18 Historias que podrían hacerle competencia a la telenovela “Amor real”

Historias
hace 1 año

¡Qué sería de la vida sin el amor! Ya sea con una pareja o con nuestra familia, muchas veces, este es el impulso que nos guía. Aunque, por supuesto, en ese camino también se pueden hacer muchas locuras para demostrar o hacerle ver al otro todo lo que sentimos. Pues, como probablemente hayas escuchado, para mostrar el amor no existen límites.

  • Una vez, fuimos a pasar las fiestas de fin de año a otra ciudad, a la casa de mi abuela, con mi mamá, hermana y sobrinos. Mi novio llegó la noche de Navidad, pero como mi abuela no permitió que se quedara conmigo en su vivienda, nos fuimos donde una tía y, en la víspera de Año Nuevo, nos regresamos a mitad de la noche a nuestra ciudad, que estaba como a 6 horas, sin avisar a nadie. Regresé con un hijo en la panza y pasamos el Año Nuevo los dos solos. © Aura Yaneth Ramirez Quintero / Facebook
  • Le regalé un cepillo de inodoro (juro que para mí era algo tierno). Ahora, cada vez que limpie el excusado, se va a acordar de mí. © Mariano Cerviño / Facebook
  • Atravesar un puente corriendo bajo plena lluvia, siguiendo al amor de mi vida. Él manejando su carro, yo corriendo detrás. Habíamos terminado ese día; sabía que si no lo intentaba una vez más y le decía cuánto lo amaba, lo perdería. No podía dejar ir a alguien tan valioso. Han pasado 26 años. © Patty Llamas / Facebook

Las muestras de afecto pueden ir desde lo romántico, como nos contaron algunos usuarios en este artículo, hasta lo cómico, como nos relataron aquí sobre la vida en pareja. Además, las grandes sorpresas también forman parte de expresar el afecto, como nos compartieron aquí.

  • En mi adolescencia, estaba locamente enamorada de un excompañero del colegio. Él se mudó muy lejos de casa; yo sabía aproximadamente entre qué calles vivía, pero no exactamente dónde. Viajé y toqué los timbres de toda la cuadra. Había edificios en el lugar y ahí lo encontré. Después, perdimos contacto, y 10 años más tarde nos encontramos. Vivimos una historia bonita de tres meses. No tiene final feliz porque nunca más nos volvimos a ver, pero aún no la doy por finalizada. ©Jesica Rivarola Arce / Facebook
  • Teníamos una cita a 5 horas y 40 minutos de mi casa. Tuve que ir, solo para que me dijera que la relación se había terminado. Hubiera dicho eso por el teléfono o mensajes. Todavía tuve que hacer las otras 5 horas y 40 minutos de regreso. ©BeDa Irias MaraSal / Facebook
  • Inscribirme en la escuela nocturna en un grado que ya había cursado por una novia que me tenía enamorado. Yo era el estudiante más brillante del aula hasta que un profesor sustituto me descubrió. ©Abel Morales / Facebook
  • Saltar una cerca de madera alta (por poco se me quedó atorado el pantalón) solo por ir a meterle una carta por la ventanilla del carro a un chico que me gustaba mucho cuando tenía 16 años. Fue mi amor platónico por años. Aclaro que después quise saltar esa cerca varias veces y ya nunca pude, fue la adrenalina del momento de aprovechar que había dejado el auto con la ventanilla ligeramente abierta. Esa cartita ya la tenía, pero no había hallado el momento de hacérsela llegar. ©Vicky González / Facebook
  • Decirle a mi novio, que ahora es mi esposo, que sí sabía manejar. Él me dijo: “¿Puedes meter el carro en el garaje?”. Lo acababa de pintar, y yo lo choqué horrible de un lado. Él se quitó su sombrero, lo pisoteó y no me dijo nada. Me abrazó, me besó y yo me apené. ©Martha Martinez Reyes Retana / Facebook
  • Cuando era más joven, fui a la casa de mi compañera a pedirle los apuntes para estudiar porque tenía exámenes. Me di cuenta de que fue algo loco porque no la conocía bien, ni siquiera había cruzado palabras ni una sola vez con ella. ©Patricio Almada / Facebook
  • Renuncié a mi trabajo solo para cuidar a mi papá cuando lo internaron. No me arrepiento, ya que a los dos días de haber renunciado, le diagnosticaron leucemia y pude disfrutarlo por un mes completo. Cada día de ese mes, cada hora, cada minuto y cada segundo, vaya que todo valió la pena. ©Domingo Javier Esteban Pardo / Facebook
  • Una vez, una chica de Pedagogía me pidió que hiciera un examen por ella de historia de México en el laboratorio de computación. Me pasó sus claves y lo hice. El profe ni se dio cuenta de que no era de la clase. ©Edy Vga / Facebook
  • Esperar horas en la puerta de su trabajo para darle una sorpresa. Ese día, él había aceptado doble tiempo y no estaba enterada. Igual esperé, él estaba impactado. ©Dolores Balesta / Facebook
  • En el verano de 1983, el amor de mi vida se iba de vacaciones a Iloca, y yo, para poder verla, me fui en bicicleta. Recorrí 125 kilómetros de camino de tierra, que es la distancia que hay desde Curicó. Después de eso, estuvimos 43 años juntos, hasta que falleció. Me dio dos hijos gemelos que son muy parecidos a ella. Todos los días voy a verla al cementerio, porque la llama de amor que ella encendió en mí no puede apagarse. ©Raúl Castro / Facebook
  • Llevábamos un año y solo podía ver a mi mujer a través de videollamadas. Tenía 9 días de vacaciones atrasadas disponibles, por lo que me fui a buscarla desde Málaga a Lima (Perú). Ella tiene movilidad reducida y camina con la ayuda de un andador, y nadie de su familia estaba dispuesto a llevarla al aeropuerto de Lima. Sin embargo, todos sabemos que las compañías disponen de personal cualificado para ayudar y acompañar hasta el avión a cualquier persona con una discapacidad, solo con el pasaje y sin gastos extras. Cuando un hombre y una mujer adultos están casados, enamorados, y quieren estar juntos, ninguna familia de ninguna de las partes puede impedirlo. ©José Espinosa Valero / Facebook

Después de derretirte por completo, aquí podrás leer que no todo siempre es color de rosa. Aunque, por otro lado, hay historias que parecen sacadas de la ficción, las cuales nos recuerdan que el amor puede llegar cuando menos lo esperamos.

Imagen de portada Raúl Castro / Facebook

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