19 Despistados cuyo cerebro está lleno de “fallas en la Matrix”

Historias
hace 1 año

Llevamos una vida muy atareada, llena de obligaciones y prisas. Eso hace que, en ocasiones, nos ocurran algunos olvidos o descuidos momentáneos que, aunque pueden dejarnos mal parados, también nos sacan buenas carcajadas. Y si no lo crees, lee las historias de algunos de los lectores de Genial que te dejamos a continuación.

Si pensabas que tus distracciones eran un caso serio, ten presente que no eres el único con este problema. Aparentemente, la capacidad de concentración es una habilidad menos común de lo que se cree, y hay algunos que si pudieran, también perderían su sombra. Si quieres saber si formas parte de los despistados o si estás en el grupo de los enfocados, puedes hacer este simple test.

  • Trabajaba muy temprano, así que la anoche anterior me bañaba y me ponía unos ruleros como doña Florinda. Una mañana se me hizo tarde, y como pasaba el camión de transporte para llevar a los trabajadores, me pitó afuera de la casa, y yo no me podía desenredar los ruleros. Salí corriendo con medio pelo suelto y los demás ruleros enredados en la cabeza. Antes muerta que sencilla. Mis compañeros se reían de mí. © Rocio Meza Urbano / Facebook
  • Después de mi trabajo, pasé a comprar al súper y otras cosas en la tienda. Me encontré con una amiga y me dijo que iba con la blusa al revés. Casi muero de la risa. © Rosa Jara González / Facebook
  • Fui a inscribir a mi hijo al colegio. Me pidieron que sacara y dejara una fotocopia de mi cédula de identidad en el colegio. La saqué y cuando la entregué me di cuenta de que mi cara en la foto estaba con bigotes. Pensé que estaba sucio y traté de sacar la “suciedad” de la foto. Después mi marido me dijo que me había dibujado unos bigotes por broma, así que entregué las fotocopias con muchos bigotes. © Marisol Luengo / Facebook
  • Yo les gané a todas porque estaba con una amiga y ella se iba en bus. Se subió y yo me quedé con su bebé en brazos. Yo estaba volviendo cuando el bebé gritó. No sabía qué hacer, me quedé allí esperando y vi a la mamá volviendo con los zapatos en la mano llorando por despistada. Después nos sentamos a reír. © Animales bellos / Facebook
  • Mi amiga aprovechó a sacar la basura del baño y se dio cuenta cuando iba en el autobús, colgada del pasamanos. © Telba Arteaga / Facebook
  • Yo fui a recoger unas llaves al trabajo de mi hijo con un ojo supermaquillado y el otro natural. La muchacha que me atendió me miraba mucho y yo pensando “seguro que le gusto para suegra”, hasta que regresé a mi casa y me vi al espejo. Parecía disfrazada. © Rossy Gallegos / Facebook
  • Me fui muy temprano a dejar a mi hijo a la escuela y luego a trabajar con un zapato azul y otro negro, mismo modelo, uno apretaba más que el otro. © Mylena Aviles Cortez / Facebook
  • Yo me ponía labial en vez de rubor, me daba una pasadita en cada lado de la cara. Un día no lo esfumé y así me fui en el bus tres horas de camino a repartir mis productos y nadie me dijo nada. Cuando llegué a la casa de mi amiga, que siempre me esperaba, me dijo: “¿Te besaron?” y le respondí: “No, ¿por qué?”. A lo que me respondió: “Traes pintados los cachetes”. Qué vergüenza, pero ya había pasado por todas las casas. © Isabel Escalante / Facebook
  • Sentí los pies hinchados todo el día. Pensé que era por mala circulación. Antes de ir a dormir, fui al baño y, al ver mis pies, me di cuenta de que tenía puestos los zapatos al revés. © Davila Ximena / Facebook
  • Era mi primera clase de natación, estaba muy entusiasmada. Llegué muy temprano y muy mona. A la hora de cambiarme, descubrí que solo llevaba la parte de arriba del traje de baño. Estaba desesperada, no sabía si perder la clase o hacer algo al respecto. Entonces dije: “No voy a perder mi primera clase por esto”. Así que me metí con calzones. Nadie me dijo nada, pero seguro se dieron cuenta, porque eran floreados y no combinaban con la parte de arriba. Lo recuerdo y yo misma me río. © Laura Anayeli Toledo Che / Facebook
  • Me fui al baño y la parte de atrás de la falda me quedó metida en el calzón. Así andaba muy fresca, qué vergüenza cuando me di cuenta. © Miriam Juyo / Facebook
  • Yo llevaba mi hijo a terapias y estaba muy grave. En el bus una señora me lo llevaba en su falda porque yo iba parada. Era tanta la angustia por mi niño, que a la hora de bajarme lo olvidé. © Celia de Carballo / Facebook
  • Cuando era pequeña me daba miedo perder las gafas. Un día me puse por casa a buscarlas desesperada casi llorando porque no sabía dónde las había dejado y no me atrevía a decírselo a mi madre. Hasta que me miré en el espejo y las llevaba en la cabeza. © María Cubero / Facebook
  • Al llegar al lugar de paseo, me toqué los aretes y me di cuenta de que solo llevaba uno puesto. Pensé desanimada “ya perdí el otro”. Decidí quitarme el que quedaba y magnífico, los traía a los dos puestos en la misma oreja. © Ana Iris / Facebook
  • Fui a la oficina con los pantalones al revés, la parte de atrás para adelante y la de adelante, con bolsillos con detalles y cadenitas, para atrás. Me di cuenta y se lo mostré a todos mis compañeros. © Susy Rullan / Facebook
  • Me fui para el trabajo sin brasier, todo el día me tocó trabajar con el buzo puesto, había un sol tremendo. Cuando me preguntaban si no tenía calor, les decía: “Tengo la tensión muy bajita, siento mucho frío”. © Elizabeth Niampira Farfán / Facebook

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