grasiento, horrible, con un tallo de loto que parecía una esponja sucia, pero cuando lo mordías se estiraba en un mechón largo de cabello. En resumen, nunca lo comas. © feofanno / Pikabu
  • Hoy pedí platos indios para el almuerzo en mi oficina por primera vez. Me dieron muchas ganas de comer algo picante. La comida llegó en envases de plástico. Los abrí, y literalmente fui golpeado con una oleada picante en la nariz y en los ojos, aun a una distancia de un metro. Como resultado, aunque tenía hambre, no me atreví a probarlo durante otros 5 minutos. Caminaba alrededor de los cuencos. Me preparé y me dije: “Que sea lo que tenga que ser”. ¿Alguna vez te pasó que probaste algo que era muy, muy sabroso, pero luego, después de 10 o 15 segundos, era como si alguien te hubiera dado un mazazo en la nariz y en la mandíbula? La temperatura corporal sube de golpe como 10 grados. Me mudé mentalmente a Finlandia y me quedé un tiempo allí con los locales en una sauna seca a 135 °C y luego regresé a mi silla en la oficina. Nunca había comido comida tan picante. © SantaRabanoLoco / Pikabu
  • Cuando trabajaba en Mauritania, tuve que probar la carne de camello. Para ellos es un manjar para agasajar a los queridos invitados. De alguna manera logré comerme la carne, pero luego, por alguna razón, quise probar el hígado. Nunca he comido jabón, pero creo que debe saber igual. © Fedosya Ivanovna / Genial.guru
  • El novio de mi hermana se ofreció a cocinar carbonara para nuestra familia y estuvimos de acuerdo porque ella elogió sus habilidades culinarias. Compró ajo precortado, una especie de malla de 30 porciones de ajo en bolsas separadas. No tengo nada en contra de ese producto; yo mismo suelo poner más de lo recomendado cuando cocino, pero aquello era terrible. Tomó las 30 porciones para hacer una carbonara para 8 personas. Ya no le permitimos que nos cocine, y no puede entender por qué. © Mowachoo / Reddit
  • Nunca me gustó el brócoli, incluso me da náuseas. Pero, por alguna razón, mi suegra siempre intenta cocinar algún tipo de plato con él. Y para no estropear la relación, la mayoría de las veces digo que no tengo hambre. Pero lo que no entiendo es cómo se las arregló para descubrir que no me gusta el brócoli. Mi esposo no lo come mucho, y tampoco mi familia, así que ni siquiera ellos lo saben. ¿Es el instinto de mi suegra o qué? © Oídoporahí / Ideer
  • Tuve la suerte de entrar en un campamento internacional en Alemania. Al final del turno, fuimos asignados a familias alemanas por un par de días. Fue allí donde probé un plato cuyo sabor aún recuerdo. La mamá de mi amiga alemana nos trajo postre, según tengo entendido. Imagínate pepinos en una salsa de leche dulce. Me comí los pepinos a duras penas, pero luego también tuve que beber la salsa, ya que insistieron mucho. Se sorprendieron inmensamente de que no quisiera más. Y yo solo tenía un pensamiento: evitar pasar vergüenza. Porque los pepinos realmente estaban pidiendo salir. © Marina Marina / Facebook
  • Mi abuela, aunque en su juventud trabajó en un comedor, no cocinaba nada rico. Especialmente en opinión de los niños. En resumen, cuando tenía 6 años, me llevaron a su casa. Una vez me sirvió una sopa con pepinillos. Con un enorme pepinillo hervido. Y yo era quisquillosa y no comía la mayor parte de la comida que me daban. Pero estaba esa sopa, y tenía que comerla toda. Y el pepino desagradable también. Mi abuela salió, volvió, y el plato estaba vacío. Bueno, me dejaron ir a jugar. Y por la noche me castigaron, porque la abuela se puso a limpiar la cocina, comenzó a barrer y... el pepino que yo había pegado debajo de la mesa se cayó. Desde entonces no me gustan mucho los pepinillos. © RagDolly / Genial.guru
  • Una vez me dieron a probar un poco de morcilla. Sabía que no me gustaría. Pero por respeto a los mayores, tomé un pedazo. Y hasta mastiqué un poco y la tragué, porque los mayores estaban sentados a mi lado y esperaban mi opinión. Y luego corrí a buscar un baño. Nunca volveré a probar comida cuestionable. © Marina Lukina / Facebook
  • Una vez, una amiga me invitó a un restaurante a la orilla de un río. En ese entonces yo estaba quebrada, pensaba no pedir nada caro, pero mi amiga decidió no escatimar en gastos y pidió unos mejillones o unas ostras, alguna especie de mariscos viscosos. Probé uno y, apenas lo mastiqué, me di cuenta de que no podía comerlo. Pero mi amiga había gastado mucho dinero para agasajarme... Empecé a distraerla: “Mira qué lindo chico te está mirando”. Y mientras ella se daba vuelta para mirar, yo arrojaba discretamente todo el contenido de mi plato por encima del hombro al agua. Gracias a Dios estaba sonando la música y mis tiros no se escuchaban. Le agradecí a mi amiga, pero desde entonces siempre me ordeno mi comida yo misma. © Olena Elena / Facebook
  • Soy una persona sin pretensiones, puedo comer casi cualquier cosa. Pero no la ensalada de arenque con betabel. Para mí fue una tortura comer esta mezcla salvaje de pescado salado y mayonesa grasa, mezclados con betabel. Por separado, con mucho gusto. Pero juntos, no. Y ahora imagina que un plato que odias mucho es el favorito de toda tu familia. Mi mamá, mi abuela, todos adoran esta ensalada y la preparan para casi todas las celebraciones. © Victoria Kirilyuk / Yandex.Cu
  • Mi pesadilla es el hígado. De cualquier animal, preparado de cualquier manera. Es el olor, es la textura, es todo. Una vez, se pusieron a cocinar hígado en un restaurante. Y dado que ese lugar era muy antiguo, las campanas de extracción eran terribles, si es que las tenían. Bueno, entré allí con mis colegas y sentí este hedor. Inmediatamente comencé a sentir náuseas, y al instante salí corriendo de aquel terrible lugar. © Ruslan Maksimov / Yandex.Cu
  • Papilla de sémola con pasas, ¡guácala! Recuerdo que de niña, en el kínder, mi hermana y yo nos quedábamos sentadas juntas a la mesa durante horas sin tocar ese plato. Todos los niños ya corrían y jugaban, pero nosotras no queríamos comerlo. Todavía recuerdo las náuseas que me hacía sentir esa papilla. © Oxana Haradezki / Facebook
  • En mi cumpleaños, mis familiares decidieron hacer una barbacoa. Había mucha carne de diferentes tipos. Me ofrecieron probar un “pulmón” y acepté. Me arrepentí mucho de haberlo hecho. Aquel bulto repugnante resultó ser el alimento más horrible que había probado en mi vida. Pero mi dolor no terminó ahí. Antes de que tuviera tiempo de recuperarme, escuché: “Y, ¿qué piensas sobre los testículos de toro?”. Y realmente era eso. Ahora imagina lo que se siente cuando la parte de un órgano respiratorio que acabas de ingerir se convierte repentinamente en un genital bovino. © Egor Trotsky / Yandex.Cu

¿Hay platos o alimentos que no soportas, aunque otros podrían comerlos de a kilogramos?

Imagen de portada Olena Elena / Facebook

Comentarios

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Afortunadamente sobre gustos no hay nada escrito, y todo es subjetivo. A mí me gustaría probar todos los platos

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Yo no he vuelto a comer aquellos que me sentaron mal. Los aborrecí

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Me encantan los cócteles de frutas... Tal vez la persona tenga probado uno no tan bueno

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