14 Historias de los lectores de Genial que trabajaron en el comercio y casi se vuelven locos por las payasadas de los clientes

Historias
hace 2 años

Comúnmente se cree que “el cliente siempre tiene la razón”. Sin embargo, en la vida de casi cualquier vendedor, al menos una vez, hubo clientes que con su comportamiento refutaron por completo esta frase. Es extremadamente difícil olvidar encuentros con tales personas, y rara vez alguien quisiera repetirlos.

En Genial.guru estamos seguros de que tanto los vendedores como los compradores tienen algo que contar sobre los caprichos de los demás. Y hoy decidimos escuchar las historias de quienes se ubican detrás del mostrador.

  • Nuestro director tenía varias tiendas de electrodomésticos. Una de ellas estaba ubicada en un mercado grande. Entró un hombre, miró los estantes con batidoras y máquinas de afeitar y preguntó: “¿Tienen empanadas calientes?”. El vendedor pensó un poco y respondió: “No, pero tenemos muchos microondas, traiga las empanadas, se las calentamos”. © Crema irlandesa / Genial.guru
  • Tuvimos un caso. Una anciana vino con la intención de hacer una devolución. Así fue el diálogo:
    —No me vendieron hígado de res, sino hígado de cerdo. Devuélvanme el dinero.
    —Traiga el hígado, le haremos el reembolso.
    —Ya lo piqué.
    —Está bien, tráigalo picado.
    —Pero ya hice albóndigas y las freí.
    —Perfecto, traiga las albóndigas.
    —Ya las comimos... © Natalia Vishnevskaya / Facebook
  • Hace mucho tiempo vendía jeans en el mercado. Un joven se acercó y dijo con un notable acento extranjero: “Necesito jeans azules, pero transparentes”. De alguna manera inexplicable, entendí que probablemente necesitaba pantalones de color celeste. Empecé a mostrarle los modelos y casi se pone a llorar. Resulta que anduvo por el mercado preguntando, pero nadie le entendía. © Natalia İnceler / Facebook
  • Trabajé en una tienda de productos de limpieza. Llegó un comprador e inmediatamente preguntó: “¿Tienes amigo?”. Después de un par de horas, llegó otra mujer y dijo: “¡Necesito un amigo!”. Pensé que todos se habían vuelto locos. Entonces llegó el representante comercial de una marca, le conté lo ocurrido y me dijo lo siguiente: “Ayer lanzamos un nuevo producto, el jabón Amigo, ¿le gustaría llevar una caja?”. © Olga Davidenko / Facebook
  • ¿Conoces esas camisas a rayas comunes para hombres? Una señora casi me vuelve loca con la pregunta: “¿Cuál es la función de las rayas en la camisa?”. © Oksana Gelvij / Genial.guru
  • Una señora vino a la tienda de mascotas y dijo: “Dame cubitos, esos que son negritos”. Me quedé pensando: “No tenemos cubos, para eso tendría que ir a la juguetería”. La señora aclaró que se vendían por peso. Le contesté que lo sentía, pero era igual que ir a la farmacia y decir: “Dame pastillas redondas”. Comenzó a llamar a alguien, y resultó que no eran cubos, sino copos o algo así. Entonces pregunté: “¿Para qué tipo de animal son?” Ella dijo: “Bueno, son para esos que son larguitos”. En completo estado de shock, me quedé en silencio tratando de mantener mis ojos dentro de sus órbitas. Volvió a llamar a alguien, preguntó qué tipo de mascotas tenían allí. Resulta que eran para lebistes. Muy bien, entonces eran para peces. Fuimos al refrigerador, le mostré: esos “cubos” eran probablemente alimentos congelados en briquetas, había copos, pero no se parecían a cubos, y nada de esto se vendía por peso. Volvió a llamar, tratando de averiguar qué tipo de comida necesitaban sus animales fantásticos. Allí se pusieron indecisos y no podían decidir. Mi ojo ya había empezado a temblar. La señora tomó la decisión más sabia: “Que vengan y que lo compren ellos mismos”. © Anka / Genial.guru
  • Trabajaba en una tienda de electrodomésticos. Muchos compradores venían y decían: “Necesito un calefactor tipo radiador para el dormitorio”. Entonces empezaba a preguntarles: “¿Cuántos metros cuadrados son? ¿Qué tipo de techo tienen?”. En respuesta, en aproximadamente el 90 % de los casos, me decían indignados: “Señorita, ¿no sabe qué tipo de dormitorio hay en un edificio común? Es un dormitorio estándar ordinario. ¡Deme el calefactor!”. © María Koroleva / Facebook
  • Una mujer de mediana edad armó un escándalo por unas pilas. El sentido del reclamo era que las pilas tipo D compradas por ella (en otro lugar) funcionaron en la lámpara durante solo un año y luego dejaron de andar. Era una completa desgracia y un defecto de fábrica, ya que en las pilas estaba escrito: “Vida útil hasta el 2027”. ¡Y era el año 2020 recién! Con esas pilas, ¡se suponía que la lámpara funcionaría durante unos 7 años! Todos los intentos de encontrar un entendimiento mutuo fueron infructuosos. La clienta se fue en plena confianza de que estaba rodeada por estafadores. © Marina Afanasieva / Genial.guru
  • Una anciana entró a la tienda, puso sobre la mesa una botella de un litro de aceite de girasol sellada y dijo: “¡Ustedes son unos estafadores sinvergüenzas! Le vaciaron 70 gramos de aceite. Miren: aquí en la etiqueta dice ’1 litro’, pónganlo en la balanza, muestra 930 gramos”. Y era imposible explicarle que un litro de aceite pesa 930 gramos. © Bariktabasov Ulan / Facebook
  • Una vez tuve una clienta que se negaba a pagar por las cortinas con dobladillo, ya que la costura tiraba un poco de la tela de organza. Rompí todas las costuras, planché la tela y se la entregué con las palabras: “Busque una costurera más profesional, por mi parte le pido disculpas por el tiempo perdido”. ¡Deberías haber visto su cara! Quería obtener un servicio gratis y no funcionó. © Marina Minaeva / Facebook
  • Trabajé en una tienda de electrodomésticos. Era una buena tienda, las vitrinas estaban bien decoradas y bellamente iluminadas, teníamos un buen surtido. Llegó una señora y pidió clavos, cinta adhesiva y alicates. Yo dije que no teníamos materiales de construcción, vendíamos electrodomésticos. “¡Te estoy pidiendo accesorios técnicos que se usan en la vida cotidiana!”, dijo ella indignada. Mientras regresaba del estupor, ella ya iba saliendo, lanzándome la expresión despectiva: “Son unos pobres diablos”. La verdad que me ofendió. © Crema i****desa / Genial.guru
  • En una papelería:
    “¿Tienes cuadernos en cuadrados? ¿Y en rayitas?”.
    “Dame, por favor, un colector”, refiriéndose al corrector.
    “¿Tienes bolígrafo azul?”. “No. Solo quedan negros”. “¿Cómo, azul tampoco hay?”. © Bantik / Genial.guru
  • Tenía una tienda de manualidades. Hilos, agujas, juegos para bordado. Y teníamos una clienta, fanática de un fabricante estadounidense de juegos. Esos juegos eran muy caros, y en ese momento solo los manejaba yo. Entonces, antes de cada nueva entrega, mis vendedores llamaban a esa clienta y le informaban la fecha de recepción de la mercancía. El día de la entrega, se quedaba de guardia afuera de la tienda desde las 7 de la mañana y rogaba que fuese la primera en ver la nueva colección. Era muy difícil recibir la mercancía en tales condiciones. Pero ella siempre compraba sin regatear, y sacaba el dinero de un sobre con una etiqueta que decía “Dientes”. ¿Hace falta decir que prácticamente no tenía dientes? © Vanya Puh / Facebook
  • En mi juventud trabajé en una tienda de electrodomésticos. Durante la pausa para el almuerzo, la tienda se cerraba con una persiana enrollable (una persiana enrollable que se abría de arriba hacia abajo, como las persianas comunes). Comíamos dentro, así que no la bajábamos hasta el final. Un día, vimos esta imagen: un hombre se arrastró por debajo de la persiana enrollable en cuatro patas. A la pregunta: “Señor, ¿qué está haciendo?”, él respondió: “¿Acaso está cerrado?”. © Andrey Zvonariev / Facebook

¿Y a ti, qué cosas graciosas te pasaron en las tiendas?

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Alucino con la mujer que pregunta cuál es la función de las rayas de una camisa

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