21 Mujeres resignadas que salieron con el ojo aguado del salón de belleza

Historias
hace 1 año

Sentirnos bonitas y atractivas es una de las mayores debilidades de las mujeres, de allí que la industria de la moda y el maquillaje sea tan poderosa. Pero seamos sinceras, ¿a cuántas de nosotras nos han dejado con el pelo mocho en ese afán de vernos fabulosas? ¡Qué sensación tan espantosa! Pagar en un salón de belleza para que te dejen peor que cuando entraste. La verdad, eso debería dar cárcel. Pero la realidad es que no es así, entonces solo nos queda esperar a que el pelito crezca y reírnos en el proceso.

A veces, es mejor no ir al salónahorrarnos ese dinerito.

  • Mi esposo quiso darme una sorpresa y me llevó al salón. Todo padre, era elegante, me cortaron el cabello y me lo pintaron. Me pusieron en una máquina para no sé qué, pero después de media hora, me empezó a quemar. Yo les decía y ellas seguían en lo suyo. Llegaba otra persona y le cortaban, y así pasaron dos horas. Yo casi lloraba. Cuando me quitaron la gorra, mi cabello empezó a caerse como chicle al empezar a lavármelo. Yo estaba enojada y salí de ahí llorando con mi esposo. Quedé molesta y sin cabello. Me ha costado mucho recuperarme de eso. © Reyes Rosas Ainhoa / Facebook
  • Hace años, cerca de casa, había una estética a la que habitualmente iba mi esposo y llevábamos a mi hijo mayor. Mi hija, con una larga y abundante cabellera, empezaba a tener las puntas abiertas y me pidió que la llevara a hacer un despunte en alguna estética. La llevé a la que iba mi esposo; ella no se sentía confiada, pero como yo pagaba, no tuvo más remedio. Mi hija le explicó que solo quería que le cortara las puntitas, unos tres centímetros, y la dejé ahí mientras yo iba por unas compras. Cuando regresé, vi sus ojos enojados por el espejo mientras la señora le secaba el cabello. Apenas terminó, salió casi corriendo y yo, apenada, pagué y la alcancé en la calle rumbo a casa. Ya cerca y antes de que me recriminara, noté que le habían cortado cerca de 15 centímetros de largo a su cabello. Ella, muy enojada, volteó con los ojos llorosos de coraje y me dijo: “Esa tonta señora, sin mi permiso, me cortó mucho cabello, porque dijo que tenía las puntas maltratadas y total el cabello crece”. Jamás volvió con ella y siempre me reclama. © Claudimarter Retramidualc / Facebook
  • La primera vez que quise hacerme un balayage, mi esposo me quiso dar ese regalo. Mi cuñada me recomendó a una conocida suya que le cortaba el cabello. La tipa se presentó como muy experta y yo fui como una ilusa, ¡error! Me dejó el cabello con unos rayos muy marcados, como de hace 20 años, solo me decoloró y nada más. Aunque se supone que debes esperar un tiempo para no maltratar más tu cabello con otro proceso, a la semana me teñí de castaño. Fue una muy mala experiencia. © Xochil Nájera / Facebook
  • Yo tenía el pelo casi a la cintura. Un día, fui por un pequeño corte en capas y me lo dejaron por los hombros y parejo. Al día siguiente, fui a otro salón, supuestamente a que lo arreglaran, y terminó peor. Dos días después fui a otro y pedí un corte estilo hongo, pero como la señora me conocía, me dijo: “¿Qué pasó, si te vi hace días con el pelo largo?”. Le conté lo que había pasado y se enojó. Desde ese día, solo una vez me lo he cortado y lo traigo otra vez por la cintura. Encima, mis hijos se enojaron porque me había cortado el pelo cortito. © Arisve Cantu / Facebook

Las idas al salón de belleza pueden estresarnos mucho.

  • Hace unos diez años, hubo una boda de un familiar y, ya saben, queríamos ir muy elegantes, así que invité a mi hermana a ir juntas a un salón de belleza. El chico ya me había hecho antes algunos trabajos de tinte y corte, y pues bien. Además, había visto a otras chicas salir muy bien arregladas, así que fuimos y quedamos bien maquilladas y peinadas. Al otro día, cuando nos metimos a bañar, se nos caía el cabello, pues nos lo había quemado, y mucho. No nos quedó más remedio que cortarnos casi todo el pelo. © Rosario Hdz / Facebook
  • Hace años, mi cuñada estudiaba para ser peinadora, entonces nos pedía que fuéramos sus modelos. En una de esas, me realizó un tinte y recuerdo que, mientras esperaba a que me lo aplicara, había otra estudiante con su modelo. La modelo le dijo: “Quiero un alisado permanente”, entonces la estudiante empezó a ponerle ruleros. No le di mucha importancia, pero cuando le lavó el cabello, la modelo se molestó porque no era lo que quería; le había hecho una permanente. Fue todo un caos, hubo gritos y hasta insultos. Ya eran las diez de la noche y el instituto iba a cerrar. Ambas salieron del lugar y la modelo le decía que tenía que solucionar el problema. Al día siguiente, supe que la estudiante la llevó a su casa para realizarle el alisado y, como terminaron en la madrugada, incluso tuvo que pagar el taxi para la modelo. “Son cosas que pasan para aprender”, fue lo que escuché de la profesora. © Eloysa Ulloa / Facebook
  • A mí ya me da miedo cortarme el cabello en capas desde que una señora me trasquiló, a pesar de que ella era la dueña del salón de belleza. Yo tenía el cabello muy largo, había esperado mucho para poder hacerme un buen corte. Estaba a una semana de ir a la entrevista de mi visa, quedé con tres cabellos en la nuca y todo esponjado a los lados de tan cortos que quedaron los mechones. Realmente pensé que haría un buen trabajo y me puse a leer una revista; cuando terminó, no lo podía creer, me dio mucho coraje, la señora ya no sabía ni qué decirme. Creo que me puse de mil colores de lo enojada que estaba. A los tres meses, yo sola me fui cortando el cabello a los hombros hasta sacar todas las horribles capas que me había hecho. Eso fue en enero de 2020 y, hasta la fecha, solo uso el corte recto. No me volverán a trasquilar. © Dori Muaa / Facebook
  • Pedí un corte y cuando la estilista terminó, me dijo: “¿Me das permiso para cortarlo más? Es que no me gusta cómo se ve”. Imagínense, me hizo algo que ni a ella le gustó, y a mí mucho menos. Era lejano a lo que había pedido. Le dije que sí, pero al otro día fui a otro lugar a que me lo arreglaran y ahí quedé conforme. Lo bueno es que tenía el pelo largo y terminé con cabello cortito. Me hice tres cortes en dos días. © Keody Espino / Facebook

¡Algunos desastres en las peluquerías son difíciles de creer!

  • Unos días antes de casarme, fui a un peluquero que, en su día, tenía mucho prestigio y ¡vaya desgracia la que me hizo en el pelo! Tenía que llevar un recogido y me cortó tanto el pelo que para que se aguantara, me tuvieron que hacer un moldeado en otro centro para tener volumen. Nunca me había sentido tan mal. Tenía 21 años y me peinó como a una señora mayor. ¡Qué disgusto! Creo que a partir de ahí odié que me cortaran el pelo. ¡Ah! Y mi madre era peluquera, pero quiso que, en un día tan especial, me peinara el prestigioso peluquero. Desde entonces solo me dejo cortar las puntas. © Maria Pardo Ventola / Facebook
  • Mi esposo me compró un paquete que incluía todo lo que quería hacerme. Me lo regaló un 10 de mayo, y yo fui toda emocionada, pero ¡me tronaron horrible el cabello! Mis mechones de pelo se iban en el aluminio (me iban hacer balayage, supuestamente). El rizado de pestañas no funcionó, el gel semipermanente se cayó al lavarme las manos. ¡¡Todo mal!! Lo que más me traumó es que me fui con el cabello tronado y soltando mechones en el piso. No lo podía creer, no sabía cómo reaccionar. Solo tenía muchas ganas de llorar. Fue la peor experiencia de mi vida en cuanto a salones. Aún no me repongo del todo, mi cabello era muy, muy abundante, y ahora tengo la mitad de lo que tenía antes de esa tragedia, a pesar de que me pongo de todo y me lo cuido mucho. © Mara Denisse / Facebook
  • Un día antes de mi matrimonio civil, mi esposo y yo estábamos cansados, pero me acompañó a la peluquería. Como tenía el cabello corto, me iba a realizar un pixie. Yo conocía a la peluquera desde hacía tiempo, pero, al estar cansada, me quedé dormida, igual que mi esposo. Cuando abrí los ojos, me veía muy masculina. El corte era a tijera y ella lo había hecho con máquina. © Jazz Sotomayor / Facebook
  • Recuerdo que, de niña, siempre tuve el cabello bien rebelde, pero mi mamá se las ingeniaba para hacerme chinos y le quedaban bien. Cuando salí de la primaria, ella prefirió enviarme a una estética a que me peinaran; fue lo peor que pude hacer. Ni chinos, ni peinado, ni nada. Terminaron cortando mi cabello y así tuve que ir a la ceremonia de clausura. © Mirna Salgado C / Facebook
  • Una vez me decoloré el cabello en casa. Mi cabello quedó hecho un desastre, así que decidí ir a la estilista para que me cortara las puntas. Le di de referencia una imagen y le comenté que solo quería las puntas. Literalmente, hizo lo que quiso, me dejó pelona como un niño y, al enseñarme el espejo, me dijo: “Hice lo que pude porque tenías el cabello muy maltratado. Te corté todo lo feo”. No le dije nada, pero quedé muy triste, porque después de tener el cabello largo, no tenía absolutamente nada. Era tan corto que ni un peinado podía hacerle para disimular. Corrí a comprarme una peluca y la llevé mucho tiempo hasta que creció. © Dali Sandoval / Facebook
  • Yo soy de cabello corto y me dejé crecer el pelo para hacerme un corte que me encantaba. Fui a una estética X. La mujer estuvo tres horas para hacerlo y al final me dejó hecha un desastre. Al día siguiente, fui a otro salón de cortes y la muchacha me lo trató de arreglar. En síntesis, quedé con el cabello cortito otra vez. © Marcela Avalos / Facebook
  • Para mi fiesta de quince años, me llevaron a una estética de mucho prestigio y para el peinado, que eran caireles, me cortaron unas puntas que no quedaban. Además, mi pelo era tan largo que no me agarraban las tenazas, fue un desastre. Me llevaron a otro salón más pequeño y ahí me arreglaron el peinado. Al día siguiente, mi pelo estaba todo tusado, me lo cortaron tanto que no me gustó y lloré durante un par de semanas. © Marcela Lopez / Facebook
  • Yo fui a una estilista que me recomendó una amiga. Cuando miré, mi corte era igual a como se lo cortaba a mi amiga. Entonces, ella me dijo: “Oh, a mí también me la recomendaron”. Fuimos con su otra amiga y traíamos las tres el mismo corte. Luego mi esposo nos dijo: “¿Son trillizas ustedes o qué?”. Ellas se rieron y yo, con cara de pocos amigos. © Sarys Salinas / Facebook
Imagen de portada Rosario Hdz / Facebook

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