Debido a las convicciones de empleadores en los que la mujer no es adecuada para un puesto de gestión, frecuentemente les asignan un trabajo en el que no se les permite revelarse como directoras. Esta convicción también crea el efecto del “techo de cristal”, una limitación velada que reduce la promoción de las mujeres en su carrera por causas no relacionadas con las cualidades profesionales.

También existe una diferencia en los salarios, ya que, por el mismo trabajo, las mujeres reciben menos dinero que los hombres. Sin embargo, el famoso psicólogo Jordan Peterson dice que, de acuerdo con las investigaciones, la diferencia de salario no solo depende del sexo, sino también de los rasgos de carácter, como la suavidad y la flexibilidad. Estas cualidades se fomentan en las mujeres desde la infancia, y en la vida adulta impiden ponerse de acuerdo sobre condiciones beneficiosas en el trabajo.

La actriz Jennifer Lawrence, al enterarse de que los hombres y sus colegas de una película recibieron más honorarios que ella, se enojó porque, mientras los hombres actores conseguían condiciones más beneficiosas, ella no insistía lo suficiente en las negociaciones sobre el sueldo, ya que le daba miedo parecer una persona difícil. Desde entonces, Jennifer y muchas otras actrices de Hollywood luchan por el mismo sueldo que sus colegas, y ellas pueden servir como ejemplos para otras mujeres que están listas para defender sus derechos.

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