20+ Usuarios de la red que prestaron dinero y no lo volvieron a ver ni en sueños

Historias
hace 1 año

Hay un dicho que reza: “Si quieres enemigo, presta al amigo”. Esto se debe a que, muchas veces, quien presta es el villano a la hora de cobrar. A veces, para escaparse de las deudas, los morosos adoptan varias tácticas: desaparecer, bloquear las redes sociales e incluso fingir malentendidos. Así pues, la gente va aprendiendo por las malas que no debe prestar dinero y no debe caer en las garras de la gente que no tiene palabra.

En Genial.guru nos gusta ayudar a los demás, por lo que te presentamos hoy algunos relatos de personas que se arrepintieron de prestar dinero. Tal vez así tendrás más cuidado cuando te pidan un préstamo con la promesa de pagarte después. ¡Echa un vistazo!

  • Prestar dinero es una pérdida segura, no solo de dinero, sino también de amistad. Una vez, un “amigo” me pidió mi tarjeta de crédito para pagar un videojuego de 7 USD. Bueno, se la presté. Además de no pagarme, el tipo registró mi tarjeta y empezó a usarla para pagar los gastos del juego. Me llegaron cuentas por este concepto durante dos meses seguidos. Los 7 USD se convirtieron en 25. Fui a confrontarlo, y me dijo que se había olvidado de decirme y que me pagaría, pero que acababa de mudarse y no tenía esa suma en ese preciso momento. Aún hoy sigo esperando. Su esposa se sorprendió porque me había distanciado, y cuando le pregunté, no era cierto que se hubieran mudado. En fin, di ese dinero por perdido. Estuve tentado de contarle todo, pero preferí perder la “amistad”... © Priscila Barbosa / Facebook
  • Una amiga se quedó sin celular y yo acababa de comprar uno nuevo. Entonces me preguntó si yo podía venderle mi antiguo teléfono. Se lo vendí por una cantidad simbólica de 30 USD, con la promesa de que me los pagaría más adelante. Cuando fui a buscarla, simplemente me dijo que no podía pagarme y que la demandara si no quería esperar. Llevo siete años esperando que me pague. © Elma Vieira / Facebook
  • Mi hermana me pidió prestados 400 USD. Fue en 2015. Un año después, su esposo pidió un préstamo al banco y, aun así, ella no me devolvió el dinero. Ahora quiere comprar una lavadora y un refrigerador y... adivinen qué: ¡me pidió prestada mi tarjeta! ¡Nunca más! © Claudia Rocha / Facebook
  • Tenía una colega que siempre le pedía dinero prestado a todo el mundo. Un día me pidió 2 USD y se los di. No contenta con eso, volvió a pedirme dinero prestado, esta vez fueron 10 USD. Mis colegas me dijeron que no le diera dinero porque no iba a pagar, pero sentí que ella realmente los necesitaba. Pero, otra vez, no pagó. Tiempo después quedó embarazada y su salario se retrasó. Entonces me pidió prestado de nuevo, diciendo que cuando recibiera su sueldo me pagaría 30, pero no lo hice. Creo que esta vez realmente los necesitaba, pero, con el dolor del alma, sentí que tenía que darle una lección. © Jaqueline Silva / Facebook
  • Le presté dinero a una pareja amiga para que pudieran pagar las cuotas atrasadas ​​de su casa. Han pasado tres años. Ya no me hablan. © Nilda Nogueira / Facebook
  • Le presté un celular a una amiga que había perdido el suyo. Me dijo que en cuanto comprara otro me lo devolvería. Pasó un tiempo, la encontré y vi que tenía un nuevo dispositivo. Le pregunté dónde estaba el mío y supe que lo había vendido. © Tathiana Ribas / Facebook
  • Una vez le pedí dinero prestado a la hermana de mi esposa para ayudar a mi hermano a visitar a sus hijos enfermos, con la promesa de que él me lo devolvería en cinco días. El día acordado, mi hermano simplemente desapareció, no contestó mis llamadas y ni siquiera respondió mis mensajes. Le pagué a mi cuñada de mi propio bolsillo y fui a buscarlo. Cuando me pagó, me “tiró a la cara” un dinero que le había prometido a uno de mis hijos. Tomé el dinero y le devolví el “regalo”. La familia es una cosa, los negocios son otra. © Adriana Galvão / Facebook
  • Una amiga me pidió dinero prestado para comprar algunos cosméticos. Pasé la tarjeta de mi esposo y ella me dijo que me pagaría directamente. Bueno, era mi amiga, por eso lo hice. Parece que no fue tan amiga como para cumplir el acuerdo, así que la cantidad que perdí me sirvió para librarme de personas como ella. © Aninha Oliveira / Facebook
  • Pasé seis meses en los Estados Unidos y traje ropa de bebé para vender. Cuando llegué, inmediatamente quise reunirme con mis amigos y familiares, y mi mejor amigo de esa época aprovechó la oportunidad e hizo algunas compras para su ahijada. Hizo una compra por 130 USD, y me dijo que pagaría la factura que le di. Puso un millón de excusas, que no podía hacer el pago y hasta me culpó, diciendo que yo prefería el dinero a la amistad. Desapareció y han pasado tres años. © Marcella Palhares / Facebook
  • Una vez le presté dinero a mi prima para que pudiera comprarle útiles escolares a su hija. Un detalle: su hija estudiaba en un colegio privado, y los míos, en un colegio público. Luego aumentó la deuda para el cumpleaños de la niña. Esperé meses a que me pagara y nada. Trabajábamos en el mismo lugar. Un día, cuando llegué al trabajo, su novio, que era nuestro gerente, dijo que ella vendría más tarde porque estaba en el salón arreglándose las uñas y el cabello. Me puse furiosa, porque ni yo podía darme ese tipo de lujos. Durante mucho tiempo dejé de hablarle. Igual, nunca me pagó. Ahora se me acerca para contarme sus problemas, y finjo que no habla conmigo. Le gusta tener lujos a costa del sacrificio de los demás. © Franciélly Lindenberg / Facebook
  • Le presté 500 USD a un familiar y, cuando llegó el momento de pagar, dejó de hablarme. Luego trató de hablarme de nuevo, le di una chance y me volvió a pedir dinero. Entonces le dije que no me había pagado el préstamo anterior... se enojó y no me habla desde hace más de cuatro años. © Aline Vilanueva / Facebook
  • Una vez, un compañero de trabajo me pidió prestados 10 USD. Se los presté y me los devolvió con un mes de retraso. Esa misma persona, en otra ocasión, me volvió a pedir, solo que al pagarme me quedó debiendo 5 USD. El año pasado, después de cuatro años, me envió un mensaje de texto pidiéndome un préstamo de 100 USD. Me acordé de los 5 que aún me debía y ni siquiera le respondí. © Gil Trindade / Facebook
  • Tenía una amiga de la infancia que me pidió dinero porque quería comprarle un regalo a su novio y me pagaría más tarde. Han pasado casi cuatro años y nunca más me volvió a hablar, incluso me bloqueó en todas sus redes. Le quise cobrar varias veces, hasta que entendí que el dinero era más importante para ella que mi amistad. La última vez que la vi fue el día de mi boda que, curiosamente, fue el mismo día que la de ella: nos casamos juntos en la misma oficina de registro. Lo peor es saber que a ella no le importa, y yo la extraño mucho. La vida nos da lecciones todo el tiempo. © Nayara Caroline / Facebook
  • Pagué el seguro médico de mi mejor amigo durante unos meses, hasta que no pude seguir haciéndolo. Recientemente vendió un apartamento, ¡y ni siquiera me ofreció la cantidad que gasté para ayudarlo! Entonces decidí verlo de otra manera: su esposa le daba clases gratis a mi nieta una vez a la semana, y yo le pagué las cuotas de su plan de salud. © Evelyne Miranda / Facebook
  • Me pegué contra el muro tres veces. La primera, perdí el dinero y el amigo desapareció. La segunda vez, cuando fui a cobrar, la persona dijo que esperaba que yo no dependiera de ese dinero, ya que ella lo necesitaba. Con la última, cuando le quise cobrar, me mandó una foto de la nevera diciendo que dudaba de que mi vida fuera peor que la de ella... En fin, no prestes dinero, la culpa la tienes tú por cobrar. 🤦‍♀ © Angela Cristina / Facebook
  • Hace unos ocho años, estaba viajando con unas amigas y había una fiesta de gala a la que podíamos ir. Una de ellas decidió comprarse un vestido de fiesta, porque no había llevado. Después de elegir, probarse e incluso pedir en la tienda que le cortaran el dobladillo a su altura, se dio cuenta de que no había traído su chequera. Entonces me pidió que le pagara el vestido, un total de 400 USD. Mi “amiga” negoció con la tienda tres cheques (míos). Cuando empezaron a cobrar los cheques en las fechas preestablecidas, ella no me quiso pagar. Esperé casi tres meses para cobrarle. Siempre que estábamos juntas, le comentaba que ya le habían pagado unos cheques y que a ella se le había “olvidado” depositarlos en mi cuenta. Finalmente logré recuperar mi dinero, pero tuvo el descaro de decirme que las sumas eran tan insignificantes que pasaban inadvertidas, y que ese era el motivo del olvido. Y que había terminado comprando el vestido porque yo organicé la fiesta. ¿Qué tal? © Regina Mattos / Facebook

Algunas de estas personas han cruzado la línea, ¿no es así? ¿Alguna vez has prestado dinero y no te lo han devuelto? Deja tu comentario, ¡tal vez hagamos una parte 2!

Imagen de portada Gil Trindade / Facebook

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