Una historia que revela cómo cada uno de nosotros es capaz de hacer este mundo un poco mejor

Historias
hace 4 años

Probablemente, cada uno de nosotros se ha topado en la vida con una persona a la que podría llamar un “líder iluminado”. Nos esforzamos por parecernos a estas personas y también queremos contar sobre ellas y apoyarlas con determinación. Para unos puede ser una persona pública, para otros es un familiar o su mejor amigo y hay para quienes esta es un vecino de casa, como es el caso de la autora de la historia “Líder iluminado”, Olga Plisetskaya.

En Genial.guru, creemos que el mundo no está exento de buena gente y esta historia es prueba de ello.

En nuestro portal vive una abuelita. La llamamos abuelita Liuba (su nombre significa Amor). Tiene 97 años. Es una anciana linda y agradable, siempre está de buen humor, sonriente y amable. Para mí, ella es una líder iluminada. Tranquilos. No estoy loca y no le rindo culto cuando la veo sentada en un banco cerca de la entrada al inmueble. Voy a explicar por qué la veo así.

Primero, la abuelita Liuba decoró las ventanas de nuestra planta, en el portal, con macetas. Quedó muy bonito. Al día siguiente, robaron las flores más bonitas, las que tenían capullos, y cerca del metro se podía ver a vendedores espabilados con macetas con las flores de la abuelita. Los vecinos decidieron colocar una cerradura y un intercomunicador en la puerta principal del portal. Y ella colgó en las paredes marcos con frases célebres de grandes personas, despertando conciencias y que se entendían con rango de ley. Y de nuevo puso las flores en las ventanas. Quedó todo muy acogedor. Ruidosos adolescentes comenzaron a entrar en el portal. La abuelita Liuba salió y... les ofreció agua o té. Se rieron de ella por mucho tiempo. Arrancaron las flores y dieron la vuelta a los marcos.

Al día siguiente, ella de nuevo colocó las flores, puso los marcos bien y dejó libros cerca de las ventanas. Obras clásicas. Los adolescentes regresaron. Charlaban y hacían ruido. Ella salió y... les ofreció té con sus bollos apetitosos y con un olor delicioso. Los chicos no pudieron negarse esta vez. Y hasta se llevaron los libros con la promesa de leerlos. No tocaron las flores, tampoco los marcos. Al día siguiente, dejó en la planta una botella de plástico con agua para que cualquiera que decidiera cuidar de las flores pudiera regarlas. Y... libros nuevos.

Por la noche, volvieron los adolescentes, se rociaron con agua, se rieron y generaron alboroto. La abuelita volvió a salir y les ofreció té y bollos, recogió la botella, la llenó de agua y les pidió que regaran las flores. Los jóvenes comenzaron a entrar en el portal todos los días. Los vecinos estaban indignados, incluso en alguna ocasión llamaron a la policía, pero la abuelita dijo que estos eran sus alumnos que habían venido por los libros, los cuales entregó delante de los agentes a los jóvenes, perturbados sin saber qué hacer. Se despidió de la policía con un “¡Vaya usted con Dios!”.

En el portal apareció una estantería con libros. Y a su lado un anuncio que decía: "¡Por favor! Si en casa tienen libros interesantes e importantes que ya leyeron, ¡compártanlos, por favor! Y aquellos que tomaron los libros para leer, por favor, no olviden devolverlos después para aquellos a quienes también estos pudieran ser necesarios e importantes. La estantería se llenó de libros. Las flores aparecieron en las ventanas de todas las plantas. Hermosos marcos con citas célebres, también. Todas las noches, la puerta del portal se dejaba abierta. Por la noche, se podían ver a adolescentes leyendo libros en las escaleras. La abuelita puso varias linternas en la planta para que les fuera más cómodo leer. Los jóvenes se sentaban en el portal con las linternas encendidas y este se veía más iluminado de lo habitual. La abuelita murió.

En la planta baja de nuestro edificio se abrió un club para niños y adolescentes. Con una biblioteca y flores en las ventanas. El símbolo del club es una linterna...

Y tú, ¿qué piensas? ¿Esta abuelita puede ser descrita como un “líder iluminado”?

Permítanme explicar por qué comencé la historia con la palabra “vive” y no “vivió”. Porque parece que todavía vive en nuestro portal, en el edificio, en el club, en la ciudad, en el país, en el planeta, en el universo. El Amor sigue vivo, ¿verdad?

Ilustradora Alena Sofronova para Genial.guru

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