Cuando se trata de vestidos de novia, hay una gran variedad de tonos diferentes que califican como “blanco nupcial”, y cada uno tiene sus propias cualidades:

El blanco superbrillante se ha vuelto menos popular con los años. Es un color bastante áspero que tiene un tinte azul claro que no favorece a todos los tonos de piel.
El blanco natural tiende a ser menos brillante e intenso porque se encuentra en fibras naturales como la seda o la gasa. Los vestidos de novia de este tono tienen menos tendencia a aclarar el cutis.
El marfil ha alcanzado una gran popularidad. Una gama cálida que puede variar desde un crema profundo hasta un tono blanquecino. Se ve bien en la mayoría de los tonos de piel, a menos que sea demasiado amarillo, porque puede chocar con los tonos de piel oliva.
El champán puede tener un tinte rosa o café según la tela, ya sea de seda, gasa o tul. Y puede mezclarse con otro color blanco para agregar detalles y textura al vestido.
El oro claro es ideal para una novia que busca que su boda sea memorable. Está disponible en diferentes tipos de tela, como tul, satén y poliéster. Además, se puede usar en varios estilos y siluetas.
El alabastro favorece a todos los tipos de piel y funciona muy bien con una combinación de colores iridiscentes. Tiene un tono cremoso y una apariencia de marfil claro que se está volviendo cada vez más popular.

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