Estoy embarazada y mi esposo me obligó a vivir con el irresponsable de mi cuñado y su familia

Historias
hace 1 año

Cuando te casas, no solo formas una familia con tu pareja, sino que lo más probable es que en el paquete de la relación también se incluyan suegros y cuñados, quienes pueden ser motivo de alegría o, por el contrario, de dolores de cabeza. Y está bien; a veces, todo suele limitarse a situaciones incómodas, pero ¿te imaginas tener que vivir con la familia de tu pareja, cuando no quieres hacerlo? Pues eso le sucedió a esta usuaria de Reddit, quien salió de su casa y, cuando regresó, se encontró con la sorpresa de que esta había sido invadida por su cuñado, esposa e hijos.

Cuando volví a casa, me encontré con que mi marido había permitido que la familia de su hermano, quienes fueron desalojados por alguna razón, se mudaran a 2 de nuestras 3 habitaciones. Una de esas era mi oficina, así que arrojaron todos los papeles que había allí a mi dormitorio. La casa era un completo desastre. Había basura, ropa sucia y pañales usados por doquier.

Empecé a llorar, y mi marido me dijo que eso no era para tanto. Fue como una bandera roja que me avisó que él ya no era el mismo. Mi respuesta fue: “Bien, entonces espero que tengan la casa limpia cuando me levante”. Completamente agotada, dormí durante 4 horas, y, cuando desperté, quise beber agua. Pero no pude, porque todos nuestros vasos estaban esparcidos por la casa. No habían limpiado nada. Así que, de forma pasiva y agresiva, empecé a recoger los platos sucios y los lavé.

Mi madre vino con mi hermano (tengo 3 hermanos mayores). Superenojada, le dijo a mi marido: “Ya que tu familia se puede quedar, nosotros también”. Ella se encargó de la situación y me mandó a la cama. Mientras, mi hermano empezó a limpiar y a quejarse en voz alta de lo asquerosa que era la familia de mi cuñado, además de lo horrible que era mi marido por hacerme pasar por esto mientras estaba enferma.

Entonces, recibí un mensaje de texto de mi suegra, quien me llamó egoísta por no ayudar a mi marido a limpiar la casa y por poner a mi cuñado en una posición incómoda al tener a mi madre dándole órdenes.

Tuve una charla muy dura con mi esposo, que duró cuatro horas. Él estaba arrepentido; me explicó que mi cuñado solo iba a quedarse un par de noches, y que originalmente pensó que se iría antes de que yo volviera a casa. Dijo que estaba cansado y emocionalmente molesto consigo mismo porque, cuando me desmayé y golpeé mi cabeza, él no se encontraba en casa, ya que estaba ayudando a un amigo a mudarse. Al hallarme inconsciente, no tenía idea de cuánto tiempo había estado en el suelo herida. Tuvo miedo de que me pasara algo fatal, y desde entonces tiene pesadillas.

Además de lidiar con su drama familiar, admitió que había descargado su frustración conmigo, aunque yo no tenía la culpa de nada. Me suplicó otra oportunidad, pero seguimos separados. Él planea quedarse en una vivienda de mi hermano e iremos a terapia matrimonial e individual. Me preguntó si podía venir a ayudar en la casa y a mis citas con el doctor, y estuve de acuerdo.

¡En este drama familiar no faltó nadie! Sin embargo, podemos sacar varios aprendizajes de la historia

  • La comunicación es muy importante en la pareja. Claramente, el esposo dejó mucho que desear a la hora de transmitir su versión de los acontecimientos, y solo lo hizo cuando la situación se estaba volviendo irremediable. Como resultado, su esposa terminó desgastada y pidió un tiempo. Pero comunicarse no es solo hablar, sino también escuchar lo que nuestra pareja desea transmitirnos, sin la necesidad de involucrar a terceros, como suegros y cuñados, que nada tienen que ver con el problema.
  • No tengamos miedo de admitir nuestros sentimientos. El esposo, a la hora de lidiar con una situación traumática, no se atrevió a enfrentar sus sentimientos de culpa y frustración, por lo que canalizó todo aquello en el hecho de culpar a su esposa cuando se quejó de la llegada de huéspedes inoportunos.
    Desviar las emociones hacia otro problema es un mecanismo de defensa mental, y las personas no lo hacen apropósito, pero eso no justifica el mal obrar. Lo mejor es evaluar si nuestra emoción negativa hacia una persona o evento realmente lo amerita, o si hay una razón de trasfondo que no estamos viendo. Tal vez, un profesional pueda ayudarnos a ponerles nombre a nuestros sentimientos ante esa situación.
  • Tomemos con seriedad las preocupaciones de nuestra pareja. Seguramente es de sentido común afirmar que no es sano tachar de exageradas las preocupaciones de quienes están a nuestro lado. Pero este puede ser un error muy recurrente a la hora de comunicarse. Aunque no veamos el problema de la misma forma, mostrar preocupación por las inquietudes del otro es una cuestión de respeto y una demostración de que nuestra pareja nos importa lo suficiente como para aceptar su punto de vista.
  • Recordemos dar prioridad a nuestra familia. Está bien que la pareja de la usuaria se preocupe por su hermano y tome cartas en el asunto, pero probablemente podría haber encontrado formas de tender la mano que no afectasen el bienestar de su esposa embarazada. Recordemos que el vínculo con la persona con quien construiremos nuestro futuro debe ser primordial. Así que, si nuestra pareja está tomando decisiones que no priorizan la relación, nuestros deseos o necesidades, la seguridad del apego puede comenzar a deshacerse.
  • No prejuzguemos. Para la suegra, enterarse de que su nuera no quería ayudar a la familia de su esposo debe haber sido indignante. Sin embargo, antes de actuar impulsivamente, lo mejor es ser objetivos y escuchar la otra cara del asunto para evitar situaciones vergonzosas, como hacer un escándalo en una casa ajena y darse cuenta de que estaba equivocada.
  • Pedir perdón no nos hace pequeños. No es fácil pedir perdón. Sin embargo, el hacerlo, cuando caemos en cuenta de nuestro error, permite que una situación mala se vuelva un motivo de aprendizaje que nos ayude a madurar y a evitar futuras equivocaciones.

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