18 Personas que hicieron un buen acto por un desconocido y ni siquiera recibieron un “gracias”

Historias
hace 2 años

Durante nuestros primeros años de vida, nos enseñan ciertas reglas para poder vivir en paz con el resto de la sociedad: saludar, dar las gracias, respetar a los demás, y así muchas pautas más, que varían según el contexto en el que crecemos. Resulta que no todas las personas tienen estas reglas no escritas incorporadas por igual, y esto a veces genera momentos incómodos. Por suerte muchos de quienes tuvieron situaciones así las recuerdan con gracia y las comparten como anécdotas.

Hace un tiempo, en un artículo sobre personas descaradas aparecieron en los comentarios muchas historias nuevas. En Genial.guru algunas nos parecieron dignas de ingresar a una nueva edición, y por eso preparamos con ellas la siguiente lista.

  • En una oportunidad, en El Calafate, Santa Cruz, Argentina, un maestro de primaria, un simple conocido mío, me pidió cierta cantidad de dinero y se lo di. Cuando le reclamé que me lo devolviera, me dijo que “a los amigos no se les pide la devolución del dinero”. Al tiempo murió, y nombraron una calle de la ciudad con su nombre. © Monica Cepernic / Facebook
  • Un día encontré un celular en un taxi, y esperé a que alguien llamara para reclamarlo. Lo hicieron, y me dijeron que se les complicaba ir a recogerlo al lugar donde yo estaba, así que tuve que llevarlo a la casa de una amiga de ella y dejarlo en la portería. Ni las gracias me dieron, pero bueno, la vida siempre recompensa. © Elim Dlr / Facebook
  • Tengo un amigo al que le presté dinero cuando aún estaba en la universidad, a poco de terminar su carrera. Ya pasaron 4 años, es ingeniero y tiene trabajo. En varias oportunidades le pedí el dinero y siempre me dice que es fin de mes. En una oportunidad yo estaba internado y necesitaba el dinero para los pasajes de mi madre, y aun así no me pagó. Cada tanto se lo sigo pidiendo y nada, pero no para de subir fotos mostrando su gran vida. © Jose Zavaleta Vasquez / Facebook
  • Teníamos una herramienta de hierro para cavar hoyos en la tierra. Era un instrumento costoso para nuestra economía en ese momento, pero aun así mi mamá decidió prestárselo a una vecina. Nunca lo devolvió, y nos daba pena solicitarlo de regreso, pero llegó un día en que lo necesitamos, y con toda la pena del mundo fuimos a pedirlo. Cuando fuimos, nos dijeron que luego de usarlo, se lo regresáramos. © Jocelyn Castro / Facebook
  • Hace años, una compañera de trabajo me pidió dinero para arreglar el televisor. Después de un año fui a la casa para saber cuándo podía devolverme la plata, y me dijo “no digas nada de la plata que mi marido se va a enojar”. Me fui y nunca más la vi, ni a ella ni al dinero. © Claudia Mariel Crudo / Facebook
  • Me encontré un bolso en el suelo, y al abrirlo encontré un celular desbloqueado. En sus contactos había uno llamado “Mamá”, así que llamé. Ella me dijo que no me moviera de allí, que lo iban a ir a recoger. Una hora y media más tarde apareció la dueña, y lo primero que me dijo fue: “Espero que no falte nada de lo que llevaba”. Ni las gracias me dio. © Noelia Díaz / Facebook
  • Una vecina tocó a mi puerta y me pidió que le prestara con urgencia 10 USD, que en cuanto llegase su madre me los devolvería. Pasaron algunos días, y la misma chica me trajo de “regalo” unos productos (condimentos) a días de caducar. Pasaron las semanas, hasta que un día necesitaba cubrir un pago y le pedí que me devolviera lo prestado. Me dijo que los condimentos me los había dado en forma de pago, viró los ojos y cerró la puerta. Ahí me quedé yo, con una canasta de productos caducados y la vecina de enemiga. Otro día volvió con el mismo cuento, diciendo que necesitaba con urgencia y le dije que no tenía dinero. © Jime Abad / Facebook
  • En una ocasión le presté dinero a una amiga del trabajo. No me pidió una cantidad grande, pero como no tenía billetes chicos, le di de más. Me dijo: “Después te doy el vuelto”. Nunca me pagó lo prestado, ni tampoco me regresó el vuelto. © Martin Rodriguez Rodriguez / Facebook
  • Una vez salí de excursión a campo abierto y me encontré una camioneta que había sido reportada en Facebook como robada o extraviada. Ofrecían dinero por cualquier pista del paradero, así que la reporté al municipio y con quien hizo la publicación de Facebook. Me hicieron esperar en el lugar (donde no había sombra) por más de una hora, hasta que llegaron los municipales y se la llevaron. No me dieron ni las gracias, ni un aventón de regreso a mi casa. El dueño del vehículo jamás dio la cara, ni las gracias. Ni a una Coca-Cola me invitaron. © Jorge Gonzalez Sandoval / Facebook
  • Una mañana estaba llegando tarde a la universidad y decidí tomar un taxi para llegar a tiempo. Justo cuando el taxi se detuvo para recogerme, una señora se me acercó para preguntarme a dónde me dirigía, y aunque mi ruta no le quedaba de paso, la señora insistió en que quería subirse al mismo taxi, así ella no pagaría tanto. Accedí para echarle una mano, y ya arriba del vehículo la doña le pidió al taxista que la llevara primero a ella. Yo insistí en que yo tenía que llegar primero a mi destino porque ya era tarde, a lo cual ella argumentó lo mismo y terminé aceptando su solicitud. Cuando llegamos a su destino, se bajó a toda prisa y por más que traté de decirle que me diera su parte, ella al mismo tiempo hablaba diciendo que yo pagaba todo. Le dio las gracias al taxista y se fue sin más. Al final tuve que pagar su vuelta, la mía, y además llegué tarde a la universidad. © Mbnice Montiel / Facebook
  • Viví con una pareja de amigos. Cuando rentamos el apartamento, yo pagué el depósito para ingresar y la mensualidad. Cuando les dije que me devolvieran la mitad de todo, la chica se puso seria y me acusó de cobrona, y me dijo que ellos no tenían la plata, así que debía esperarlos. Lo peor es que los dos trabajaban y salían de paseo a cada rato. © Silvia Elena Vega Cardona / Facebook
  • Había una señora que iba siempre a mi casa a pedir limosnas. Era conocida en el barrio, y pasaba muy seguido aduciendo que era muy pobre, que su familia la había abandonado y que no tenía a dónde ir. Un día el hermano de mi cuñado estaba por comprar una casa, pero pasaba que la dueña nunca estaba para cerrar el negocio. La esperamos casi hasta las 10 de la noche, y oh, sorpresa, la dueña de la casa era la señora que pedía dinero, diciendo que no tenía nada. © Luis Carlos Lizarazo Charris / Facebook

¿Qué fue lo más descarado que, por algún motivo especial, tuviste que hacer en tu vida? Comparte tu historia en los comentarios y quizás salgas en el próximo artículo.

Imagen de portada Noelia Díaz / Facebook

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